Luis Fernando Manzano
Luis Fernando Manzano
Me llamo Luis Fernando Manzano, tengo 41 años, vivo en Yuncos, en la provincia de Toledo, pertenezco a la asociación de AARIF de Illescas. Llevo 16 años y medio en abstinencia de un consumo de alcohol y cocaína.
Empecé a consumir alcohol con 14 años, más o menos, y con la cocaína empecé a los 16 años. Me he criado en el negocio familiar, que era un bar y empecé a trabajar muy joven, con 15 años ya echaba una mano para servir las comidas y recogiendo el salón y con 18 años ya estaba trabajando fijo en mi bar. Siempre estuve muy cerca del que es mi enemigo, el alcohol. El consumo de cocaína fue mi perdición, fue probarlo y como consecuencia estuve ocho años consumiéndola a diario.
Siempre me he juntado con gente mayor que yo, mis amistades eran mucho mayores que yo y en esa época yo no tenía mucha información de la trascendencia o lo que podía significar aquello. Te lo dan a probar y ves que es algo que al principio te quitaba el sueño y que aguantabas más por la noche, te sentías igual que ellos y al final acabé cayendo.
La evolución fue muy rápida, al principio consumía de semana en semana, cuando quedábamos los fines de semana con los amigos, pero en cuestión de cuatro meses como mucho mi consumo fue ya disparado, lo buscaba casi a diario y encima tenía buen nivel adquisitivo, fue una perdición total.
El alcohol quedó en un segundo plano, hacía uso pero había días que no consumía, no era algo que me preocupara. Lo que me perdió fue la cocaína, y combinándola además con el alcohol, era una bomba.
El consumo lo dejé a los 25 años, con 23 años, cuando ya me di cuenta que no podía seguir asi, no podía pasar ningún día sin consumir, siempre con engaños, mentiras, intentando sacar dinero de donde podía y me veía que no era yo, que estaba fuera de mi. Fueron años muy duros y me di cuenta que no era vida. Mi relación con mis padres era nula, con mis hermanos casi no tenía tampoco, estaba perdido total. El último año quemé dinero como nadie sabe, fue el detonante. En aquella época el bar me funcionaba muy bien, como ahora, pero en aquellos momentos tuve que hasta medio trapichear para conseguir más consumo, casi delinquiendo y pidiendo préstamos, ya no tenía por dónde tirar y fue cuando se destapó todo.
Fui yo el que di el paso y se lo dije a mi expareja, ahora mi exmujer, le dije que me ayudara porque tenía un grave problema porque no podía seguir así. Lo tenía tan bien oculto que no sospechaba, el consumo que tenía era tan abusivo y se había convertido en algo tan cotidiano y habitual que ya ni se me notaba. En mi casa si, porque llegaba a horas fuera de lo común y veían algo raro pero no sospechaban que fuera eso. Yo creo que al final de tantos años consumiendo, mi cuerpo se acostumbró, pero al final ya me veía con alucinaciones, me levantaba mal y tenía la sensación de que no iba a durar mucho si seguía así. Me veía mal en el plano personal y social, era salir a la calle, llamar al camello y se acababa todo. Era superior a mí.
Un día me vi tan agobiado que se lo solté primero a mi expareja, intenté que lo lleváramos entre los dos porque no quería que se enterara mi entorno, ella me dijo que no, que para dar un paso así, tenía que dar la cara y así lo hicimos. Reuní a mi familia y se lo dije. Fue un drama total porque no se imaginaban que pudiera llegar hasta ese punto. Desde el primer momento conté con su apoyo total e incluso ellos se hicieron cargo del bar durante el tiempo que estuve sin ir a trabajar hasta que me vi capacitado para volver.
A día de hoy todavía me siguen apoyando, es algo que te ayuda mucho a superarlo. Si no me hubiesen apoyado, no sé si hubiese seguido para adelante, porque mi primer año fue muy malo, malísimo. Si no hubiese tenido un freno para que pararan y me dijeran -ahí no puedes ir o, no puedes hacer esto o lo otro- si hubiese estado solo, no sé si hubiera podido estar aquí contando mi historia.
Por mediación de mi expareja conocí a una persona que iba a una asociación; no me dieron elección, me dijeron que tenía que ir y sin opciones de ir yo por mi cuenta. Al mismo tiempo me buscaron cita en Toledo en una UCA para hacer controles y seguimiento. Una UCA es un centro donde se tratan las adicciones, te hacen controles de orina, tienes tu psicóloga/o, tu médica/o, y te hacen pruebas semanales y un seguimiento. Estuve yendo cerca de tres años a la vez que iba a la asociación.
A día de hoy todavía sigo yendo a la asociación, después de casi 17 años. A la asociación AARIF fui desde el principio con mi expareja y con mi familia. Al principio iba reacio, veía la adicción como un vicio, no como una enfermedad; cuando entré, en el grupo que había, conocía a tres personas y me activaron mucho porque al oírlos que llevaban ya un tiempo sin consumir, me hizo pensar que si ellos podían porque no iba a poder yo. Me activó mucho el saber que alguien cercano había podido con ello y eso me ayudó a seguir los pasos que ellos me decían.
En ese sentido fui muy radical, lo que me decían me lo aplicaba, si me decían que no había que salir y evitar sitios de bares, pubs, discotecas, yo lo hacía. Me vino genial, pero al mismo tiempo estaba con nervios, ansiedad, los sueños…
A veces soñaba que consumía, me levantaba con la boca reseca, los malos momentos que pasé, con muchas dudas; en un hombro tenía los demonios y en el otro los angelitos, pero muchas veces tenían más fuerza los demonios a la hora de tirar para adelante. El primer año fue complicado, no se lo deseo a nadie.
Dejé de trabajar 8 meses para evitar el contacto, cualquier situación me ponía nervioso, me notaba inseguro. A los veinte días de entrar en la asociación tuve un recaída y ahí fue cuando vi la luz y me dije que ya no podía seguir engañando porque en el UCA de Toledo me dio positivo en un control y yo lo negaba. En casa me dijeron que tenía dos caminos, estar así como hasta ahora en el plan de hoy si y mañana no, lo que suponía hacer las maletas y marcharme y seguir solo para no amargar a nadie, o seguir y tirar para adelante.
El primer año fue muy malo, muchas dudas, mucho tirones como solemos decir nosotros, muchos momentos con ganas de consumir, de tirar la toalla, tienes veinte mil dudas, la cabeza te da mil vueltas, piensas que tampoco estabas tan mal, te intentas convencer de que la vida que llevabas antes era buena. Tienes que cambiar muchas veces el chip, pensar que antes no estabas bien, que eras un trapo andante, que he sido mala persona y no quiero ser así y tengo que cambiar, con muchas respuestas como decimos en la asociación. Siendo fuerte y tirando para adelante. Me hizo hacerme más fuerte el aplicarme todo lo que me decían.
Hasta que no me noté segur,o no empecé a trabajar; los primeros días tuve que ir acompañado de mi familia. Poco a poco fui rodando hasta que me encontré más seguro y más fuerte y pude llevar una vida normal, eso sí, siempre con mi enfermedad por delante.
Uno de los peores momentos de estos dieciséis años y medio fue la muerte de mi padre, tuve un momento muy malo, me pilló con ocho años de abstinencia. También otro momento muy difícil fue la separación de mi exmujer, que me cogió de sopetón, de un día para otro cambió mi vida totalmente. Gracias a que ya tenía consolidada la abstinencia, estos momentos no me produjeron ganas de consumir, pero si me hicieron sentir muy mal, tuve sentimientos muy negativos hacia mí, tuve que luchar mucho. Ahí me ayudaron mucho los compañeros de la asociación. El apoyo que recibes ya es algo más que de compañeros, es como una familia, siempre tienes la ayuda y el consejo para levantar la cabeza.
La terapia es algo fructífero, no solo es dejar de consumir, es rehabilitarte, es el saber estar, el saber hablar, el saber comportarte y saber afrontar muchas situaciones que se te presentan en la vida, que pueden estar motivadas por cualquier problema o enfermedad.
Cualquier tipo de droga o adicción es un velo que hay que quitarse, el velo de creerte que eres feliz, que lo pasas bien, porque la realidad no es así. Para divertirse, para vivir y para disfrutar de la vida no hacen falta las drogas ni ninguna sustancia. Yo pensaba que la diversión era esa y, a día de hoy, me divierto sin nada de mierda como solemos decir y disfruto la vida siendo yo mismo, riéndome como me rio ahora, yendo a conciertos, al teatro, al cine, a dar un paseo o montar en bici, nadar, no sé, veinte mil cosas que antes el consumo me anulaba.
Quitándose esa venda y dando el paso se va a tener ayuda en cualquier lado. No hay que esconderse. Yo no me escondo, desde el primer momento lo dije y ahora lo expongo en cualquier sitio, hasta en mi negocio, que es un bar, el 95% de mi clientela lo sabe, es algo de lo que oyen muchísimo hablar en mi negocio. Hay mucha gente que me vé como una prueba de lo que es haber pasado por ello y llevar muchos años de abstinencia y me vienen a preguntar familiares, amigos y personas cercanas a otras con problemas, para que le dé consejo.
Yo siempre les digo que lo mejor es dar el paso e ir a una asociación con cualquier problema que se tenga de consumo, ahí te van a ayudar, te van a hacer ver el que la vida es muy bonita y a quitarse el velo. Hay que ser fuerte,s porque cuesta mucho dar el paso de reconocer que tienes un problema y reconocer que es una enfermedad. Uno solo no puede, hay que pedir ayuda y las personas que han tenido tus mismos problemas te van a saber ayudar.
Ahora estoy muy feliz, después de la separación de mi exmujer conocí a una persona que era la cuidadora de mis hijos y empecé una relación con ella, llevamos ya 6 años y me ha cambiado la vida totalmente. Donde hay bueno, lo hay mejor, di con una persona extraordinaria que quiere un montón a mis hijos. En al aspecto laboral estoy genial, siempre he puesto el muro cuando me han ofrecido, siempre me han respetado, nunca he ocultado lo que tenía y eso me ha ayudado a que la gente lo entendiera. A mis hijos nunca se lo he ocultado para que sepan lo que hay y hasta donde se puede llegar.
También recuperé la lectura, que me gusta mucho y el hacer deporte me ayuda y me ayudó muchísimo.
Quiero agradecer a todos los compañer@s de la asociación Aarif por sus consejos y por su apoyo, a mi pareja decirla que la Amo y darlas las gracias por todo, a mi familia por todo el apoyo desde que empecé y a nuestra psicóloga Cristina, que es aparte amiga, por ser un Pilar en mi abstinencia y rehabilitación
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