Lucia Rivero
Lucia Rivero
Hola, soy Lucía de Asturias y soy fisioterapeuta. En junio de 2013 me diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda (LLA). Yo de aquella tenía 23 años, había terminado la carrera y me había ido a vivir el año anterior a otra ciudad. Estaba viviendo una época muy feliz: me había independizado, comenzaba en mi primer trabajo, estaba conociendo a gente nueva, estudiaba un máster, viajaba, etc.
Un festivo fui a pasarlo a casa de mis padres y llevaba una temporada encontrándome mal. Me sentía más cansada de lo normal (aunque pensaba que era por el ajetreo de vida que llevaba), tenía febrícula y cada vez los ganglios mas inflamados. Tras un par de diagnósticos fallidos (decían que podían ser anginas), dieron con la solución al hacerme un análisis de sangre. Al día siguiente del análisis me llamaron del hospital y me ingresaron directamente en planta. En ese momento estaba con mis padres y ninguno de los tres entendíamos qué hacía yo ahí, aunque lógicamente, nada bueno nos esperábamos. Y recibí mi diagnóstico: leucemia. A partir de ahí se me paralizó el mundo y entré en shock por lo que no recuerdo lo que me explicó la doctora en ese momento ni lo que pasó después.. Al día siguiente me hicieron la aspiración de médula y empecé con la quimioterapia.
Estuve un mes ingresada y durante ese mes viví muchos de los efectos de la quimio: vómitos, caída del pelo, mucositis, falta de apetito, pérdida de fuerza, parestesias en las yemas de los dedos…También pasé por las diferentes etapas que pasa una persona cuando recibe una mala noticia: al principio shock, luego negación, me preguntaba por qué y por qué a mí; y después resignación y aceptación. Finalmente decidí llevarlo de la mejor manera posible, siguiendo cada paso que me iban diciendo los médicos y confiando ciegamente en que me iba a curar. Estos ciclos de quimio se repitieron durante varios meses combinándose con periodos de recuperación en casa.
Todo iba como la seda y la enfermedad iba remitiendo pero llegó el momento de la “mala noticia”: tenían que hacerme un trasplante de médula ósea. Resulta que mi tipo de LLA podía mutar (Philadelphia +) y por no correr el riesgo de que eso ocurriese, tenían que hacerme el trasplante. Digo mala noticia porque es a lo que más miedo me daba enfrentarme, quizás por ignorancia (pensaba que me iban a pinchar en médula espinal) o porque sabía que iba a tener que estar en aislamiento… no sé, pero obviamente era lo que iba a garantizar mi curación, así que de mala noticia nada. Además, tuve la grandísima suerte y soy muy consciente de ello, de que mi hermano, el único hermano que tengo, era 100% compatible conmigo. En ese momento no le di importancia a este dato, pero después, informándome, supe que había muy pocas probabilidades de que esto sucediese. En noviembre comencé el aislamiento y el 21 me hicieron el trasplante. Aquí dejo un enlace para que sepáis en que consiste un trasplante de médula osea https://www.fcarreras.org/es/recursosTPH. Estuve casi mes y medio en aislamiento con mi madre y a pesar de haber tenido alguna complicación, pude salir adelante y el día antes de nochebuena me pude ir a casa a celebrar la navidad.
Quiero dar las gracias a toda la gente que me acompañó en este proceso: a mi madre por cuidarme tanto y tener tantísima paciencia conmigo, a mi padre por hacer el esfuerzo de ir a verme cada día aunque yo no pudiese ni levantarme, a mis amigos por preguntarme a menudo cómo estaba aunque no les pudiese contestar, a los médicos y personal sanitario por haber sido tan profesionales y atentos conmigo y sobre todo a mi hermano, ya que gracias a él he podido escribir esta historia.
Hace ya siete años de esto. Durante los siguientes años he seguido tomando medicación, he tenido y tengo a día de hoy revisiones, pero lo más importante es que durante todo este tiempo no ha habido ninguna complicación. Han sido años donde he tenido que luchar para recuperarme a nivel físico y psicológico y poder llegar a hacer todo lo que antes hacía. De todo esto, me quedo sin duda con lo positivo: me he demostrado a mí misma que soy fuerte, valoro más el día a día sin pensar tanto en lo que pueda pasar después y soy feliz observando los pequeños detalles. Así que lo que saco en conclusión es que gracias a la enfermedad he aprendido a vivir la vida.
Desde aquí hago un llamamiento a que la gente que pueda, done medula ósea. No todo el mundo tiene la suerte que tuve yo y les cuesta mucho encontrar un donante. Es un proceso sencillo en el que se puede salvar una vida, no me imagino nada más gratificante que eso. Aquí dejo un enlace donde explica cómo se puede hacer uno donante y en qué consistiría el proceso: https://www.fcarreras.org/es/donamedula
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