Joaquín Gómez, Ictus, Sevilla, España.

Ictus

"Quiero ser un viejo joven y tener ilusión"

Joaquín Gómez

Joaquín Gómez

Imagen de perfil de Joaquín Gómez, Ictus, Sevilla, España

Soy Joaquín Gómez, soy de Los Palacios de Villafranca, soy farmacéutico y empresario del mundo sanitario. Me dedico también a los vinos y a los vinagres de Jerez.

Estuve ocho años interno en los Salesianos en Utrera, era el más joven de los internos y ahora soy el más joven de los viejos.

A mí me gustaba el mundo de la enología, los vinos, en quinto o sexto de bachiller hablando con un farmacéutico de Los Palacios, mi hermano me propuso hacer la carrera de farmacia porque era la carrera en que más química y biología se hacía en conjunto, ideal para enfrentarse al mundo de los vinos. La bioquímica era un caldo de cultivo ideal para el vino.

Decidí irme a Madrid a hacer farmacia. En Madrid saqué la carrera y conocí a Julia, mi mujer. Fueron los mejores años de mi vida. Vivir la universidad te imprime carácter. La universidad tiene que entrar en ti, a veces esto les falta a algunos universitarios.

En el año 1971 cuando acabé la carrera la meca del vino en España era Jerez de la Frontera, donde estaban los laboratorios del vino mejores de España, y me fui allí a trabajar. Lo primero que hice con el dinero que me dio mi madre para comprar un piso, fue comprar una farmacia.

A raíz de mi enfermedad tuve que dejar la farmacia y el laboratorio porque, entre otras cosas, se me olvidó completamente leer y  escribir, y también cosas que se me habían borrado de la cabeza. No podía dirigir una actividad que forma parte del patrimonio de toda la humanidad como es la sanidad y que era un laboratorio con veinte titulados universitarios.

En el año 2006 sufrí un ictus. Inicialmente es duro y no te das cuenta, en el sentido de que estás vivo, pero no eres tú. Lo primero que quieres es sobrevivir al accidente, y te planteas… “y que hago yo ahora”, pues lo primero, echarle genio.

Lo he ido superando, haciendo rehabilitación “como Dios manda”, con fuerza. En una mesa de tres patas es difícil de estar de pie, en el momento que cojea uno  se cae. Pues las tres patas que yo tuve  con la enfermedad, fueron tres patas sólidas; una fueron los técnicos: rehabilitadores, logopedas, neurólogos…,  otra pata es la familia y la otra era yo, había que empujar sino me iba a aquedar mal.    

En un  caso como el mío, el cerebro no está para pensar mucho, pero si tienes alguien a tu lado diciéndote cosas bonitas y animándote, te motiva mucho.

Cuando empecé a recuperarme, iba todos los días a casa en coche, y  como soy bastante inquieto y emprendedor, le dije a mi chico…, “por qué no hacemos una clínica de daño cerebral como la que me ha curado a mí”, y la monté. En mi familia se quedaron calados, me dijeron… “estás loco”, pero la realidad era que en la comarca de Cádiz y en Jerez no había atención suficiente para cubrir a todos los pacientes. Llevamos ya más de diez años ya con la clínica.

Mi vida quedó marcada por el ictus, mis tres hijos ya habían estudiado, los tres estudiaron farmacia, cuando me dio el ictus fueron ellos los que quisieron continuar con los negocios y continuar con la empresa familiar. Aunque los veo a diario, me reúno con ellos todos los martes por la tarde, junto con un asesor. Esto nos permite conciliar bien la vida familiar y separarla de los negocios.

"Lo primero, echarle genio"

Foto de la historia de salud de Joaquín Gómez, Ictus, Sevilla, España

Ahora veo a personas que han pasado lo mismo, que tienen que salir adelante, que necesitan cariño, voy a tocarlos, a sobre todo a estar con la familia, cuando los veo en la sala de espera, me siento, hablamos de cosas, cuento algún chiste y procuro sacar una sonrisa a personas que lo necesitan. Esa es ahora mi función.

A la familia hay que darle un apoyo total, cuando tuve el ictus, los primeros días, cuando mi mujer iba al hospital, le preguntaban cómo estaba ella y se sorprendía,  me decía… “oye aquí nadie me pregunta por ti”. Julia también se cansa, tiene la misma edad que yo y me tiene que ayudar en muchas cosas. Julia y yo somos una misma cosa. Al final siempre estamos ella y yo.

Los primeros años después del ictus, si tuve miedo de ser una carga para mi mujer y mis hijos, pero hoy en día no puedo decir, ni siquiera, que soy minusválido, sino solo un cojo o un manco que no hablo bien.

Quiero ser un viejo joven y tener ilusión. Las cosas hay que hacerlas con ilusión, sino el fracaso está muy cerca, hay que pensar que lo vas a conseguir, aunque no llegues. Al final del verano pasado, estaba en mi casa y me dijo mi hijo el mayor que al día siguiente salía la regata a Canarias, hace mucho tiempo que no hacemos una cosa importante”,  ahora estoy con la ilusión de irme este verano a ir a Canarias con mi hijo. No sé si lo haré o no, pero lo estoy pasando extraordinariamente, cogiendo los libros, viendo de donde vienen los vientos, que rumbo hay que seguir…

Testimonio cedido por Cairys, psicología y bienestar.

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