Nora Caceres, Leucemia, Fuera de España, Argentina.

Hola, vengo a contar uno de mis testimonios, En julio de 2019 una mañana me levanté, caminé unos pasos y me desvanecí, caí al piso y casi golpeo mi cabeza contra una guía de ladrillos, pero antes de llegar por algún motivo, mi cabeza se inclinó a uno de los lados evitando golpear con esos ladrillos.

Volví mareada casi gateando a la cama, luego de un tiempo volví a intentar levantarme y nuevamente me desvanecí y volví nuevamente a la cama; esto siguió pasando en total unas 5 veces, provocando heridas cortantes en mis piernas por las caídas. Para resumir, me internaron con diagnostico de leucemia. Yo dije: “bueno, que hay que hacer”, porque lo que fuera, lo iba a hacer, quería seguir viviendo y seguro había una solución, sabía que Dios me iba a acompañar. Yo iba a hacer mi parte y contaba con que Él hiciera lo sobrenatural para a salir de esta. Uno de los doctores que yo digo que fue “un mensajero de Dios” me dijo dos veces antes de irse, “Confía en Dios” “Confía en Dios”.

No lo dude, ¿Por qué? Porque hace unos años atrás me habían diagnosticado cáncer de otro tipo y me salvó, esa vez estaba llena de temor! Demasiado! y salí adelante, por eso esta vez sabía que no estaba sola ya conocía el amor y poder de Dios.

Quedé en coma, me entubaron, me pusieron respirador, recibí muchas transfusiones de sangre, más el suero, más la sonda nasogástrica, estaba llena de cables. Luego me hicieron una traqueotomía, durante este tiempo me agarro pulmonía, y un hongo entro en una de las heridas de mis piernas, uno bien complicado dijo la Dra.

Cuando desperté después e aproximadamente un mes y medio no tenía fuerzas ni para elevar mis manos, no podía moverme, yo hacía una fuerza impresionante y apenas movía mis piernas un milímetro. Mi cuerpo estaba muy deteriorado, con tanto tiempo quieta perdí masa muscular, con lo cual, no podía sentarme, siquiera mucho menos pararme, además estaba muda, por la traqueotomía y hablaba pero no salían las palabras.

Me daban tantos medicamentos que estaba atontada. Más adelante traté de empezar a escribir, y saben ¿qué? ¡No recordaba las letras! Tenía en mi mente lo que quería decir y ¡no sabía armar las palabras! El médico le dijo a mi esposo que era como que mi mente se hubiera reseteado. Me temblaban mucho las manos cuando intentaba moverlas.

Tuve que recibir quimioterapias muy intensas y cortar mi cabello.

Luego empecé rehabilitación, fue duro, practicar y practicar, pero solo en sensación, porque no se movía mi cuerpo. Parecía una causa perdida, me sentaban entre dos personas y me sostenía con almohadas, si no caía. A la media hora o menos ya pedía que me acostaran porque sentía mucho dolor, era un esfuerzo enorme estar sentada. Cuando quisieron que empezara a practicar pararme, me sostuvieron entre dos, y aun así, caí como una  bolsa de papas.

Me dolía toooodo el cuerpo y ni me podía girar sola en la cama, recuerdo que mi mamá me acarició la espalda y ¡hasta eso me dolía!

Luego de 2 meses de internación pude volver a casa pero tuve que andar con andador y asistencia para ir al baño.

Luego me tuve que internar más o menos una vez al mes cada quince días, para más quimioterapias. Entre medio me salió un hongo en los pulmones el cual tuve que tratar a la par.

La última con internación fue en febrero de 2020 ahora sigo pero de manera ambulante.

Hoy la leucemia se fue, Dios ya me sanó, terminé todas las quimioterapias, en el nombre de Jesús estoy sana.

Mi iglesia me tenía en sus oraciones, y también las iglesias de mis amigas, tenía un regimiento orando por mí. ¡Gracias Jesús porque me sanaste!

Hay un pasajes de la biblia a los que me aferré como Juan 11:4 y Lucas 8:48.

¡Hoy corro y hago de todo como antes o mejor! Porque aprendí que tengo un Dios fuerte que, aunque la medicina diga que no, no importa, ¡Dios tiene la última palabra!