Julio García
Julio García
Mi nombre es Julio García, tengo 28 años, de los cuales he vivido 20 como diabético tipo 1. A lo largo de ellos he recorrido un camino largo hasta poder decir que SOY diabético, no que tengo diabetes. Para mí, esto es como cualquier otro de mis rasgos o personalidad, igual que decir que soy perseverante o soñador.
Haber aceptado la diabetes como algo permanente fue el primer paso para empezar a construir. No creo en una cura (al menos cercana) ni espero de brazos cruzados avances que me faciliten la vida. Considero que lo que hay es lo que es y hay que intentar desenvolverse con ello de la mejor manera.
Tratar de controlar la diabetes no solo a modifica tu vida, también te termina cambiando. Sin embargo, esto no tiene porqué ser algo negativo. Con el tiempo, ese autocontrol, organización, rutinas y escuchar mi cuerpo se han convertido en poderosas herramientas no solo para desenvolverme como diabético, también para mi trabajo y el deporte. La diabetes se ha convertido en una aliada para una de mis pasiones, el deporte. La actividad física es uno de los pilares del tratamiento, junto con la dieta y la insulina y a menudo suele ser uno de los grandes desconocidos, no solo por el paciente, sino también por el propio personal sanitario. Su capacidad de aumentar la sensibilidad a la insulina junto con el descenso que provoca en el nivel de azúcar en sangre hacen que sea un poderoso aliado, pero también un peligro si no se realiza adecuadamente o sin tomar precauciones.
La "actividad física moderada" que recomiendan no es una meta, puede ser el punto de partida. Hay que ser progresivo y constante, teniendo en cuenta que el autocontrol es la base de todo. Aprender cómo reacciona el cuerpo ante diferentes deportes, en horarios distintos, antes o después de comer, con insulina o sin ella... Todo de la mano de nuestro endocrino y personal sanitario de referencia. De esta manera, no solo estaremos sentando las bases para poder ampliar cada vez más nuestra práctica deportiva, también de esta manera acumularemos recursos para que la diabetes nos limite lo menos posible en nuestro estilo de vida.
Antes de participar en una carrera, hay que ser capaz de controlar la diabetes dando un paseo. Hay que ir construyendo poco a poco para alcanzar y mantener aquello que nos motiva. En mi caso, desde hace muchos años soy un apasionado de las carreras de montaña. Creo que son un símil de la diabetes, en el que hay que aprender a manejarse en subidas y bajadas, empleando todos los recursos disponibles y dosificando energías. Han sido el campo de pruebas perfecto para comprobar que con preparación y esfuerzo, la diabetes no supone un límite. Ni siquiera en competiciones tan exigentes como la Ronda dels Cims, un ultramaratón de montaña de 170km y 27.000 metros de desnivel acumulado que pude completar en 2016.
Desde mi punto de vista, la diabetes es un deporte de equipo que se juega solo. Es fundamental apoyarse en la familia, entorno e involucrarse con el personal sanitario. Solo de esta manera seremos capaces de aprender y hacer acopio de estrategias y recursos para ponerlos en práctica en nuestro día a día. Sin embargo, creo que nadie debería decirnos que no somos capaces o que no podemos hacer algo. Y es que el límite, muchas veces, está en dejar de intentarlo.
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