Javier Pellejero
Javier Pellejero
Se llega a la asociación voluntariamente forzado. A mí me forzó a ir a una asociación la familia, sobre todo Ana . La idea de perder a la familia fue lo que me hizo ver la luz. Hay circunstancias anormales en la vida, te das cuenta y lo solucionas consumiendo. Eso es la tónica hasta que hay un detonante en el que uno se da cuenta.
Cuando uno entra en la asociación, mucha gente se piensa que ya empieza la rehabilitación, cuando no es así, lo único que haces cuando entras es entrar por una puerta, por una puerta que el enfermo cruza con una mezcla de sentimientos donde se juntan, montones de miedos, incógnitas, desconocimiento y un estado general de confusión.
A mí me costó muchísimo empezar la rehabilitación, porque considero que la rehabilitación empieza cuando uno acepta que está enfermo y que es un alcohólico. Estuve prácticamente un año en el dique seco. Tuve la suerte de que me trataron con un medicamento que crea rechazo al alcohol y me fui dando cuenta que el grupo de terapia es un espejo en el cual te ves reflejado, -lo que le pasa a otra persona es lo mismo que me pasa a mí, y lleva mucho tiempo bien y con su familia-.
Uno se va dando cuenta, el proceso es largo, pero uno se va dando cuenta de que es una persona alcohólica. Tuve que reflexionar mucho y una de las reflexiones que suelo contar en la terapia y en charlas es la siguiente: recuerdo que una vez no tenía dinero y mis hijos tenían una hucha, de esa hucha iba sacando dinero para ir a tomarme un carajillo o una copa y siempre con la idea de que lo devolvería. Los alcohólicos somos muy dados a invitar y gastamos más de la cuenta y en aquellos tiempos los trabajos eran como eran, siempre he sido personal funcionario. Mi hijo mayor un día quiso romper la hucha para comprar una videoconsola, yo puse excusas, delante de mi mujer, delante de todos, pero la hucha se rompió y allí había lo que había, porque nunca llegué a reponerla. Ni corto ni perezoso, eché la culpa a mi hijo pequeño. Significa esto que uno cuando es alcohólico es capaz de hacer todo lo posible por salirse con la suya para poder consumir. Cuando uno piensa porqué hacía eso, hay dos opciones: una pensar que eres un cabrón o bien porque eres una persona que está dominada por una adicción, en este caso por una sustancia que era el alcohol.
Cuando uno lleva tiempo de terapia, la reflexión es fácil- lo hacía porque era alcohólico-, pero piensas ¿por qué me tiene a mí que tocar la china de ser alcohólico?
Como esta circunstancia ha habido muchísimas a lo largo de mi vida, y hoy en día lo que sí puedo decir es que esas cosas no las hago por la sencilla razón de que no consumo alcohol.
La diferencia de mi vida anterior a mi vida de ahora es que no ha cambiado nada, simplemente ha cambiado que he dejado de consumir, que he reconocido que soy alcohólico y eso me ha llevado a valorar mi propia vida, a tomarme una Coca Cola con un amigo, a abrazar sinceramente. Llevo ya 15 años y ni pienso porqué llegué a ser alcohólico, me da completamente igual.
No empecé a consumir muy joven como la mayoría de la gente, empecé a consumir a los 22 años, era deportista, estaba estudiando y me fui a la mili. Se murió mi padre, de un ictus, le tenía mucho apego, descubrí en la mili que con beberme 4 o 5 copas de whisky se me iba el dolor. Salí de la mili bebiéndome una botella de whisky. Ahí empezó mi carrera alcohólica, refugiándome en el dolor. Muchísimos alcohólicos no se hace alcohólicos porque les guste el alcohol, ni muchísimo menos, se hacen alcohólicos por una carencia afectiva o emocional motivada por una serie de circunstancias. Creo que es así, no le pasa a todo el mundo, indudablemente pero creo que es así.
Cuando pasan los años te vas dando cuenta que empieces consumiendo para pasarlo bien y acabas consumiendo para no pasarlo mal. Ahí es donde ya te haces un alcohólico.
Cuando empecé a ir a la asociación, al salir podías ir a un bar a tomar un café, cuando veías a alguien con un carajillo, se me hacía la boca agua, imagino que a muchos compañeros les pasaría, y hoy en día es en lo que menos me fijo, me es indiferente. Eso lo hacen muchas terapias, los años de experiencia, el saber que si tienes un problema el alcohol no puedes ser el refugio porque va a ser un problema añadido. Con el tiempo se va aprendiendo, tienes tus tácticas y tus herramientas por si te viene algún momento malo.
A la gente que empieza nunca le digo que el alcoholismo es de por vida, simplemente es ir día a día. El no consumir un día y reconocerse el mérito, al día siguiente decirte –hoy no sé lo que pasará pero simplemente, hoy no voy a beber- . Después de un día, viene un año y así es la vida de una rehabilitación. Teniendo las cosas claras y lo más importante es aceptar que uno es alcohólico y poner toda la carne en el asador.
La familia es importantísima, el que tiene una familia en la asociación tiene muchísimo ganado, es uno de los grandes pilares que hay en nuestra asociación. Hay personas que no tiene familia, pero pueden tener amigos o compañeros. La asociación es una escuela de vida, cuando llegas eres como un niño que se ha perdido muchas cosas en esta vida, sobre todo el que ha empezado a consumir desde muy joven. Allí te vas a poder apoyar en cualquier persona, es tu casa, haces amigos, haces convivencias, es una vida para mí, saludable.
El grupo de autoayuda te enseña mucho, primer a despertar a la luz y decirte a ti mismo que esto que le pasa a este me pasa mí y segundo te vas fijando en gente que lleva muchísimo tiempo y te das cuenta de lo bien que vive consigo mismo, como ha salido para adelante con qué poco están conformes, y si estas personas han podido porque no voy a poder yo. Ese es le fundamento del grupo de terapia, no solo en grupos de terapia de adicciones si no en todos los grupos de autoayuda.
El compromiso en la asociación ayuda muchísimo, el abandonar la asociación es un peligro y el compromiso es un gran acierto. La gente se compromete en el grado en que se sienta cómodo, pero el no abandonar nunca es fundamental. Hemos visto muchos casos de gente que la abandona y que reincide. No perder el contacto con la asociación es importantísimo. Quisiera dar las gracias a la asociación que pertenezco ACVAAR, a la Federación de Aragón FARA y como no a la Confederación de Alcohólicos, Adictos en Rehabilitación y Familiares de España, CAARFE que para mí es un placer ser el secretario de las tres, considero que el ser de bien nacido es ser agradecido, el movimiento de Alcohólicos Rehabilitados me ha salvado la vida y me ha hecho ser la persona que soy que, al mirarme al espejo me gustó, cosa que antes no.
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