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Montse Mechó, Artrosis, Barcelona, España.

Artrosis

"Échame una manita que ya estoy por aquí arriba"

Montse Mechó

Montse Mechó

Imagen de perfil de Montse Mechó, Artrosis, Barcelona, España

Me conocen como Montse paracaidista. Soy Montse Mechó, tengo 88 años y voy a por los 89, en octubre. Soy Libra, el equilibrio, que parece que es algo que tengo.

Os quiero dar un mensaje de que, a esta edad, he logrado estar equilibrada: salgo a andar, voy a nadar, voy a hacer ejercicio porque es lo que me pone un poco a punto.

He tenido la suerte de que pequeña, mi madre era profesora de piano y daba clases en la Academia Maestro Madriñá, pionera del ballet. Mi madre nos llevó a las clases de danza a mi hermana mayor y a mí. Eso también lo recomiendo a todo el mundo. Ahí empecé a dominar un poco el cuerpo y a hacer un ejercicio.

Y también a conocer la música, que es una base muy importante para la gente. Aún ahora disfruto de todos los compositores. Conocerlos ya te da como un ritmo en el cuerpo.

Dejé de ir a las clases cuando me llevaron al club de natación Barcelona para hacer cursillos de natación, a los 6 o 7 años. Y enseguida lo cogí. Se ve que tengo facilidad. Y más fácil que resultó, que en el año 1951, fui campeona de España de saltos de trampolín. Me entrené y gané en la piscina de la Casa de Campo en Madrid.

Yo ya entonces soñaba con hacer esas piruetas del trampolín, pero haciéndolas en el aire tirándome con un paracaídas. Porque me fijaba en los militares que saltaban de los aviones. Pero no era solo saltar, yo quería hacer las piruetas que hacía en el trampolín.

Y siempre digo que los sueños se pueden realizar. Se me presentó una oportunidad de saltar con 49 años.

Todo fue porque mi hijo era muy deportista y me llevó a un curso de paracaidismo. Me dieron el curso: ”miras para el avión, se te abrirá una cinta, cuando vayas llegando no quieras quedarte de pie”. Fui la primera y me dijeron que lo hice muy bien, que me habían visto hasta sonreír. Y ahora tengo la fama de que salto riendo porque es una felicidad cumplir tu sueño con 49 años. He estado por todo el mundo haciendo free style, que era lo que yo quería: hacer piruetas. Compito con 60 años con chicas de 20 y aún gano a alguna. Me dicen que es un honor verme saltar con alegría y una sonrisa.

Y es lo que digo a todo el mundo: mantener el sueño de tu vida. Todo lo que pienses que puedes hacer, hay que intentar realizarlo.

Yo llevo una prótesis de cadera desde hace 18 años, pero a los 85, hace tres, antes de la pandemia, hice mi último salto. Y ya lo dejé.

Una vez me rompí un pie esquiando. Tuve un accidente de coche hace muchos años, con cinco fracturas de pelvis y dos meses en el hospital. Pero me he ido recuperando siempre gracias a la natación. No digo hacer metros y metros, sino andar por dentro del agua. Y el mar, que yo no puedo vivir sin mi mar. Con esto quiero decir que cada persona tiene problemas, pero que en mi caso los he recuperado dentro del agua, con la hidroterapia. Yo soy tierra, mar y aire. Y creo que es una de las mejores terapias que hay.

La terapia con agua es muy positiva. Me saqué el título de monitora de natación y estuve años dando clases.

Ahora he hecho el salto 936 salto en paracaídas.

Me empleé en Ampuria Brava, en un restaurante, para poder saltar. Después daba clases de natación a unos niños de un camping de allí. Y después iba a darme un salto cada día.

La Federación de Deportes Aéreos, que se ocupa del paracaidismo en España me ha apoyado, me ha regalado siempre la tarjeta de federado, porque siempre han creído en mí, sobre todo les ha llamado la atención ver una persona de estas edades. Y en el aeroclub de Sabadell también me dejan saltar.

El primer salto que di lo hice a los 49 años. Es lo que digo: si tienen un sueño en su vida, se puede realizar, porque yo lo realicé a los 49 años.

Cada salto es una felicidad. Allá arriba me siento, como dice DaVinci: una vez has subido y has contemplado la Tierra desde el aire, siempre que mires hacia allá sabrás que es donde quieres estar. Y yo quiero estar allí. Cuando me muera quiero estar allá arriba. Quiero que una manita me estire para arriba.

"Procurar hacer cosas, moverse. La hidroterapia es una maravilla para recuperar"

Foto de la historia de salud de Montse Mechó, Artrosis, Barcelona, España

Tengo donado el cuerpo a la ciencia. No quiero que me vean hecha puré. Yo desaparezco y a las seis horas se te llevan. En lugar de un funeral, una copita de cava por la Montse que estará por allá volando por los aires. Un día me vine de saltar, y pasé por el hospital de San Pablo y me apunté. Ya lo sabe mi hijo y los familiares. A las seis horas se te llevan. Si quieren hacer misas que lo hagan, pero que lo celebren así: “mira, ya está por allá arriba volando”.

Desde aquí mi reconocimiento a la gente de OAFI que tienen la artrosis y que luchan porque se atiendan a las personas. Los médicos no tienen tiempo para atender a las personas con artrosis, solo nos dan pastillas. Yo soy antipastillas. Solo una para la tensión. Si me duele un poco la espalda, me voy a nadar y me relajo.

A estas personas que están con problemas, yo les digo que procuren hacer cosas, moverse. La hidroterapia es una maravilla para recuperar. Y da una sensación de bienestar.

Primero, si tienen un sueño en su vida, que lo mantengan porque puede que se les realice. Si el mío de saltar en paracaídas se pudo cumplir a los 49 años… imagínate.

Procuro ser un poco el ejemplo para que se puedan recuperar y pensar que todavía se pueden mover. O escuchar música. Hay que hacer cosas. Y que realicen sus sueños.

Tuve dos hijos; Eduardo, el mayor, e Ignasi, el pequeño, que ahora está en Holanda y fue director del Bird Life en el Delta del Ebro. Allí van voluntarios de todo el mundo y aprenden sobre las migraciones de los pájaros. Pero ahora está en Holanda, porque tuve un nietecito, y están allí porque su esposa es bióloga.

Me veo con ellos por la tableta.

Eduardo murió haciendo pesca submarina cuando tenía 26 años. Era un gran deportista. Con Paquito Ochoa se iba a Argentina cuando aquí era verano para poder esquiar. Y con él he saltado, nos hemos cogido las manos allá arriba, y también he navegado con él. Se lo llevaron a enterrar al Valle de Arán.

Tengo amistades que les ha costado superar una pérdida del hijo o que no lo han superado nunca. Pero los amigos de mi hijo nunca me dejaron sola: me apuntaban a cursos, a carreras…

He tenido la suerte de poderlo superar y recordarlo todo con alegría.

Y también lo recomiendo: que procuren no hundirse.

Cada vez que saltaba le decía: “Échame una manita que ya estoy por aquí arriba”.

Y siempre hago una frase a mi querida virgen de Montserrat. En quien ti confía, será salvado. He saltado en Helsinki, en Éfeso, y sobre Barcelona.

Me mantengo activa, voy a la piscina. Y al aire libre, agua helada. Aunque hago solo dos o tres piscinas nadando, salgo nueva. Si no me muevo es cuando me duele más toda la espalda y las piernas. Hay que hacerlo circular, cada uno con lo que pueda.

Y siempre riéndome.

Me hace ilusión que la gente se alegre de mis anécdotas y que me recuerde por eso.

También salgo en el documental Historias del papa Francisco, de Netflix. Hay ocho historias y una es la mía.

Y ahora tenía que salir también en un acto para decir esto que se ha puesto de moda con los bancos, “Somos mayores, pero no idiotas”. No me gusta mucho, porque siempre me tratan muy bien, pero bueno.

De OAFI puedo decir que yo siempre estoy abierta a ayudar a las personas que tienen problemas. Me pidieron que pasara por allí y me reclutaron, me hicieron voluntaria y hago todo lo que puedo. Ahora vamos a hacer taichi.

Y también con la marcha nórdica. Conocí a Antonio Niedra en el primer congreso que hicieron en el Museo de la Ciencia y participo desde entonces. Si me tiro en paracaídas a 400 kilómetros por hora, cómo no voy a poder estar coordinada con la marcha nórdica. Esto me salvó también de la pandemia.

Todo lo que sea moverse.

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