Loida Zabala
Loida Zabala
No tengo ninguna limitación. Para mí fue una experiencia que cambió mi vida a mejor y desde entonces he sido una mujer mucho más evolucionada, lo valoro todo con más intensidad y me alegro de haber pasado por esta situación porque he aprendido muchísimo a lo largo de mi vida. Si no me hubiera ocurrido nada, no estaría viviendo esta experiencia diaria a nivel deportivo porque no hubiera conocido el deporte a nivel de élite ni tampoco me lo hubiera planteado.
A los once años. Empecé a notar que se me dormían las piernas. De la noche a la mañana, me levanté de la cama y al intentar caminar no podía estirar las piernas, por lo que me llevaron al Hospital de Navalmoral de la Mata. A los dos días me trasladaron al Hospital Niño Jesús de Madrid donde estuve varios meses en cama donde me aburría muchísimo, supongo que como cualquier niño que no puede salir a la calle a jugar, siempre viendo las mismas cuatro paredes, un minuto se convierte se convertía en una hora. Después de esos meses me llevaron al Hospital especializado de Toledo, donde por fin pude sentarme y me enseñaron a vestirme, ducharme y todas esas cosas que hacían que volviese a ser independiente. Me dijeron que iba a tardar meses en aprenderlo todo, pero me propuse el reto de terminar lo antes posible y lo conseguí en dos semanas. Fue uno de los mayores logros que he conseguido en la vida.
Cuando me senté en mi primera silla de ruedas, para mí fue uno de los días más felices de mi vida, porque ya no iba a estar en esa cama del hospital, iba a salir a la calle, notar la brisa en la cara, oler la lluvia, notar los rayos de sol sobre mis mejillas, escuchar a los pájaros cantar, ver la naturaleza, poder sociabilizar, todo eso no podía hacerlo en aquella habitación donde había pasado tanto tiempo. Para mí fue algo mágico, ni siquiera pensé en que la vida iba a ser distinta, y, sin embargo sí que hay algo que cambiaría desde ese día, ya que tenía una visión de todo mucho más evolucionada. A partir de ese momento, dejé de ver sillas de ruedas y formaron parte de algo normal, como realmente es, una persona camina un día con unos zapatos y otro día con otros y yo camino con una silla, para mí no hay ninguna diferencia.
Después de esta experiencia, aprendí que todo tiene solución, cosas tan básicas como por ejemplo cuando me fui a vivir yo sola a los diecinueve años. Yo quería tender las sábanas en un sitio en alto, entonces pensé en cuál podría ser la solución, y pensé en una caña de bambú donde pegué en la parte de arriba el gancho metálico de las perchas, lanzaba la sábana al tendal y con la caña la bajaba y desde abajo ya podía estirarlas completamente. Hay un video en el canal de YouTube que se llama Qué cosas no puedo hacer, donde salgo haciendo cosas cotidianas de casa. Todo consiste en buscar una solución a todo, hay veces que quizá vas a una ciudad distinta y te apetece tomar un café y hay dos escalones en la puerta, siempre hay alguien que pasa por allí y le dices: “¿Me puedes subir? “, y ya está te suben, no hay ningún problema, la gente lo hace contenta y se siente bien por ayudarte y tú te sientes libre, al final yo he ido a un montón de sitios y jamás he tenido ningún problema. Todo depende de cómo lo veas tú, por ejemplo, si entras en una cafetería, tu actitud puede determinar la visión que tengan de ti los demás, si tú eres una persona tímida y piensas: “Me están mirando porque estoy en silla de ruedas”, en ese caso agacharías la cabeza y te irías a un rincón medio escondido donde te compadecerían porque estás ahí triste, sin luz, no serías tú. Sin embargo, si entras siendo tú y piensas que te miran porque tienes atractivo, en ese caso lo que haces es ponerte en el sitio donde te gustaría estar e irías con tu sonrisa de siempre, al final la gente sólo se fija en tu sonrisa y en tu forma de ser. La actitud cambia mucho y con eso puedes cambiar cómo te ven los demás.
En mi caso los que realmente lo pasaron mal en un principio fue la familia, porque no entendían que a una niña pequeña le haya pasado algo así, sin embargo, cuanto más joven y más inocente es, mejor se adapta a la situación. Yo miraba a mi madre, era consciente de que ella lloraba pero tampoco entendía el porqué, hasta que un día ya se desmayó debido a que apenas comía. Ahora que soy adulta y he visto las fotos de cuando estaba en el hospital, sí que me doy cuenta y lo entiendo desde su perspectiva. Pasaba dolores muy fuertes, el dolor más fuerte que he pasado en mi vida era cuando la médula me sangraba, me administraban morfina, lo pasaba muy mal porque físicamente era un dolor que a mi cuerpo le costaba aguantar, pero la morfina hacía que se se fuese el dolor en cuestión de segundos y no lo veía como algo tan grave, sino que era algo que se podía solucionar.
En esos momentos, tiene que haber alguien fuerte que tire del carro. Sin ser consciente de ello y de forma natural, me tocó a mí.
Mis amigos me escribían cartas y cuando volví al pueblo mi madre, que me quería sobreproteger, no quería que saliese, pero llevaba mucho tiempo sin salir y lo hice. A unos pocos metros me encontré en la calle a todos los compañeros de clase con una pancarta dándome la bienvenida, me impactó ese momento tan bonito, en aquel momento no lo percibí como era realmente, pero recordando sus caras, me di cuenta de que me miraban como si no se creyesen que me estuviesen viendo sentada en una silla. A día de hoy, puedo llegar a entenderlo porque antes de vivir esta experiencia, vi a un señor que estaba jugando a la petanca en silla de ruedas y me quedé pensando: “Pobrecito, ¿por qué no podrá andar? ¿Cómo será su día a día? ¿Qué le pasará?”, en aquel momento yo no veía YouTube, no sabía que existían los deportes paralímpicos y no sabía lo que podían hacer, ahora me doy cuenta de que realmente eran preguntas sin sentido, porque es algo normal y caminar o no, no importa.
Mi primera silla pesaba unos 24 kilos y para mí era muchísimo. En el hospital aparte de enseñarme a ser independiente, me ensañaron varios ejercicios para adquirir fuerza en los brazos, muy útil para subir cuestas y cosas de mayor esfuerzo físico. A partir de ahí, me empezaron a gustar las pesas porque cada vez me sentía más fuerte. A los dieciocho años fui a sacarme el carnet de conducir, ahí sociabilicé mucho con otros deportistas y me dijeron que si me gustaban tanto las pesas que probase halterofilia paralímpica, que por aquel entonces se llamaba así y ahora se llama para powerlifting, no sabía lo que era, pero me propuse probarlo y a partir de mi primera competición no quería dejar de hacerlo. Este deporte lo empecé a vivir distinto a cuando era pequeña y hacía kárate cuando caminaba, nunca había ido a competiciones, ni me había planteado hacerlo, sin embargo, después de probar este deporte vi que era eso lo que realmente me gustaba y cada vez quería metas más altas. El que por aquel entonces era el seleccionador nacional, Lodario Ramón, me recomendó ir a Asturias a aprender la técnica, allí me di cuenta que tenía que aprender muchísimo y que si quería avanzar tenía que ir allí, así que estuve en Oviedo nueve años, fue una experiencia de las más gratificantes porque ha sido toda mi base, aprendí la técnica, cómo hacerlo, qué cosas no debía hacer, y sin eso no hubiera podido desarrollar la fuerza y continuar a día de hoy.
Valora los pequeños detalles y todo lo que te rodea, sentir la brisa en la cara, oler el café cada mañana, y nunca te rindas porque a veces tenemos en la mente una meta que queremos conseguir y la vemos tan lejana que ni siquiera lo intentamos, siempre hay que intentarlo una vez más, porque la vida puede ser maravillosa y no hay ningún límite. La verdadera discapacidad es la que está en nuestra cabeza. Si realmente pensamos que no podemos conseguirlo, no lo vamos a conseguir, nunca te rindas porque la verdadera magia de la vida es que las cosas cuesten, y cuando realmente lo consigues es cuando puedes de verdad entender lo que es la verdadera felicidad.
Ahora tengo muchos objetivos en todos los aspectos, tengo varios proyectos para llevar a cabo, algunos de ellos basados en conferencias motivacionales, otros para ayudar a otras personas que quieran hacer deporte para que dispongan del material suficiente, me estoy preparando para ser actriz...
A nivel deportivo tengo ahora a finales de mes el Campeonato de Europa y en agosto el Campeonato de Europa de powerlifting en la modalidad de press banca contra personas sin “discapacidad”, lo pongo entre comillas porque la vida me ha demostrado que la discapacidad no existe, donde me gustaría conseguir una medalla y será la ocasión perfecta para demostrar que todos podemos competir con las mismas reglas. Y quién sabe, quizás más adelante pueda conseguir un récord internacional, por lo que ¡a entrenar duro para conseguirlo!