Arancha Martín
Arancha Martín
Me llamo Arancha Martín. Soy madre, salmantina, periodista y... ¡soy feliz!. Sí, feliz aunque la Esclerosis Múltiple se haya empeñado en acompañarme en este camino maravilloso que llamamos VIDA.
Intento ser fuerte y a veces me doblo.
Ni en dos ni en tres:
en cientos.
Me doblo en mitades, invisibles trozos,
añicos chiquitos rotos al bies.
A veces me sesgo en pensamientos tuertos
que luchan, ilusos, por no querer ser.
A veces me hundo, me inundo, me tenso.
A veces, quién sabe; a veces… lo sé.
Y me rompo. Y resucito sin miedo al por qué.
¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora?
¿Por qué en este cuerpo? ¿Por qué?
¡Calla! ¡No pienses! Hilvana tu boca:
Cósete a la sombra de un alma valiente
Corre las cortinas.
Esquiva la pena. Derriba el temor.
Y es cuando sonrío y levanto la frente.
La apuesta es fuerte, no vale la inquina.
Me sobra el valor.
Y aquí estoy. En el trasnochar de los días.
Retando al cansancio, retando al dolor.
Retando a mi mente que a veces se olvida
que sólo la lucha me hará vencedor.
Y es cuando te miro y te veo sonreír.
Todo tú eres belleza.
Grandeza.
Inocencia pura.
Ganas de vivir.
Y quisiera parar un poquito el tiempo.
O si no pararlo… hacerlo más lento.
Para disfrutar de ti cada suspiro.
Cada sueño.
Cada carcajada que me llena el alma.
Cada capricho. Cada lágrima.
Ese balbuceo de lengua de trapo
que me hace valiente, tranquila, especial.
Voy a meter todos los sentimientos de amor en un cable chiquito.
Ésa será mi mielina perdida. Mi fuerza. Mi caminar.
Todo estará conectado. Todo volverá a empezar.
Ya no habrá más cortocircuitos.
Mi única enfermedad… será la de amar.
Despertar cada mañana y decir "buenos días" a mi marido. Ver la carita, aún dormida, de mi hijo. Y dar gracias por poder disfrutar un nuevo día. Porque tener una enfermedad crónica no significa que no podamos sentirnos afortunados. Yo lo soy. Mucho. Aunque la Esclerosis Múltiple intente a diario recordarme que mi vida ha cambiado. Pero lo importante es asumir y afrontar los cambios.
Si no puedo ir tan rápido como antes... voy más despacio. Gestiono mi fatiga. Y sonrío a la vida que me permite ser feliz junto a los mios. Tengo Esclerosis Múltiple, sí, pero también tengo vida. Y muchísima esperanza en que, más pronto que tarde, la investigación dé sus frutos y encuentren una solución para esta enfermedad tan caprichosa, tan impredecible a la que llaman "de las mil caras".
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