Esperanza, Adicción y toxicomanía, Madrid, España.

Adicción y toxicomanía

"Hijo, te quiero con toda mi alma"

Esperanza

Esperanza

Imagen de perfil de Esperanza, Adicción y toxicomanía, Madrid, España

Buenas, me llamo Esperanza; me casé con Manuel y decidimos formar una familia y tuvimos tres hijos; dos niñas y un niño. Por circunstancias del trabajo mi marido se iba por toda la semana de casa y yo hacía de madre y de padre; digo esto porque yo llegué a pensar, que había hecho mal y en que me había equivocado. Vine a esta asociación después de muchos años dando vueltas por consulta de psicólogos y psiquiatras con mi hijo. Ya veníamos un poco agotadas de tantas etapas de mentiras, sin ver cambios y para él, nosotros éramos lo peor porque le decíamos lo que no quería escuchar.

Cuando estaba en 2º de la ESO empezó a cambiar; ese año suspendió 7 asignaturas, su tutor me llamaba y yo salía llorando porque me decía que no era tonto que simplemente era vago; ese verano, junto con la ayuda de mi hija, estuvo estudiando todo el verano y aprobó todo, entonces le dijo el tutor ¿ves cómo puedes? has hecho en 2 meses lo que no has hecho un año. Llegó tercero y sucedió lo mismo; la tutora, me decía que quedaba dormido apoyado el pupitre que no molestaba en clase pero no hacía nada. Yo no sabía qué hacer y los tutores me decían le quitara lo que más le gustaba, como el móvil salir de fiestas, romería… pero le daba igual, se sentaba en el sofá y se ponía a dormir.

Empezaron las fiestas en el pueblo y llegaba con los ojos rojos, si le preguntabas por los ojos y el olor te mentía. Empezamos con las mentiras y los cambios de humor; repite tercero porque no quise sacrificar el verano.

Cumplió 16 años y no quiso seguir en el instituto; quiso ser mecánico, parecía una buena opción en 2 años tendrá la ESO y el curso de mecánica, pero al acabar el primer año y aprobar todo cambió, no quería seguir interno, le gustaba coger la moto y estar libre por eso nunca sabías dónde estaba ni con quién. Siempre las respuestas, si las había, eran mentiras y sino malas contestaciones; yo ignorante en temas de drogas, no sospechaba nada hasta que un día le dijeron a mi hija que tenía escondida una bolsa de hierba; él decía que era mentira que era tabaco de liar y boquillas para hacer tabaco barato.

Quiso hacer un curso de mecánica en Madrid; cuando acabó, su padre habló con los dueños de un taller y pasó a trabajar con la condición que tenía que demostrar que de verdad quería y valía, pero sus amigos iban a buscarlo y él salía a la puerta del taller hablar y fumar con ellos; también estaba siempre pendiente del móvil; durante ese tiempo tenía que bajar y recogerlo con mi coche y siempre estaba regañándole porque iba con la hora pegada porque no iba bien a causa de los porros, los amigos, botellones…

Con la excusa de sacarse el carnet de conducir dejó el trabajo; se lo sacó pero lo que quería era tiempo libre para hacer lo que le diera la gana sin recibir órdenes. Pedía herramientas y su padre se los compraba porque iba a ser mecánico, pero dejaba todo desordenado en la nave, las motos desarmadas durante semanas y el seguía zombie en su mundo.

Cuando le llevabas al psicólogo de la Seguridad Social decía más cosas delante de su padre y de mí que luego no cumplía; su padre se cansó de ir con nosotros y yo seguí yendo con él; la última vez la psiquiatra le preguntó... ¿quién está hoy aquí contigo? ¿tu madre verdad?... ponte las pilas que las familias se cansan, yo he visto padres que denuncian a sus hijos y los echan de casa.

Le ponían tratamientos que le dormían y calmaban, porque cada vez que su padre quería hablar con él, se ponía como una fiera a dar golpes y patadas a la cama haciendo que su padre saliera sin poder hablar. Una de las veces dejó una nota en la cama que se iba y no le buscáramos; decía que era su padre no le daba lo que pedía; a sus amigos cuando decían algo a su familia se lo daban y nosotros teníamos una empresa y lo tratábamos peor; me dolió la carta.

Luego me avasallaba va con mensajes en el móvil que me destrozaba, parecían testamentos y todo eran quejas, rechazos y envidia hacía sus hermanas porque les habíamos dado una carrera y a él no. Si juntáramos en un bote el precio de las motos que había destrozado, los coches las oportunidades que se le habían dado y lo que iba pidiendo se había gastado más que lo que costaba una carrera sin tener la ESO.

En casa las cosas estaban serias y aunque vivía con nosotros, no lo veíamos; íbamos a la tienda y él entraba y salía de su habitación cuando no estábamos, para no tener que cruzar palabras; no comía con nosotros. Llegaban multas y yo tenía que bajar al cuartel de la guardia civil, informarme y al salir del cuartel salía destrozada porque lo conocían y lo tenían fichado; sabían todo de él… conocían el coche, sus amigos, lo que hacía y dónde iba. Historias de mi hijo al que no conocía y que me parten el alma mientras su padre seguía trabajando fuera y pensé que despreciaba a su padre por no haber estado más tiempo con él.

Un día llegamos su padre y yo a mi casa y había un coche de dos amigos suyos cogiendo su ropa y sus cosas porque decía que se iba de casa y que estaba harto de nosotros y de nuestras normas; estaba mal de la cabeza, muchos porros, bebida y poco comer, se nos partió el corazón, nos quedamos rotos.

"Gracias a la asociación ADAR que nos acogió con tanto amor"

Foto de la historia de salud de Esperanza, Adicción y toxicomanía, Madrid, España

Cuando se encontraba peor su padre habló con él y le propuso empezar de cero, volver a casa porque no lo estábamos pasando bien y volvió. El coche de su padre lo hizo suyo y los fines de semana desaparecía; su padre me decía "conciénciate porque algún día vendrá la policía, la guardia civil a buscarnos y no sabremos porqué". No iba bien… ¡qué dolor, qué sufrimiento, cuántas lágrimas!. Y llegó la segunda huida de casa, esta vez con un amigo.

En febrero del 2017 yo estaba en rehabilitación y empezaron a llegarme mensajes de él, pidiéndome volver a casa, que no sabía lo que sería de su vida porque se veía viviendo debajo un puente. Yo le dije que nunca lo había echado de casa, que podía volver cuando quisiera; volvió, y ya había cambiado el chip. 

No encontraba trabajo por la fama que se había ganado, a pesar de que su padre hablaba con quiénes conocía por si hubiera suerte, pero nada. En esta vida cada uno se crea su propia imagen y nosotros le podemos proteger pero cada uno se gana su imagen. Él se decía que quería dejar estas "mierdas" pero no sabía cómo y tampoco tenía fuerza de voluntad; entonces por un sobrino, nos enteramos que existía está asociación, ADAR,  y empezamos a tres bandas a hablar con él para convencerlo para que fuera, pero siempre decía que tenía algo que hacer.

Cuando llegó mayo se fue al ViñaRock, su último escape y el 16 de junio del 2017, conseguimos ir por primera vez ,aunque en ese momento yo no veía luz, porque habían sido tantos intentos y tantas mentiras, que no sabía si esto iba funcionar; sin embargo las terapias empezaron a dar sus frutos y veía solución a largo plazo. Yo salía con ansiedad pero con constancia; tanto por parte de él como de la familia y el apoyo de la gente de la terapia se podía conseguir. Los que entramos nuevos nos hace bien escuchar las historias de los veteranos, tanto enfermos como familiares, porque te carga las pilas y te ayuda a luchar contra la enfermedad que es la droga que destruye tu cabeza tu vida y tu familia.

Una de las decisiones que tomamos al venir fue partir de cero, sin reproches, ni estar recordando el pasado para así poder curarnos todos, tanto mi hijo como nosotros que también estábamos tocados. Al principio le costaba ir, pero poco a poco fue integrándose. En las reuniones conjuntas le costó bastante, hasta que dijo por primera vez porqué estaba allí. Gracias a todos fue cambiando sus hábitos y sus amigos y fue saliendo. Eso nos llenaba de alegría; comía, cenaba y hablaba con nosotros y no volvió a encerrarse en su habitación.

Poco a poco empezamos a tirar muros, se fue el olor desagradable de los porros de mi casa, de su habitación, de su ropa, los ojos rojos, los malos modos y malas palabras, los golpes a los muebles y las paredes... se fueron sus ataques de ira y ansiedad, el dolor y las lágrimas, y empezó a aparecer y renacer mi hijo al que crié con tanto amor. Encontró trabajo y empezó a ponerse las pilas. Abrió deudas con el banco y tenía que pagarlas. Tenía que trabajar para cubrir gastos y mi casa empezó a respirar paz y tranquilidad, volviendo a ser una familia.

En todo este tiempo de terapia nunca lo hemos dejado solo, hasta su novia ha venido con nosotros para acompañarlo porque, se trata de eso, de que la familia haga piña y una fuerzas. En casa, mi marido y yo siempre nos contábamos todo y teníamos las mismas respuestas para todo, para evitar chantajes.

Quiero dar las gracias a la asociación ADAR que nos acogió con tanto amor. Yo venía destrozada y gracias a las personas que nos han apoyado con sus palabras, esto se ha ido convirtiendo en una gran familia con el paso del tiempo a medida que pasaba el tiempo, te ibas metiendo en la vida de todos. Gracias a los que han creído mi hijo y le han dado una oportunidad de trabajo.

Se puede hablar con él y ver su sonrisa, es lo que más me gusta y me alegra y a día de hoy, como madre te digo… hijo te quiero con toda mi alma.

Sé feliz y no olvides nunca que estés donde estés, gracias a esta asociación, tu familia, tu novia y lo que tú te has propuesto, vuelves a ser una persona sana.

Te quiero guapo.

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