Raúl Davila
Raúl Davila
Mi nombre es Raúl Dávila y, quiero hablar de la RESILIENCIA
No sé si todos conocéis el significado de esta palabra, pero como subyace detrás de lo que he intentado trasladar al escribirlo, os lo voy a resumir: la RESILIENCIA es la capacidad que cada persona tiene para superar aquellas situaciones traumáticas con las que se puede encontrar en la vida.
Hasta el 21 de julio de 2011 yo era una persona como cualquiera de vosotros: tenía 42 años, estaba casado con dos hijos pequeños (Beltrán de 5 y Carlota de 1), tenía mi propia consultora y además colaboraba con la Escuela de Negocios de Abanca dando clase. Pero ese día pasó algo…, algo que iba a cambiar mi vida de forma importante, y que me ha traído, hoy, hasta aquí…
Un día que iba en moto, un coche se cruzó inesperadamente, y lo que parecía una simple caída sin más inconvenientes que un esguince y moratones acabó derivando, dos meses después, como un ICTUS provocado por fisura en la arteria carótida, no detectada en aquel accidente.
Prácticamente de un día para otro mi vida dio un vuelco de 180 grados. Me desperté en la cama de un hospital, con el lateral derecho del cuerpo paralizado, sin entender nada de lo que me decían cuando me hablaban y, lo más difícil, sin poder comunicarme: mi cerebro ya no daba órdenes correctamente y, como consecuencia, lo que yo pensaba y lo que yo trasladaba ¡¡¡no tenían nada que ver!!!.
Para que os hagáis una idea de lo que vivimos en aquel momento mi mujer tenía que ir adivinando lo que estaba intentando decir, a base de proponerme cosas y conseguir acertar con mis intenciones. Tardó tres semanas, después de haberme despertado, en darse cuenta de que yo no era consciente de que tenía hijos. Sólo la reconocía a ella.
Pasado un mes aproximadamente, salí del hospital en una silla de ruedas y con rehabilitación marcada diariamente para fisioterapia, logopeda y terapia ocupacional.
¿Qué pasa a partir de aquí?. Ese es el problema…
El sistema te da cobertura durante un tiempo y en ciertas cosas, las puramente físicas, pero tu vida ya no es la misma, ni para ti ni para tu entorno, por supuesto.
En mi caso, los comienzos fueron los de una persona totalmente dependiente que no llegaba ni a ser consciente de sus limitaciones, de hecho, yo estaba plenamente convencido de que pasados unos días me incorporaría de nuevo a mi trabajo… ¡imaginaos la cara de mi mujer cuando me oía! Antes del “incidente” yo estaba haciendo un doctorado” e, iluso de mí, quería retomarlo… ¡yo, el que no sabía ni distinguir los colores, por no hablar de intentar escribir! Pensad que cuando veía a mis hijos, aquellos desconocidos, no sentía nada… para mí simplemente estaban ahí.
Pues bien, todo eso que os estoy contando pueden ser los resultados de un ICTUS, y aclaro lo de PUEDEN, porque no siempre tienen las mismas secuelas. En mi caso fueron exactamente esas.
Como os podéis imaginar, mi vida, y lógicamente mi actitud, atravesaron varias fases. La más dura, cuando empecé a ser más consciente de mis limitaciones.
Por tu cabeza en esos momentos pasa de todo, hasta el suicidio, para qué vamos a negarlo, por eso lo primero que me gustaría es hacer hincapié en la importancia que en estos momentos tiene el apoyo de tu entorno cercano; mas no se equivoquen, en esos momentos tu entorno cercano Evoluciona!!!!
Aquellos que siguen creyendo en ti, y su inquietud, son los que se “buscan la vida”, los que piensan en cómo encontrar asociaciones que les ayuden, que les aconsejen por donde avanzar, a qué tipo de especialistas acudir, en definitiva, se mueven para conseguir averiguar lo que el sistema tradicional no les cuenta desde que nos “liberan”.
Esta parte es muy complicada y la más importante, porque los primeros momentos de un ICTUS requieren de todos los estímulos habidos y por haber que activen el cerebro del afectado, cuanto antes y muy importante, correctamente.
Si tu entorno hace esto, correctamente, el paciente percibe pequeñas mejorías que le alientan a seguir y pasar a la segunda fase: marcarse pequeños objetivos, esta vez más reales. Es aquí donde empiezas a demostrar tu capacidad de RESILIENCIA.
Qué duda cabe que el impulso para ello va ligado a la ACEPTACIÓN, por parte del paciente, de especialistas en el terreno, como fue mi caso:
• Mi psiquiatra, que sabía con antelación que cosas podían pasar y me preparaba el terreno para superarlas.
• Mi, fisioterapueta, que al final se convirtió en ese amigo que ve claramente tu potencial y te anima siempre a conseguirlo.
• Mi neurosicóloga, que me invitó a bajar de las nubes y enfrentarme a mi realidad, por dura que fuera, para empezar a dar pasos de otra forma en mi nueva vida.
Trabajas con ellos mientras lidias con tus secuelas:
• Cognitivas: te molestan los ruídos, que hablen varias personas a la vez, los niños, necesitas descansar más a menudo, se resiente tu capacidad de retención.
• La desinhibición casi absoluta, que te convierte en una persona “socialmente incorrecta” porque, al igual que un niño, tiendes a decir lo que piensas sin “filtrar” lo adecuado o no del comentario. Esto en concreto me ha traído muchos problemas, sobre todo en el mundo laboral.
• Tu pragmatismo de pensamientos: “el mañana da igual”, llevado a las máximas consecuencias e independientemente de tu situación familiar: soltero/casado, con hijos/sin hijos. No piensas en ellos. Solo en ti y en el hoy. No hay futuro ni previsión para el mismo.
Este cóctel, te empuja hacia el abismo. Invertí, ahora lo puedo decir, 2,5 años. Mucho o poco, eso lo decide cada uno con su termómetro.
Todas estas cosas que os estoy contando, como os imaginareis, me han afectado directamente tanto en el ámbito familiar y personal, como en el profesional. En ninguno de esos ámbitos he vuelto a ser el mismo. Por el camino se han perdido muchas cosas, pero creo que mi forma de afrontar la situación, mi RESILIENCIA, en definitiva, ha permitido que poco a poco haya conseguido REINVENTARME.
Durante este tremendo trayecto, he luchado permanentemente por recuperar mi vida de alguna forma. Es cierto que, ni mi familia, ni mis amigos, ni la sociedad tienen al Raúl de antes, pero mi esfuerzo por salir adelante les INVITA a CREER en MÍ y, considero, que consigue acercarme cada vez más a ellos.
Bueno, paro ya porque si no os voy a contar el libro.
Esto es “ICTUS: si tú crees que puedes, puede que puedas”. Un viaje por el mundo de la adversidad llevada al límite de las posibilidades de cada uno.
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