Antonino Asenjo, Apnea del sueño, Guadalajara, España.

Estuve aproximadamente dos años siguiendo los consejos de los médicos y haciendo vida normal,  pero no mejoraba, incluso se agravó. Me crecieron las paradas respiratorias por hora (hasta unas 40 aproximadamente). El hacer vida normal en esas circunstancias y debido a mi trabajo de comercial que me obligaba a pasar muchas horas al volante supuso un alto riesgo para mi integridad. Después de este periodo y viendo que mi estado empeoraba me volvieron a hacer el estudio del sueño y me recetaron el CPAP.

La apnea del sueño es un problema que se produce en las vías respiratorias altas. Cuando los músculos se relajan durante el sueño, el paso del aire se cierra debido a diferentes causas y dejamos de respirar, entonces el cerebro se despierta y manda unos impulsos a los músculos para tensarlos y volver a abrir la vía y poder respirar, de esta forma el cerebro está continuamente despertandose y no hace las funciones de archivo y otras que hace cuando dormimos y sobre todo no descansa, lo que provoca un agotamiento que se manifiesta con somnolencia durante el día, cansancio físico y fuertes dolores de cabeza entre otros sintomas.

Una forma de corregir este problema es el CPAP. Es un pequeño compresor electrónico, dotado de un tubo y de una mascarilla nasal que provoca una pequeña presión en las vias respiratorias desde la nariz hasta los pulmones y que evita que se cierren estas vías y de esa forma no tengamos las apneas y descansemos normalmente.

Cuando me recetaron el CPAP, se me vino el mundo encima, tendría que dormir con ese aparato toda mi vida. Al principio no me costó mucho adaptarme al ruido y al acople de la mascarilla por el excesivo cansancio que tenía, pero poco a poco se manifestaron efectos secundarios, como placas en la garganta en invierno por el chorro de aire frio que me entraba, que se solucionaron con un humificador termico que templaba el aire que entraba por la nariz, se manifestó una alergia al látex de la mascarilla que se solucionó con una de gel. Realicé una serie de correcciones en la colocación de la mascarilla que me permitieron evitar las molestias iniciales. Este periodo duró aproximadamente 6 meses y fue prácticamente de autoaprendizaje ya que en aquel tiempo era de los primeros en utilizar “la máquina”. Este periodo es crítico y mucha gente, aproximadamente en un 50% de los casos rechaza la terapia, pero, si se superan las múltiples pequeñas incidencias que surgen desaparecen los problemas y puedes hacer una vida normal.

Si es verdad que puede producir un exceso de gases y hace un pequeño ruido del que sólo se entera tu pareja, pero como elimina los ronquidos, el resultado en mi caso, fue más positivo para ella.

Una vez pasado el periodo de adaptación empecé a hacer vida normal, a correr, a andar en bicicleta y a cuidar la dieta, lo cual me produjo una mejora en mi calidad de vida muy importante.

El CPAP requiere una revisión periódica que, al principio era trimestral,  en una de las revisiones y debido a que en aquella época se desconocía su uso y sobre todo la experiencia desde el punto de vista del paciente, me ofrecí a colaborar en la instalación de los equipos en el domicilio de los pacientes y a explicar su uso correcto y así, minimizar el periodo de adaptación. En el año 2010 llegó al hospital una especialista en la apnea del sueño y me ofrecieron llevar la consulta de enfermería de la unidad del sueño. Llegamos a realizar más de 950 estudios del sueño y recetar más de 700 “máquinas” al año. Conseguimos que el porcentaje de rechazo estuviera alrededor del 30 %.