Cecilia Beatriz Cuzco
(Persona que cuida)
Cecilia Beatriz Cuzco
Mi experiencia como cuidadora inicia hace 7 años cuando me capacité para ser auxiliar de enfermería. Al obtener el certificado de cuidadora realicé la pasantía en la fundación IPCA de la Ciudad de Cuenca, Ecuador, donde al estar en contacto y apoyar en las necesidades de niños con discapacidades que me enseñaron que la vida es una sola, cuan hermosa es y cómo debemos atesorar el día a día. Esta experiencia me llevo a recordar anécdotas de cuidado de mis padres de crianza y como disfruto de esta profesión.
Con el transcurrir del tiempo y la necesidad de empleo para el bienestar de mi familia. Llegue a encontrar trabajos momentáneos aplicando lo conocido hasta ese momento. Siempre he disfrutado de cuidar de otros y esa vocación me llevo a reflexionar sobre lo importante que es cuidar del adulto mayor con tantas cualidades que aportan a la sociedad. Llenos de sabiduría y demostrando lo frágil que podemos llegar a ser todos, aportaron una gran lección a mi vida y comencé a enfocar más mi trabajo en ellos.
Entre mis memorias aparece el rostro tierno de una abuelita de alma cariñosa con el apodo de doña Lachita, a sÍ se la trataban de cariño los familiares. Tenía una enfermedad degenerativa conocida como Alzheimer. Era la razón por la que en mi veía una amiga de su escuela. En algunas circunstancias reconocía y no a sus hijos, ni familiares. La mente de aquella abuelita vagaba en recuerdos de toda una vida, aunque estaba llena de vivencias y lecciones de vida que sus familiares recordaban de ella, me enseñaba cada día y le tomÉ tanto cariño. A veces entre miradas sentía que yo era su apoyo en esos momentos dando una sensación de satisfacción.
Vivencias de un trabajo hecho con amor y lleno de entrega. Por ello todas las tareas de limpiado, alimentación y cuidado incluso antes de que supiera de la red de cuidadores, mi vocación era esta y trabajar con Lachita me dejó muchas lecciones que aplique en mi vida. Fueron aquellos unos 3 años maravillosos a su lado.
También durante la época que cuidaba de doña Lachita y por la excelente convivencia con sus familiares tenía tiempo de atender a una parejita los fines de semana don Antonio y doña Rosita. Esta parejita se cuidaba el uno al otro se mantenía como dos eternos enamorados. Mi apoyo con ellos era más enfocado a sus necesidades de fines de semana. Ellos eran mucho más activos escuchábamos música, géneros entre boleros, tangos, pasacalles, clásica. Otras actividades entretenidas como jugar cartas, les leía libros, veíamos películas. Una experiencia muy agradable donde comprendí que la importancia del amor en las parejas adultas, que como los jóvenes todos esos aspectos no dejan de estar.
He cuidado eventualmente a otros abuelitos como don Roberto. Él es un abuelito picarón, tiene diabetes y demencia senil, lo apoyaba en todas sus actividades diarias con normalidad. No puedo decir lo mismo de sus familiares ya que a ellos solo les interesaba el aspecto económico del abuelito. En mis días de trabajo vi esa falta de afectividad y como venían a desorganizar la planificación de cada día. No se ponían de acuerdo; para mí fue una pésima experiencia que causaba incomoda e impotencia al no poder realizar mis labores como deseaba y debía.
Después cuidé a otro abuelito: Don Enrique, él tenía cáncer a la próstata y demencia senil, lo cuidé 6 meses. En su caso le desahuciaron, por ello, su cuidado lo realice en casa con medidas de bioseguridad. Mi servicio con él era igual que con los otros abuelitos que había trabajado. Experimente como el cáncer atacaba el sistema día a día. Reflejado con el mal genio, la ansiedad por comer, notaba como perdía la noción de lo que pasaba a su alrededor.
Experimente su último día de vida. Tal vez muchos no crean en lo espiritual o las sensaciones, pero ese día yo tuve un presentimiento que transferí a uno de sus familiares. Una opresión en el pecho me indicaba que algo pasaría, el día continuo con lo cotidiano y en un instante luego de abrazar el cuerpo del mismo, una paz invadió mi alma, la sensación pese a ser el fin de una vida, sentía que todo para él se había cumplido. Un respiro final que me enseño eso que muchos perdemos y es entender que en un punto de nuestras vidas está se acaba.
Después con la pandemia llegó una etapa nueva en la vida de todos, con las restricciones y las medidas ante la nueva enfermedad, se dio un parón en todo el mundo haciendo que el mundo tenga que adaptarse a una nueva realidad, en el que la tecnología se volvió la herramienta para aprender cosas nuevas. Este evento nos enseñó, creo que a todos, que necesitamos mucho de otras personas, de la responsabilidad del ayudar y ser solidario en momentos de crisis mundial que no solo afectaban en lo laboral, sino en la estabilidad emocional.
Una de las últimas experiencia fue con una señora de 81 años que padece de diabetes y Alzheimer. Su deterioro aumentaba rápidamente; desconocía a las personas y tenía una mezcla de sentimientos, la razón por la que los cuidados eran las 24 horas del día, fueron dos meses trabajando puertas adentro, en los que no podía salir de aquella casa, ni los fines de semana para tener a la abuelita cuidada como se debía. En mis momentos libres continuaba con mi capacitación en la red de cuidadores RLC. Lo que me ha dado nuevas maneras y conocimientos para brindar mis servicios con calidad y empatía.
Estas son mis experiencias resumidas en unas cuantas anécdotas con el cuidado de los mismos.
A manera de una reflexión me gustaría que se entendiera que todos los cuidadores tanto personas independientes como dependientes de otros, con enfermedades tanto tratables como terminales merecen un cuidado de acuerdo a sus condiciones.
Esta vocación y la enseñanza que mi preparación me ha dado, me dejó ver que debo estar preparada tanto en conocimientos como en el aspecto del cuidado de las personas que requieran mis servicios. Destacando la importancia de apoyar no solo al paciente, sino a su familia siendo aquellos los pilares fundamentales para dar amor, confianza, protección, voluntad y sobre todo empatía que nos hace mucha falta en esta dura pero maravillosa profesión que nos hace respetar a la vida y sus etapas. Una profesional que se dedica a una ciencia humanitaria que debe tener el cuidado de ponerse en el lugar de los demás sin perder su propio lugar.
Premios Relatos Supercuidadores 2021.
Este testimonio ha sido cedido por http://cuidadores.unir.net, con autorización del autor; en colaboración para dar visibilidad a las personas que viven ante la adversidad en la salud.
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