Lorena Castillo
Lorena Castillo
Lorena, tengo 44 años, soy de Argentina , vivo en la provincia de Córdoba, en la comuna Falda del Carmen. Esposa desde hace 25 años, con Andrés (Cacho), madre de cinco preciosos hijos, Yair, Pablo, Lucas, Juan y Mateo. Abuela de Lucas, Mia y Francesca . Mis nueras son Yarela, Emilia y Carolina
En diciembre del 2019, estuve alrededor de quince días sintiéndome diferente, cansada, con dificultad para respirar y dolores musculares... pero lo asocie a que estaba realizando ejercicio físico como natación y pilates, en esos días aún sintiéndome así, realicé un viaje de 154 km 2hs), a una convención de la iglesia a la cual pertenezco.
Cuando regresé a casa luego de tres días en la convención, aún me sentía mal, mi mejor amiga Karina, quien habia viajado desde otra provincia, Neuquen (en el sur de Argentina), se quedó unos dias en casa al regreso del viaje. Una mañana salimos hasta la ciudad cercana Alta Gracia, y cuando caminamos, comencé a sentir que me faltaba el aire, caminaba dos pasos y debia descansar, pensé que era el calor... pero sabía que algo no andaba bien.
Luego mi amiga regresó a su hogar, la llevé al aeropuerto y me pidió que fuera al médico y así lo hice. Asistí al médico y me pidió varios estudios para realizarme un chequeo completo, esto fue el jueves, entonces decidí realizarme el lunes siguiente los estudios. Llegó el sábado, y realmente no podía hacer nada en casa, ni lavar un vaso, me sentía fatigada y con mucho dolor muscular. Lo atribuí a estar con el periodo femenino, pero era muy intenso el agotamiento.
Mi esposo Andrés, decidió llevarme a la Clínica Allende, Los Cerros de Córdoba, me realizaron un estudio de la sangre, esperamos dos horas para ver el resultado, la médica de guardia nos llamé nuevamente, entré sola, la médica manifiesta que tenía los glóbulos blancos muy bajos pero que los rojos también estaban mal, que necesitaba quedarme internada que no podía dejarme ir a casa.
Así fue cuando un 14 de diciembre inicié este viaje inesperado.
Me trasladaron de la clínica de los Cerros a la Clínica Allende de Nueva Córdoba, porque se encontraba el staff de hematología, me visita un médico, Rodrigo, para contarme que estudios me realizarían y mencionó las palabras, punción medular... pensaba el por qué me harían este estudio y a la vez lo asocié con leucemia, el médico en ningún momento mencionó la palabra leucemia. Al otro día de realizarme los estudios, estaba con mi esposo Andrés en la habitación de la clínica, cuando dos médicas entran, nosotros estábamos preocupados y con gran incertidumbre... ellas nos comunicaron que mi diagnóstico era leucemia, yo asocié leucemia=cáncer= muerte, no había otra explicación, lloré y nos abrazamos con mi esposo, y nos dijimos -esta la luchamos juntos- no había posibilidad alguna de aflojar o caer, al contrario, debíamos esforzarnos y perseverar.
Luego de mi primer tratamiento de quimioterapia donde estuve 28 dias internada, de estar cansada , sufrir pérdida de cabello, náuseas, vómitos, petequias, fiebre, pérdida de apetito...
y con muchas personas que oraron pidiendo a Dios por mi vida, personas que aún no conozco, de diferentes credos, sin embargo pidiendo en un mismo sentir, la fe de cada uno y mi fe de que Dios estaba conmigo, en cada instante, fue lo que mantuvo fuerte. Los resultados de la punción medular dio negativo de células del cáncer.
Llevo la segunda consolidación (quimioterapia), estamos en julio, esperando realizarme la punción medular y EMR (enfermedad minina residual), pero tengo fe de que estoy curada, pero debo terminar el tratamiento.
Quien me ha mantenido con fe, siendo perseverante y paciente, ha sido Dios, pero también mi esposo Andrés, quien me ha acompañado desde el primer instante, nunca me ha dejado sola, me cuida de la manera más dedicada y tierna que puede una persona cuidar, así es él, no me ha dejado caer, me levanta el ánimo cada vez que siento tristeza, siempre me ha cuidado con amor, me ha bañado con delicadeza, su constancia de estar todos los días a mi lado y sin lugar a dudas su fe de que Dios me sanó.
Mis hijos, mis varones que tienen entre 25 y 14 años, ellos son mi sostén en estos tiempos y mis nietos, que son la felicidad diaria.
Aún sigo en tratamiento, voy por otra quimioterapia, luego vendrá el trasplante, tengo mucha fe.
Pero no estoy sola Dios me acompaña todo el tiempo porque Él es bueno.
Gracias Kurere por dejarme escribir, muchas veces siento la necesidad de contar esta batalla, y poder compartir los testimonios de otras personas, porque nos fortalecen mucho a cada uno. Gracias.
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