Paula Pereira, Esclerosis múltiple, Pontevedra, España.

Esclerosis múltiple

"La vida con esclerosis múltiple sigue siendo mucha vida"

Paula Pereira

Paula Pereira

Imagen de perfil de Paula Pereira, Esclerosis múltiple, Pontevedra, España

Soy una chica de 28 años que desde hace tres convive en armonía con la esclerosis múltiple.

Me llamo Paula, tengo 28 años y desde hace 3 padezco esclerosis múltiple. Os voy a contar mi historia y espero que lleguéis al final para poder ver el final feliz.

Bueno, para quien no lo sepa la EM, es una enfermedad crónica, autoinmune y neurodegenerativa (que en sus inicios cursa por brotes en mi caso, siendo esta la forma más frecuente de la enfermedad) que acarrea multitud de síntomas, que van desde la fatiga, pasando por la vista, vejiga, sensibilidad, entumecimiento de las extremidades, inmovilidad, desequilibrio...

Bien, mi historia comienza en 2014, cuando tras un periodo de estrés yo empecé a notar que me pasaban cosas raras. Notaba que no tenía un control total sobre mi cuerpo, como si las piernas hicieran lo que les daba la gana, era incapaz de bajar unas escaleras sin barandilla... y efectivamente no estaba loca como pensaba al principio, me estaba sucediendo algo. Tuve la buena suerte de que mi doctora de cabecera se dio cuenta al momento de lo que era e hizo lo pertinente, derivarme al neurólogo. Mi preocupación en aquel momento iba muy acorde al desgaste de mi cuerpo, no paraba de crecer. Hasta que finalmente, en el periodo en el que esperaba a hacer la otra de las dos pruebas que el neurólogo había solicitado, tuve que ir por urgencias. Mi situación era insostenible, nunca mejor dicho, ya mi cuerpo malamente conseguía mantenerse en pie. Allí les dije que tenía una resonancia hecha, y cuando la pudieron ver me dijeron que tenía inflamaciones en el cerebro, que me iban a ingresar para la medicación y más pruebas. Supongo que por nervios, o incluso emoción de saber qué me pasaba al fin, ni se me ocurrió preguntar a qué se debían dichas inflamaciones, entonces no fue hasta más tarde cuando, ya con mi gotero de corticoides puesto, me dijeron lo que tenía exactamente, le dieron nombre y apellido a esas inflamaciones. Era esclerosis múltiple.

En mi cabeza, en esos momentos, era tendencia la autocompasión (y un montón de insultos a la médica que me estaba dando el diagnóstico, pero eso no es demasiado importante) y así fueron mis primeros meses de convivencia con la enfermedad. Yo estaba triste, y el mundo no se había parado, era como si no se hubiera enterado de lo que me había pasado. Y no, descubrí que no era el ombligo del mundo; y me hizo darme cuenta de que, si el mundo no se paraba por mí, tenía la obligación de intentar seguir moviéndome con él, fueron momentos de altibajos, de intentos frustrados con una falsa sonrisa perpetua. Pero hubo un momento, en el que me encontraba preparando los exámenes del segundo cuatrimestre, en el que mis síntomas se habían agravado, otra vez, me pasé primero un tiempo negando que fuera un brote, como si por el hecho de pensar eso,se fuera a pasar solo. Y no, aquello no era una solución. Tuve que echarle mucho valor parea asumir que solo 6 meses después del diagnóstico había llegado el temido segundo brote.

Allí me planté en la consulta de mi neurólogo para que me recetara los 3 gramos de corticoides pertinentes. Y él estaba tranquilo, y me consiguió transmitir esa tranquilidad. Efectivamente, era un brote, ¿y qué?.

Fui consciente de mi nueva situación y circunstancias de vida. Me tenía que acostumbrar a llevarme esos palos, pero siendo consciente de que no toda mi vida iba a ser eso.

Me di cuenta de que mi actitud solo había conseguido empeorar mi situación. De que no había dejado de hacer cosas por culpa de la enfermedad, sino que las había dejado de hacer por mi estado de ánimo, y que esforzándome un poco, podría continuar con mi vida normal, aunque adaptándola un poco a mis necesidades. Y fue cuando empecé a escribir.

Al empezar a escribir sucedieron muchas cosas buenas, empezando por haber encontrado un nuevo hobby y siguiendo porque mucha gente me decía que las experiencias que compartía las ayudaba. Y eso creo que fue el mayor subidón de mi vida, con mis palabras ayudaba, la gente me daba las gracias, y pocas cosas me gustan más que saber que hago la vida de otra persona un poquito mejor, que al fin y al cabo es un pasito hacia un mundo mejor. Y así sigo a día de hoy, con una vocación nueva: ayudar a gente a pasar el mal trago por el que hace unos años me tocó pasar a mí, a encajar el golpe con positividad, enseñar a otras personas a adaptar su vida demostrándoles que es posible llevar una vida normal, y sobre todo muy feliz; que al fin y al cabo la vida son dos días y no nos debemos pasar uno lamentándonos por las desgracias que nos vengan, si no peleando para paliarlas y continuar hacia delante a la espera de las nuevas sorpresas que vengan, tanto las buenas como las malas, para las que estaremos bien preparados.
 

"El miedo es normal, pero no es crónico. Todo pasa y con la EM finalmente se aprende a vivir, y bien."

Foto de la historia de salud de Paula Pereira, Esclerosis múltiple, Pontevedra, España

Mi esclerosis múltiple sigue bastante bien domada y comportándose los dos últimos años. Sigue sin cura, pero se siente que cada día está más cerca, y más si continuamos visibilizando nuestras historias.

Mi día a día sigue siendo una pelea constante ya que, al ser estudiante el deterioro cognitivo es el principal mal a batir, pero no bajo los brazos nunca. Estoy dispuesta a esforzarme lo que sea necesario y creo que todo el mundo debería hacer lo mismo de cara a perseguir sus metas. Nunca digas que no puedes hacer algo, y si lo intentas y no sale, no dudes en insistir.

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