Manuel Ibañez
Manuel Ibañez
Nadie puede predecir cuando llega la enfermedad en su vida. Lo que si puede hacerse es luchar por superarla. En mi caso puedo decir que cólicos grandes y falta de potasio me avisaron de un posible mal funcionamiento había en mi interior. Puedo decir que esas alarmas pudieron ser las que detectaran que había un tumor cancerígeno en mi Colon. Si no hubieran dado lugar a múltiples estudios y pruebas es posible que cuando se hubiera manifestado ya podría haber sido tarde y difícil de tratar eficazmente.
Cuando me dieron la noticia supe reaccionar muy bien. Les dije a los míos que lo íbamos a superar consciente del gran miedo que en su interior había y que mis palabras no se lo quitaría. Soy persona optimista y siempre busco la solución a las cosas, eso siempre me ayuda y a la vez es una buena terapia para mi vida.
A principios de 2013 comenzó mi caminar por un mundo incierto y a la vez mi lucha por la vida y dispuesto a conservarla como fuera. Me operan un lunes por paroscopia y todo parecía ir de maravilla, era una realidad que jamás imaginábamos fuera así. El sábado de esa semana por la mañana me daban el alta y volvía a casa. Por la tarde volvieron los malditos cólicos que ya conocía y ahora eran irresistibles. A gritos y dolores me volvieron a ingresar por urgencia y a la hora volvía al quirófano con una urgencia inusitada. Tenía una peritonitis que siete horas de operación y unas grandes manos profesionales de otro distinto cirujano me salvaron de una muerte segura. Ahí si que me encontré con la realidad del cáncer, los cuarenta días que pasé ingresado y las realidades que viví, me hicieron descubrir lo que se puede pasar y las consecuencias que el cáncer puede acarrear. Fueron días en los que el sufrimiento, el debilitamiento, la soledad, los miedos y la angustia de no saber lo que podría pasar a veces me hicieron dudar y el optimismo un poco se debilitó.
Además me acompañó a partir de entonces una amiga que me complico más la vida, LA BOLSA. Soy creyente y eso fue lo que me levanto el ánimo. En las largas noches sin apenas dormir, yo intentaba decirle a Dios que no me llevara todavía con ÉL, que tenía que ayudar a muchas personas, que debía ser un apoyo para todos los que estaban sufriendo como yo. Me hizo caso y aquí estoy.
Cuando salí del hospital tuve que aprender andar otra vez, la pérdida de 20 kilos se notaba en mi cuerpo, en mis fuerzas y en mi movilidad. Mi mujer y mi hijo me ayudaron a aprender a volver a ser yo. Mi mente me confirmo que yo debía ser el de antes y había que lograrlo. Comenzó la quimio y otros tratamientos de apoyo. Como mi cuerpo estaba muy débil lo llevé mal y en un principio me costó mucho, luego lo llevé mejor. Mi problema más grande era la bolsa, el ser ostomizado lo llevaba muy mal. La verdad que el primer hospital donde me realizaron las tres primeras operaciones y el tratamiento de quimio no me enseñaron a ser amigo de ella. Sólo me lo indicaron al principio con unas leves pautas y ahí me las tuve que arreglar como pude. En mi vida me vi en tal situación y con tantos problemas. Hoy cuando miro para atrás me admiro como pude salir de ello. Siempre pensaba para consolarme en esas personas mayores que viven en pueblos recónditos y que sus vidas han sido de labriegos, como podrían ellos ponerse las bolsa y resolver todo ello.
Mi caminar superando el cáncer llegó a enero del 2015, el oncólogo que me trataba era maravilloso y buena persona. El seguimiento principal lo llevaba la cirujana que me operó la primera vez y por paroscopia. En la vista de ese Enero me dijo que todo iba muy bien y que pronto me quitaría la bolsa. Mi ilusión, salud y bienestar se llenaba de gozo y felicidad. Además mi gran sueño en esta vida en Julio se iba a hacer realidad. Mi hija que vivía en Santander iba a tener un descendiente y yo iba a ser abuelo. Todos mis males y sufrimientos comenzaban a ser olvidados y aunque ya no podría volver a trabajar como docente, donde era muy feliz, sí podría hacer muchas cosas para ayudar a los demás.
Fueron pasando los meses y nada, la operación no llegaba. En Mayo se lo dije a la Cirujana, se lo mendigue, lo supliqué a atención del paciente. Mi nieto nacería en Julio y queríamos irnos a vivir con mis hijos a Santander. Además los cólicos volvieron a aparecer. Todo el mes de Junio para mí fue un suplicio y angustia de ver como no llegaba el momento de la operación para quitarme la bolsa. Por fin a finales de Junio me operó y me quitó la bolsa. A primero de Julio nos fuimos a Cantabria y conseguimos ya estabilizarnos en Santander, el Oncólogo nos dio todo bien arreglado para que a partir de entonces me trataran en el hospital deValdecilla.
Sin bolsa ya mi vida no era un caminar de rosas. No me sentía bien y la tranquilidad interior no era muy buena. Seguían los malestares y yo veía que mi cuerpo no funcionaba perfectamente. La noche que nació mi nieto y la mañana fue maravillosa, pero por la tarde yo ingresaba con unos dolores enormes y llegué a echar heces por la boca. Jamás me había visto tan mal. Me trataron, me ingresaron y después de miles de pruebas me preguntaron que me habían hecho en el otro hospital. Me habían quitado la bolsa y cerrado abajo. Durante seis meses me estuvieron haciendo colonoscopias y ensanchamiento interior mediante un método que ellos creyeron adecuado.
Al finalizar el tratamiento llegó la cuarta operación, aquí sabía que estaba en muy buenas manos y fui convencido que todo saldría bien. Al despertar me volví a encontrar la bolsa, pero esta vez antes de la operación y después me acompañaron dos grandes ángeles que me ayudaron a ser amigo de ella. Cualquier pequeño problema ahí estaban ellas. Dos enfermeras maravillosas que cuidan a todos los ostomizados como si fueran sus familiares. Hoy en día la cirujana me dice que me puede quitar la bolsa pero yo no quiero.
Hay un riesgo que al cabo de unos años y debido a las cuatro operaciones tenga que usar pañales, y eso sí que no lo acepto. Prefiero llevar hasta que pueda mi bolsa que me da una calidad de vida estupenda y no me impide para nada en mi vida social y recreativa. Desde el momento que los profesionales del Hospital de Valdecilla me cogieron y trataron, aquí me volvieron a dar quimio y radio, puedo decir que mi vida cambió totalmente. Eso me ayuda a poder decir que como gratitud a Valdecilla, cree con otras personas la Asociación de Ostomizados de Cantabria, he escrito dos libros sobre el cáncer y estoy con el último de la trilogía. Yo los he editado con mis dineros y lo dono todo a la Asociación Oncólogica Extremeña.
Siempre diré que mi caminar en esta vida se ha enriquecido y fortalecido con la enfermedad del cáncer, hoy en día soy infinitamente feliz y me estimula a luchar por los que lo sufren.
Manuel Ibáñez Pastor
Historias de Cáncer de colon en Córdoba
Historias de Cáncer de colon en Barcelona
Historias de Cáncer de colon en Madrid
Historias de Cáncer de colon en Jaén
Historias de Cáncer de colon en Palmas, Las
Historias de Cáncer de colon en Castellón
Historias de Cáncer de colon en Cáceres
Historias de Cáncer de colon en Santa Cruz de Tenerife
Historias de Cáncer de colon en Illes Baleares
Historias de Cáncer de colon en Asturias
Historias de Cáncer de colon en Cantabria
Historias de Cáncer de colon en - testimonio
Historias de Cáncer de colon en Capital
Historias de Cáncer de colon en Sant Quirze Del Vallès
Historias de Cáncer de colon en Collado Villalba Madrid
Historias de Cáncer de colon en Madrid
Historias de Cáncer de colon en Garciez
Historias de Cáncer de colon en Las Palmas
Historias de Cáncer de colon en Onda
Historias de Cáncer de colon en Cáceres
Historias de Cáncer de colon en Oviedo
Historias de Cáncer de colon en Zaragoza
Historias de Cáncer de colon en Cancer De Colon
Historias de Cáncer de colon en Santander
Historias de Cáncer de colon en Collado Villalba
Historias de Cáncer de colon en Los Millanes
Historias de Cáncer de colon en Jalisco
Historias de Cáncer de colon en San Cayetano
Historias de Cáncer de colon en Santiago De Surco
Cargando...