Belén Vázquez Rodríguez
(Persona que cuida)
Belén Vázquez Rodríguez
Soy madre de dos hijos y a la pequeña le detectaron leucemia linfoblástica aguda con 13 años. Ella toleró el tratamiento física y psicológicamente. Nos demostró a todos que una adolescente es capaz de salir de una situación tan complicada con una madurez y una entereza que demuestra que la disposición personal, el ánimo y el optimismo es un motor tan potente como la quimioterapia. El cariño con el que nos trata, la delicadeza y la dulzura que expresa en el dìa a día, refleja su gratitud y el amor que se hizo infinito a los pies de una uci y de una habitación de pediatría oncológica.
"Mientras la lombriz se arrastraba por la médula de mi cascabel de 13 años, yo me hice inmortal. No tenía sienes, ni hernias, ni heridas, tan solo ampollas en el ADN. Tres años más tarde vuelvo a ser humana y ya me corroe la migraña y la acidez de estómago. Con suavidad y firmeza esta muchacha que aguantó dolor y horror, que aguató con mirada firme ver la vida pasar a través de una ventana del hospital me empuja a la cama y me trae su peluche. Apaga luces y cierra persianas. Se tumba a mi lado y me esparce su melena por mi cara, como para que sienta esa deliciosa cortina de pelo ahora tan largo y tan suave. Cojo su cintura y compruebo cómo sus esfuerzos por mantener los dientes sin azúcar moldean ya su figura de cortisona. Cierro los ojos y siento un paño húmedo en la frente, bálsamo del tigre inunda mis sentidos. Aparece de nuevo con sal de frutas burbujeando que coloca al lado de la campanita que hasta hoy, estuvo en su cuarto. Termómetro, manta eléctrica, ipad cargando, cubo para vomitar y almohadas de plumas. Yogurt de fresa e ibuprofeno. No olvida nada, Escucho al poco rato tintinear los platos y correr el agua en el fregadero. Besos y besos, caricias de buenas noches. Quieres y debes madrugar para irte al campamento este verano sin libros en la mochila. A ese campamento donde las niñas saben hacer trencitas con cuatro pelos y las carreras de sillas de ruedas vencen todos los obstáculos. Me arropas y me espantas demonios. Te devuelvo el peluche y descubro que has crecido. Echamos al gusano con química y amor, él nos dejó de recuerdo la mariposa más hermosa de mi mundo de colores".
El día a día lo afronto con la seguridad de que no se puede vivir en el pasado, por mucho que se haya sufrido, por mucho miedo que quede porque pueda volver a faltar la salud. Si tenemos la suerte de superar una enfermedad, no podemos regodearnos en ella ni llevarla como bandera. Si no eres capaz de dejar atrás lo que supuso lidiar con la enfermedad, aunque la hayas superado, ella habrá vencido. Afronta la vida valorando cómo has crecido como persona por haberte enfrentado al dolor, pero vuelve a sonreír, así estarás curado.