Mari Carmen Sarrion, Cáncer, Valencia, España.

Cáncer

"Orgullo de Vida"

Mari Carmen Sarrion

(Persona que cuida)

Mari Carmen Sarrion

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Cierro los ojos y aún recuerdo tu mirada y como resurgías ante las adversidades que la vida nos iba poniendo. Una vida que, a pesar de todo, tuvo sus momentos buenos aunque, aún no se por qué, recordamos más los malos.

Dentro de esos recuerdos no tan buenos, que es como a mí me gusta recordarlos, también hubo momentos simpáticos como cuando mi querida hermana estaba hospitalizada en la planta 8 de oncología y, a pesar de la situación, nos montábamos en la sala de la televisión esas fiestecillas clandestinas donde no faltaba la música, la pizza y la diversión. Ahí comenzó nuestro momento de cuidados familiares, momentos muy duros para toda la familia, pero principalmente para mi madre porque, a pesar de que los demás miembros estábamos,la cuidadora principal era ella.

Día y noche pendiente de mi hermana, de sus tratamientos, de sus dolores, de su estado anímico, haciéndose una experta en no dejar decaer a nadie, intentando que nuestro mundo dentro de lo malo fuera el mejor. De pronto esos cuidados se acaban porque mi hermana se va. Pero ahí estaba mi madre, haciéndonos ver el vaso medio lleno, sacando fortaleza para ella, para mi padre, para mi hermano y para mí, pensando en que ya después de esto llegaba lo bueno, y llegó. La vida nos dejó respirar unos cuantos años hasta la llamada:

Por favor, podría hablar con la madre o padre de Gonzalo, llamamos del hospital general de Valencia, no se preocupe, pero ¿podrían venir al servicio de urgencias?.

Se acabó la calma familiar, esta vez mi hermano pequeño estaba en coma tras un accidente de moto con un daño craneoencefálico muy grave. 

Nos comentan que no saben si saldrá de esta pero, aún así y a pesar de que apuntaba más a lo malo que a lo bueno, mi madre no decaía.

Fueron momentos de incertidumbre mientras estuvo en la UCI, hasta que nos dijeron que dentro de la gravedad estaba estable. Nosotras lo vimos como la esperanza para seguir en la lucha y sabíamos que de esta salía, ya todo iba a ir rodado. Tras la llamada de que lo subían a planta, sabíamos que unidos y dándole los cuidados que él necesitara saldría y que íbamos a luchar para que así fuera.

De poco nos importaba que nos dijeran a su hermano lo vamos a enviar a un hospital de enfermos terminales, porque nosotras estábamos dispuestas a darle la vuelta y a mover cielo y tierra para que ese hospital no fuera de enfermos terminales sino de rehabilitación craneoencefálica. Su hermano es como un bebé de 1,90, y nos entraba por un odio y nos salía por el otro, va Gonzalo que vamos a intentar andar, va Gonzalo coge la cuchara que vas a comer tú solo, no importa que se caiga, inténtalo...

Así pasaron algunos meses hasta que por fin estábamos en el hospital rehabilitador donde ya todo fue como la seda, gracias al empeño de mi hermano que entró siendo un vegetal y al cabo de los años salió, con su discapacidad, pero andando.

De poco nos importó a la familia estar día a día siendo partícipes de sus cuidados porque el vaso aún seguía estando medio lleno.

"hay momentos en que el vaso no está como ella lo veía, pero entonces pensamos en sus valores y volvemos a llenarlo."

Nuestro días continuaban y la vida pasaba, pero de pronto la cuidadora principal de la familia tiene que hacer un cambio de rol y pasar de ser cuidadora a ser cuidada. 

A mi madre le diagnostican ELA, enfermedad cruel tanto para la persona que la padece como para la familia.

De la noche a la mañana mi padre y yo nos convertimos en los principales cuidadores de mi madre y de esta cruel enfermedad.

Pasan los días y las horas y los músculos de mi madre se van muriendo y ella lo nota.

Aún así seguía viendo el vaso medio lleno, siempre se mantuvo fuerte, firme, jamás dudando y siempre retando a la vida. 

Mi padre y yo le proporcionamos todos los cuidados para sobrellevar la enfermedad mejor, hasta que su día llegó.

El vaso todavía está medio lleno a pesar de que actualmente sigo siendo cuidadora porque la vida lo ha querido así.

Ahora nos toca continuar con el rol de mi madre y seguir cuidando esta vez a mi padre enfermo de cáncer.

Nos cuesta porque no tenemos su fortaleza y hay momentos en que el vaso no está como ella lo veía, pero entonces pensamos en sus valores y volvemos a llenarlo.

Premios Relatos Supercuidadores 2018.

Este testimonio ha sido cedido por http://cuidadores.unir.net, con autorización del autor; en colaboración para dar visibilidad a las personas que viven ante la adversidad en la salud.

http://cuidadores.unir.net/informacion/premios/relatos-iv-edicion-2018/1770-orgullo-de-vida

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