Antonio Ruiz Cazorla, VIH, Madrid, España.

Lo que sentí en aquellos momentos es que se me caía el mundo encima, estaba convencido de que me iba a morir en diez o quince años, no había una medicación como la que  hay ahora y  se habían muerto algunos amigos míos. Lo pasé mal, muy mal.

No me pude apoyar en la familia, vengo de educación militar y religiosa y ahí no tuve ayuda,  prueba de ello es que hace diez años que fallecieron mis padres y ninguno lo supo. Lo tuve oculto y procure no dar señales de mi enfermedad.  Tampoco se lo conté a mis tres hermanos hasta hace ahora  diez años.

Al principio  tenía una alta carga viral y la medicación fue muy dura y agresiva, hasta que llegaron los medicamentos de segunda generación. En ese momento, reaccioné mejor y ahora me encuentro bien, solo tengo un problema renal, posiblemente derivado de los tratamientos iniciales.  

Me he apoyado en grupos de apoyo y en amigos. Es lo que he hecho durante los 23 años que llevo con el VIH. Sobre todo en grupos de apoyo del  Centro Sanitario donde me atendían, he hecho amigos, en la asociación  COGAM en Madrid y también en Apoyo Positivo. Este apoyo hizo que me hiciera poco a poco a ello, asimilándolo, empezando con las medicaciones, me fui relajando y haciendo una vida cada vez más normal, hasta llegar a hacer una vida prácticamente normal.

Si es verdad que sufrí rechazo con alguna pareja y tengo la sensación no, la certeza, de que esto  todavía sigue pasando.  La última vez me pasó este en el día del Orgullo en el que iba con la pancarta de Visibilidad=Vida.

En el momento que decidí contar  mi enfermedad lo viví como una liberación y supuso dejar de ocultarme. Nunca me he ido de mi casa y me ha tocado a mí cuidar de mis padres, mi madre con una salud muy delicada y mi padre con una edad muy avanzada. Esta situación a lo largo de los años se hace psicológicamente dura  te deja marcado, y hace que te cuestiones tu vida. Estaba bastante solo, sin pareja y necesitaba ayuda, por eso acudí a un psicólogo. Reuní a mi hermana y mi hermano y les conté que era seropositivo y me planteé el marchar a vivir solo y rehacer mi vida. Sentí su apoyo, sobre todo de mi hermana.  Más tarde se lo conté a mi hermano de Valencia. Todos me apoyaron.