Mapi, Cáncer de mama, Zaragoza, España.

Todos tenemos dos vidas, y la segunda empieza cuando te das cuenta de que sólo tenemos una...

Recuerdo notarme un bultito en el pecho un día en la ducha; curioso que aún recuerde fechas y sensaciones y me suba recorriendo algo por el cuerpo al escribirlo.

Recuerdo decírselo a mi chico, recuerdo ir al día siguiente a mi médico de cabecera, recuerdo ser derivada al ginecólogo y empezar con la mamografía en la que me dijeron que además de ese tenía otro bulto interno y que ambos parecían sospechosos y también recuerdo pensar que con lo joven que yo era que eso no era normal. Todo el mundo me decía que a mi edad sería un simple quiste... y allí estaba haciéndome una biopsia que confirmó lo peor cuando me llamaron antes de tiempo para darme resultados.

Empezamos con las miles de pruebas y a la vez con un tratamiento de fertilidad para conservar mis óvulos en caso de que una vez curada pudiera y quisiera ser madre. Os podéis imaginar los meses tan malos... y fue en la operación donde empezaron las buenas noticias.

La mastectomia salió bien y el cáncer estaba en la etapa inicial, aún así me dieron tratamiento de quimio y como mi cáncer era del tipo her2+ (un tipo de tumor que debido a sus características requiere una medicación extra y por eso estuve con goteros otro año y medio más).

Debido a mi edad me hicieron pruebas genéticas para descartar que fuera portadora del gen y salieron negativas, otra buena noticia. 

El pelo se cae pero crece, los dolores, náuseas y vómitos se pasan, el pecho te lo reconstruyen y poco a poco se va volviendo a la normalidad, esa normalidad que me encanta de poder dormir en mi cama y no ingresada en un hospital, de pensar donde vamos a ir el próximo finde y no de si tengo médico y cuál la próxima semana... sigo con tratamientos hormonales que duran dos y cinco años, con sus efectos secundarios correspondientes..., queda mucho, porque como yo digo, parece que si te ven con pelo y guapa ya estás bien, pero esto no es una gripe..