Rosa María Torrez
Rosa María Torrez
Siempre fui una mujer muy risueña; de aquellas personas que se reían de todo, me encantaba bailar hula-hula y focklor mexicano, de verdad lo disfrutaba mucho. Cuando apareció la endometriosis todo se derrumbó, esa mujer que algún día fui comenzó a desaparecer entre el dolor y los cambios hormonales que se reflejaban en los cambios que presentaba mi cuerpo.
Fue hace algunos años cuando todo comenzó. En realidad a veces por desconocimiento, una puede ignorar señales tan simples como ser irregular en el periodo. Yo comencé a detectar esto por agosto del año 2019, pues de un día a otro al despertar vi mi rostro lleno de granos.
Al principio pensé que era una alergia o algo sin importancia. Pasando las semanas me di cuenta que iban apareciendo más y más. Fue entonces cuando mi autoestima comenzó a caer, también estaba engordando (entre en pánico). Entonces decidí ir con el dermatólogo para tratar el acné, en realidad pensé que al tomar el tratamiento todo mejoraría, pues por dos meses mi cara volvió a ser la misma.
Pero después volvieron los granos y así viví un año más hasta que el periodo menstrual comenzó a ser muy doloroso, hasta el punto de darme temperatura (pese a esto seguí sin darle importancia).
Recurrí a otro dermatólogo, ya que para entonces tenía la cara espantosa, llena de granos y cicatrices por rascármelos o apretarlos (grave error porque ahora quedé toda marcada). Él me dijo que debía hacerme un ultrasonido pélvico para descartar quistes en los ovarios o matriz.
Al hacerme el ultrasonido fue de los peores días de mi vida, porque la doctora me dijo "tienes un tumor bastante grande en el ovario derecho". Se me vinieron tantas ideas a la mente... Saliendo de la clínica comencé a llorar, no sabía, ni mucho menos entendía lo que estaba sucediendo. Llamé a mi hermana y fue entonces cuando pude pensar más claro.
Con la mente más tranquila fui al médico y comencé el protocolo (en México así se le llama al procedimiento que debemos seguir antes de alguna cirugía en el sector público).
Fueron casi tres meses de visitas al hospital, infinidad de estudios, que lo único que hacían eran lastimarme aún más. Gracias a Dios durante mi procedimiento estuve rodeada de excelentes profesionales de la salud que todo el tiempo me cuidaron, hasta el día que llegó la cirugía para extraer el ovario derecho, pues desgraciadamente ya no pudo ser rescatado.
Pero dentro de todo lo malo que estaba viviendo en esos momentos, recordé el miedo que sentí por algunos meses cuando pensábamos que era cáncer. No dormía, no comía, todo el tiempo estaba distraída, cometía errores en el trabajo e iba muy mal en la escuela, todo estaba mal. Cuando me dijeron que no era cáncer me sentí muy afortunada y supe ahí que tenía que seguir luchando.
Algo que de repente me molestaba mucho era cuando me decían... "¿que te sucedió en la cara?, ¡tú no estabas así! ¿Engordaste?"
Nadie, absolutamente nadie sabía lo que mi cuerpo estaba experimentando, fue muy doloroso ver estos cambios, porque en el fondo yo no entendía porque me estaba sucediendo.
Me quedé sin autoestima, me quedé sin ganas, me sentía asquerosa.
Cuando la ginecóloga me explicó cómo era esta enfermedad comencé a entender todo. En realidad me sentí muy triste cuando me dijeron que no había cura para ésto y es que vivir con dolor, hinchazón de pies e incluso manos, diarreas, náuseas, cambios de humor, dolor durante el periodo (anormales porque el dolor es como 10 veces peor a lo que normalmente se siente) NO ES VIDA.
Hasta el momento me está costando mucho trabajo aceptar mi cuerpo, pues en una sociedad con estándares de belleza tan altos, donde las mujeres deben tener una súper cinturita y tener el cutis perfecto, ahí no entro yo, pues está enfermedad me tiene mal física y emocionalmente.
Mi hermana todos los días me dice que debo hablarle a mi cuerpo y decirle que me ayude a ser fuerte, también me dice que debo de ser muy valiente porque estoy a punto de entrar a un tratamiento que es algo agresivo con el cuerpo.
Yo no les voy a mentir, tengo mucho miedo, pero también sé que si le echo muchas ganas voy a salir adelante y quizá pueda tener un mejor estilo de vida, ahora ya no puedo comer muchas cosas que antes me gustaban y disfrutaba, nunca seré delgada o tendré un abdomen plano, tengo que cuidarme al doble, pero no debo olvidar la lección y
debo ser valiente
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