Adrián Díaz, Diabetes, Asturias, España.

Fui diagnosticado de diabetes con 16 años, en plena adolescencia. De inicio me lo tomé bastante bien, aprendí rápidamente y me desligué enseguida de mis padres en el autocuidado (insulina, cálculo de raciones, corrección de hipoglucemias...).

En la universidad me despendolé un poco, (sobretodo tengo una experiencia que me marcó bastante con el alcohol), pero rápidamente retomé la línea. Aunque hubo un antes y un después.

Hace 4 años, me puse una bomba de insulina. En ese momento, no solo mejoré mis controles sino que me mejoré a mí mismo. Volví a leer, a formarme y a cambiar mis pequeños vicios poco a poco. También fue la antesala de lo que a día de hoy es mi proyecto de "Don Sacarino" y mi web (www.donsacarino.com).

Desde un inicio, no he tenido ningún tipo de drama o limitación con mi diabetes. Sí, he tenido episodios aislados desagradables relacionados con el gran desconocimiento que había en mi época sobre la diabetes (poco a poco se va subsanando este problema gracias a las redes y al basto mundo del internet), pero nada que me haya puesto una piedra en el camino.

Sin que quede demasiado egocéntrico, he de decir que soy yo mismo un gran aliado frente a mi diabetes. Seamos sinceros, somos nuestro mejor amigo o nuestro peor enemigo según cómo planteemos nuestra vida o alguna parte de la misma. Y sin duda, la diabetes se aprovecha de ti y de tus posibles debilidades...cada día que pasa lo tengo más claro: cuanto más te valores y respetes, controles tu estrés, te quieras, disfrutes de ti mismo..., menos te dará por saco la diabetes.

Así que procuro trabajar mucho conmigo mismo: ser independiente, seguir aprendiendo, coger rutinas (que básicas son), valorarme y saber que valgo y puedo infinito más que esta pesada que tengo a la chepa susurrándome al oído.

Si salimos de mi centro del universo, sin duda tengo que decir que un gran apoyo lo tengo en mi pareja. Me ayuda en algo muy importante: hacerme la vida un poco más fácil, quitar de su tiempo para alargar el mío. Ha aprendido bastante bien a contar raciones y siempre me trae los cálculos cuando a ella le toca cocinar. También me recuerda y me pregunta a diario como me va. Francamente, no le puedo pedir más.