Yolanda Preciados
Yolanda Preciados
Mi nombre es Yolanda, muchos amigos me llaman Yoyo. Soy de Pamplona y me fui a la Costa del Sol a vivir hace unos 30 años. Soy empresaria inmobiliaria. Estoy casada, tengo un hijo maravilloso y una familia inmejorable. He tenido una experiencia de vida que casi me mata.
Mi primera gran experiencia con el cáncer empezó con la enfermedad de mi padre, una leucemia que a los 66 años acabó con su vida. Ese mismo año, con todo mi dolor por su pérdida, me vi visitando las mismas salas de oncología, pero esta vez para mi. Me detectaron un cáncer en el cuello del útero.
Fue un desastre de noticia. Yo que me sentía una persona joven, sana y deportista, con una vida normal y saludable. Cuando te dicen que tienes cáncer, te preguntas si algo ha fallado en tu cuerpo debido a alguna costumbre o alguna otra causa en la que uno tiene algo que ver, sin embargo, no es así, es solo mala suerte.
Pero al final, sí que tuve mucha suerte. En un citología rutinaria de un control anual, me lo diagnosticaron a tiempo. Y ahí fue donde empezó mi lucha.
Mi actitud, desde ese momento fue de afrontar lo que fuera, como una absoluta guerrera. Es mi forma de ser. No aceptar una derrota antes de luchar con todas tus fuerzas, es más, nunca tuve dudas de que me podía salvar.
Al ser autónoma y empresaria, el estrés me permitió estar enfocada en otras cosas y no vivir unicamente entorno a la enfermedad. El hecho de ser un cáncer microscópico, un adenocarcinoma, no me afectó en mi día a día, sin embargo, la sensación de saber que llevaba un cáncer muy agresivo dentro, supuso hasta la operación, pasar por momentos muy duros porque no sabes que destino vas a tener, cómo y dónde va creciendo y cuando te lo van a poder quitar. Son momentos que te quitan el sueño llenos de angustia y miedo.
Mi actitud positiva y mi temperamento luchador, me ayudaron mucho para no permitir ni asumir que el cáncer me pudiera llevar por delante. Curiosamente, sentí a veces incluso un sentimiento de euforia al que me agarraba para vivir. No llevé nada bien, la pérdida de mi útero. Pero lo superé.
El apoyo de mi familia, los amigos íntimos, mis empleados de entonces, fueron apoyos fundamentales en esos momentos.
En aquel momento no tuve contacto con asociaciones, ahora, sin embargo, yo lo recomiendo. No se debe afrontar una enfermedad como ésta en soledad. Debes rodearte de gente que te puede apoyar y llevarte en el camino con cariño y paciencia.
Una vez superado y después de unos tres años, tuve una recaída en un viaje de negocios de Málaga a Almería. Tuve otro tumor en un ovario, esta vez benigno. Me produjo una torsión ovárica completa y una importante hemorragia interna. Perdí el ovario derecho y la trompa de falopio. Como consecuencia de esto y después de nueve horas hasta recibir el diagnóstico, me operaron de urgencias a vida o muerte en el primer hospital que se cruzó por mi camino en Granada, en soledad. Pasé muchísimo dolor y miedo porque me encontré con la muerte de frente.
Los sentimientos que experimenté al entrar en el quirófano y no saber si iba a salir con vida, no pueden describirse con palabras. Pensé que no vería nunca más a mi hijo. Hay un antes y un después de este momento en mi vida.
Afortunadamente todo salió bien y mi salud ahora es perfecta, No he estado mejor en mi vida. Incluso hago más deporte que antes: Crossfit, esquí, navegación, pádel surf…
Unos años más tarde y en un viaje a Madrid de negocios, me invitaron a un evento de “causalidad”, y conocí a los organizadores de Reto Pelayo Vida - Transatlántica 2016. Me comentaron el perfil de las mujeres que estaban buscando, hicimos un cásting y entre más de cien personas me eligieron a mi.
Nunca me había dado por navegar, yo, a pesar de vivir en Marbella, soy de secano... muy de Pamplona, pero dije.. ¡yo me meto aquí como sea!. Con mi actitud y mucho humor compensé mi falta de conocimientos y experiencia.
Esta extraordinaria experiencia ha marcado mi vida. Hemos tocado muchas almas. Nosotras cinco nos hemos hecho hermanas, disfrutamos de una gran complicidad . Cruzamos el Atlántico y la repercusión que hemos tenido en los medios, fue tremenda: conferencias, prensa, medios de comunicación en general,... Todo el mundo se identificó y empatizó con nuesto mensaje y nos sentimos orgullosas de representar al colectivo de mujeres que han sufrido esta experiencia, demostrando que después de un cáncer, puedes hacer todo lo que quieras.
A mi, me gusta mucho abrazar, así que he dado millones de abrazos muy fuertes apretadizos a todas esas personas que han pasado por algo así, a ellas y a sus familiares que sufren en silencio. Creo que en el abrazo se sintetizan todas las emociones y los apoyos que se pueden dar.
Ahora, me encuentro maravillosa y mejorando. Solo espero que el estrés que sufro, no consiga acabar haciendo lo que el cáncer no pudo...
Cuando se pasa por una experiencia como esta, coges distancia y priorizas lo que “de verdad importa”.
Disfruto como nadie de cada momento de mi vida, de mi gente, de mi copa de vino con mis amigos, de mi música… Solo tengo un deseo, que mi amiga Julia celebre conmigo pronto su completa recuperación.
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