Paloma Blanco De Cordova
Paloma Blanco De Cordova
Hola, soy Paloma Blanco, tengo afasia. Me dio un derrame cerebral a los 34 años y me quedé sin lenguaje. Quiero dar las gracias a Kurere, palabras que curan por dejarme esta oportunidad de compartir mi testimonio y dar visibilidad a la Afasia, que es muy importante.
La mayoría de la sociedad no conoce la afasia y es muy, muy discapacitante. Porque quedarte sin lenguaje de la noche a la mañana es frustrante y te deja aislado de la sociedad.
También voy a dar las gracias a mi madre, que me salvó la vida. Cuando me dio el derrame ella estaba en casa. Las últimas palabras coherentes que yo recuerdo que dije fueron “llama a una ambulancia”. Yo no sabía que me estaba dando un ictus, pero notaba que me estaba muriendo.
Me operaron de urgencia y cuando desperté en el hospital no sabía por qué estaba allí ni recordaba nada. No podía moverme y no podía hablar. Poco a poco fui recordando y me dijeron que me había dado un derrame cerebral y que tenía una afasia.
Hay muchos tipos de afasia. Mi afasia es motora. El derrame me dio en el hemisferio izquierdo del cerebro y me dañó todas las áreas del lenguaje. Yo entendía todo, pero no me podía expresar.
Me había quedado sin lenguaje, no podía hablar, no podía escribir, no podía leer, no podía gesticular.
Cuando me decían una frase muy larga me costaba entenderla. Al final lo entendía.
Pero no es que me hubiese quedado más tonta, es cuestión de lenguaje.
Cuando estaba en el hospital no dejaba de pensar en mis niñas. Yo tengo dos hijas que, cuando me ocurrió, tenían 2 y 4 años. Pensaba en cómo me iba a comunicar con ellas, cómo les iba a contar un cuento como hacía antes. Me daban mucha pena pero han sido mi motor en la recuperación. Por ellas he luchado.
He tenido la suerte de tener dinero para rehabilitarme. He estado en tratamiento cinco años. La afasia no se te cura así porque sí. Es una carrera de fondo. La recuperación es muy larga. Te cansas mucho al decir una palabra. Es mucho trabajo y mucho esfuerzo.
Yo recuerdo la primera vez que monté en taxi que volví loco al taxista. Porque en vez de decir “derecha” o “izquierda”, quería decir “sí” y decía “no”. Pensaba que le estaba tomando el pelo, pero no, era la afasia.
Me aprendí una frase que decía cuando me hacía falta la decía: “tengo un daño cerebral, tengo afasia y me cuesta hablar”. Ojalá esto no se tenga que explicar en un futuro. Es un largo camino que tenemos que luchar.
Cuando iba al colegio a recoger a las niños lo pasaba un poco mal. Me metía en el corrillo de las madres y hablaban muy deprisa y se intercalaban conversaciones, así que yo no entendía nada y no podía meter baza. Un día me dijeron que tenía que hablar y levanté la mano y les expliqué que tenía afasia. Fueron muy comprensivas.
Hablaba muy despacio, pero hablaba. Nunca, nunca dejé de hablar en ningún sitio porque si no te quedas aislada.
Tengo que agradecer el apoyo de mi familia, de mi hermana, que me hace reír un montón, mi madre y, sobre todo, mis hijas. Si no llega a ser por ellas no hubiera llegado hasta donde estoy.
También mis amigas. Unos se quedan por el camino, pero los que permanecen son una pasada y permanecen para toda la vida.
Mis médicos, a los que les agradezco mucho todo. Mi logopeda, Belén. Mis fisios.
Los amigos que tengo de afasia. Nos ayudamos mucho, a superar nuestros miedos, a comprendernos.
Ahora estoy trabajando. He fundado la Asociación Afasia Activa.
Me encanta leer, leo muchísimo. Me encanta viajar. Estoy en un coro de personas con afasia. Voy al teatro. Estoy muy bien.
Antes miraba hacia delante con miedo. Miedo a equivocarme, a no ser buena madre, a que me diera otro ictus. Y miraba hacia atrás como algo que había pasado mejor.
Pero ahora miro hacia atrás y me veo a mí, no mi pasado. Y miro hacia delante con ilusión, sin miedo.
He aceptado lo que ha pasado y he aprendido a quererme tal como soy.
Gracias.
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