Laura Ortega, Cáncer de mama, Madrid, España.

Poco a poco los diagnósticos se van asimilando y va pasando  el  tiempo, una vez aceptado el proceso, tengo la necesidad de hablar y contar, de informarme para mejorar,  de las experiencias positivas de otras personas . No me apetecía utilizar internet, me agarré a ver que podía hacer yo, con la gente que conocía y con alguna terapia alternativa. Me ayudó conocer  a una persona experta en kinesiología, me recomendaron fijarme en cosas que me identificaran, en mi caso elegí las estrellas, una de las enseñanzas de mi terapeuta fue no adelantarme al futuro, no imaginar lo que me podía pasar más adelante. El resultado es que poco a poco fui sintiéndome más fuerte, podía controlar mis pensamientos y no estar a merced de la enfermedad y de los médicos: La enfermedad no la eliges tú pero, si como vivirla.

A partir de ese momento fue determinante, empecé a hacer cosas que me ayudaron a llevarlo mejor. Una de ellas fue hacer un chat en donde aparte de hablar de la operación y otras cosas, me ayudó para tener un montón de energía y apoyo de mucha gente y atener una sensación muy importante de no estar sola. El sentir que se preocupan por ti, sentirse querido es muy importante para superar la enfermedad y vivirla de una manera más plena.

Una frase que me gusta mucho es “Yo no soy mi cáncer”.

Yo sigo siendo Laura, maestra y madre y tengo una enfermedad y  entiendo a los amigos, a la gente que te mira con lástima, con recelo porque también estuve al otro lado. Solamente con saber que están ahí y forman parte de tu vida es suficiente para salir adelante.

Otra cosa que cuesta un poco es el cambio de actividad, trabajo, dinámica familiar, todo se queda ahí.

Dejas quizás de ser madre en cierta medida para volver a ser hija donde toda tu familia te cuida y se preocupa por ti.

Para mí lo más duro fue saber que me iban a hacer un tratamiento de quimioterapia y la pérdida del pelo, era uno de mis indicadores, una de mis características (los rizitos de oro de Laura), pensaba que no lo iba a asumir. Decidí hacerme una buena peluca,que me ayudó a verme bien y a llevarlo con más alegría y naturalidad.

También la pérdida de los pechos, pero tuve la suerte que me los reconstruyeron en el momento de la operación y te das cuenta que tampoco están tan mal y que forman parte de la nueva realidad.