Simon Cruz
Simon Cruz
Mi nombre es Simón, vivo en Andújar, un pueblo de Jaén y en el año 1999, con veintidós años, tuve un accidente laboral que me causó la pérdida de la pierna izquierda por encima de la rodilla.
Fue en un molino sinfín, quedó la trampilla abierta de la máquina y cuando fui a cubrir el relevo, metí el pie en el hueco. Estuve tres o cuatro horas allí con la pierna atrapada, con un dolor muy grande y con mucha incertidumbre porque no sabía si podía morir, pero tuve suerte porque la propia máquina con la presión me hizo un torniquete que evitó que me desangrara.
Luego me durmieron y me llevaron al hospital de Linares. Cuando desperté hablé con el cirujano y enseguida fui consciente de que seguía vivo y que eso era lo más importante. Estuve dos o tres semanas ingresado. El ver la muerte tan cerca me hizo no tener muchos traumas, al revés, he tenido que trabajar mucho porque ha habido dificultades, como el comenzar a nadar de nuevo con la prótesis, que al principio no es fácil, pero uno se va acostumbrando y con muchas ganas y esfuerzo todo se puede conseguir.
Empecé la rehabilitación en Andújar, y duró un año. En la transición a la vida normal no me he sentido limitado, si tenía que hacer más esfuerzo en muchos casos, por ejemplo, yo vivía en un tercer piso sin ascensor y al principio no tenía prótesis y tenía que subir y bajar con muletas, pero siempre lo vi de forma positiva y no me sentía limitado por ello. Desde el accidente me he dedicado a la familia, a la casa y al deporte. Mi mujer trabaja y yo trabajo en las labores de la casa, y me ocupo del niño..
Siempre hice deporte, fútbol sala, balonmano, tenis y otros, puede que eso influyera en el que pensara, desde que estuve en el hospital, en que la mejor forma de enfocar la situación era a través del deporte. Al principio empecé con la natación, que es con lo que empieza todo el que tiene un accidente que le provoca una discapacidad, ya que prácticamente el cuerpo no sufre ningún impacto y es muy asequible, a mí me gusta un montón. Más tarde en el año 2006 descubrí el bádminton casi por casualidad, nadaba en un club de Córdoba y el presidente de la Federación Andaluza de Deportes de Personas con Discapacidad Física estaba promocionando el bádminton y me propuso probarlo. Al principio me costó un montón porque es un deporte de mucho impacto, de muchos saltos, pero desde el primer momento me enganchó y ya en el 2007, al año de empezar, fui a mi primer mundial.
En el bádminton he quedado subcampeón del mundo en 2011, he ganado ocho medallas en Europa, jugando cuatro finales, en 2014 quedé campeón de Europa en dobles y subcampeón en individual. En este mismo año me dieron el Premio Juan Palau, al mejor deportista paralímpico del año. He estado por todo el mundo jugando al bádminton y ahí sigo, vamos a ver lo que pasa ahora con el virus, pero intención de seguir tengo, vamos a ver…
Los reconocimientos son importantes pero, para mí, lo principal es el montón de amistades, de países y de culturas que he conocido. Este mismo año en todos los campeonatos que he ido, en Francia, la India o Malasia saludas y convives con los compañeros y ahora, en estos momentos de confinamiento, me doy cuenta de la cantidad de vivencias que he tenido y gente y culturas nuevas que he descubierto.
Con mi discapacidad, me tengo que cuidar al máximo, tanto físicamente como mentalmente, ya que el bádminton es un deporte de movimientos bruscos y de impacto, eso me obliga a trabajar con un preparador físico, ir al fisio dos veces a la semana, realizar estiramientos todos los días y cuidar la alimentación.
Mi familia y mis amigos han sido muy importantes para mí; ya desde el primer momento en el hospital, me fue a visitar muchísima gente y después cuando volví a Andújar siempre me animaban a hacer cualquier actividad fuera de casa, además nunca me dio vergüenza mostrar en público mi discapacidad o la prótesis; al principio si te miraban algo más, pero luego ya fue una cosa normal.
Cuando uno ve de cerca que la vida la puede perder, se da cuenta que lo más importante es vivir, es pensar que, por si esto me vuelve a pasar, todo lo que se pueda vivir y llevarse por delante hay que hacerlo y disfrutarlo. Ahora me siento muy apoyado por mis amigos y por mi familia, mi mujer y mis hijos Ángela y Simón, estoy viviendo un momento fenomenal. Incluso ahora que estamos encerrados estoy disfrutando mucho, creo que de las partes negativas hay que sacar la parte positiva.
También soy muy devoto de la Virgen de La Cabeza, siempre antes de una competición subo al santuario, creo que el creer en algo ayuda, a mí me da fuerza y me supone un aliciente más.
Considero el deporte como parte fundamental en la rehabilitación, es clave, pero también es importante sin ningún tipo de discapacidad porque, te ayuda a relativizar los problemas, el cuerpo se desahoga y vuelves a casa nuevo. A mí el deporte me lo ha dado todo, sobre todo, lo que más valoro, es haber convivido y conocido a otras personas con la que he compartido muchas experiencias.
Suelo ir a los hospitales de Jaén o de Linares a hablar con personas que están pasando por una situación reciente parecida a la mía, me pongo en pantalón corto y enseño la prótesis para que me vean andar, sobre todo para inculcar el pensamiento de “si este puede, yo también puedo”. A una persona que ha pasado por una situación parecida hay que darle mucho ánimo, todo tiene sus fases pero, poco a poco, se recupera la vida normal y sobre todo, lo más importante, es vivir, valorar a la familia, los amigos y lo que haces en tu día a día, ver el aspecto postivo de las cosas que te pasan. Si uno se viene abajo, todo eso se pierde.
Todos podemos superar este tipo de situaciones, yo conozco a muchas personas con todo tipo de discapacidades que lo han superado y hacen su vida. Si no puedes correr más, corres menos, eso no es lo importante, lo importante es estar con tu familia, con tus amigos, que te quieran y querer.
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