Marisa Llanta
Marisa Llanta
Soy médico de familia, llevo ejerciendo desde hace cuarenta años. En un centro de atención primaria durante 34 años y en varias residencias geriátricas hasta el año 2021. En la actualidad atiendo en un centro médico privado. Durante estos años he visto muchos cambios positivos en la sanidad.
En el año 1978 tiene lugar la conferencia de la OMS (siglas de la Organización Mundial de la Salud) de Alma Ata, en Kazajistán, dónde se define la salud como: estado total de bienestar físico, social y mental y no simplemente la falta de enfermedad o malestar, considerando la salud como un derecho fundamental. Esta corriente plantea un acercamiento multicausal de los problemas de salud y promueve los cuidados de salud global, continuos, integrados y distribuidos equitativamente.
Se proclama salud para todos en el año 2000. Una tendencia médica que crea una nueva especialidad, medicina familiar y comunitaria, basada en el trabajo en equipo con participación activa y con previa formación a tal efecto (enfermería, administración, servicios sociales, etcétera), demostrando que hay vida inteligente fuera de los hospitales, ya que se partía de una situación sanitaria con masificación de las consultas, con poco tiempo para atender a los pacientes, por el aumento de las enfermedades crónicas en parte por el envejecimiento de la población, gracias al aumento de la esperanza de vida dada por los avances de la medicina en cuanto a nuevos fármacos, técnicas avanzadas de diagnóstico, nuevos hospitales y servicios de urgencia, y por los cambios negativos en el estilo de vida.
Era necesario potenciar la figura del antiguo médico de cabecera, que había sido eclipsada por el avance de las especialidades y subespecialidades médicas. Se necesitaba un nuevo tipo de médico, en el que se unieran sus características tradicionales positivas, en los temas de conocimiento y contacto profundo con los pacientes, y los cambios habidos en la sociedad. Surge así la figura del médico de familia.
Durante años se ha avanzado progresivamente en los centros de atención primaria gracias a la incorporación de los médicos de familia, ampliación de horarios para atender a los pacientes, mejoras en los equipos técnicos y humanos (más multidisciplinarios y cercanos a las personas), más atención a las enfermedades y su prevención y haciendo de enlace con los especialistas de la red hospitalaria. Se han creado especialidades de enfermería (medicina familiar y comunitaria, urgencias, pediatría)... Recientemente se han integrado diferentes equipos de psicólogos y psiquiatras, dado el aumento de casos de enfermedades mentales.
Estas mejoras no impiden que crezca el número de enfermedades causadas por el envejecimiento de la población y el estrés en los pacientes más jóvenes.
El dolor es otro de los grandes retos en la salud. A pesar de los grandes avances no hemos sido capaces de controlarlo en su totalidad, sobre todo en las enfermedades reumáticas (fibromialgia, osteoporosis, artritis, artrosis…) siendo uno de los principales motivos de consulta.
Estos pacientes, en su mayoría mujeres, se sienten desesperanzados. Su día a día suele ser ir de consulta en consulta a diferentes especialistas y a su médico de familia, buscando soluciones, y acaban quedándose en casa sufriendo dolor, con lo que se agrava más la enfermedad y el estrés generado.
En estas consultas se les realizan diversas pruebas para su diagnóstico (radiografías, resonancias magnéticas, electromiogramas, densitometrías, analíticas…), se les diagnostica y se les trata con diferentes fármacos, pero faltaría un abordaje multidisciplinar donde se tuviera en cuenta el ejercicio, la dieta, el descanso y el estrés, entre otros, y un seguimiento más exhaustivo del paciente.
Lamentablemente en nuestra sanidad sólo existe la figura del fisioterapeuta que realiza unas sesiones de rehabilitación y una pauta de ejercicios para realizar en casa, que en la mayoría de los casos queda en el olvido.
Durante mi estancia en el centro de atención primaria participé juntamente con unos profesionales de taichí, yoga y pilates en crear un espacio con actividades para pacientes vulnerables. Estas clases fueron gratificantes y efectivas pero poco relevantes, ya que no hubo implicación del resto de departamentos del centro. Estando en una residencia también organicé unas sesiones de estas técnicas para los residentes con un gran beneficio, pero con el tiempo también se desestimaron por parte de la dirección.
En relación a las dietas, se ha demostrado que una dieta equilibrada rica en alimentos antiinflamatorios como el pescado, frutas, verduras, legumbres, frutos rojos, frutos secos y sin olvidar las especias como el jengibre o la cúrcuma y el aceite de oliva ayudan a controlar el dolor, frente a las dietas con abuso de alimentos procesados y exceso de carne roja y grasa animal que son de carácter inflamatorio.
Es importante el descanso para poder desconectar y así salir del modo alerta. El estado de ánimo también depende de cómo dormimos, es decir, el sueño reparador, y de nuestro entorno diario. Debemos encontrar momentos para nosotros mismos para romper con la rutina.
La OMS define salud mental como un estado de bienestar en el cual el individuo se da cuenta de sus propias aptitudes, que puede afrontar las presiones de la vida, trabajar productiva y fructíferamente y ser capaz de hacer una contribución positiva a su comunidad.
No obstante, se ha fracasado en la prevención de las enfermedades, en educar al paciente y en hacerle comprender que la salud depende en gran parte de uno mismo (alimentación saludable, ejercicio, salud mental). Este cambio no depende solo de los sanitarios, sino de estrategias político-sanitarias y valores de la sociedad.
Como bien define la doctora Marian Rojas Estapé, hay una obsesión en ser feliz basada en la inmediatez y el placer. Pero la felicidad depende del sentido de la vida: el Ikigai, un concepto japonés que significa tener una razón por la que vivir, como cuidar el planeta, ayudar a los demás…
El médico tiene que tender la mano al paciente, saber escucharle, comprenderle, apoyarle, darle herramientas para su curación. Debe ser en parte filósofo. A su vez el ser humano tiene el deber de cuidar a los demás y a sí mismo. El dolor físico o psíquico, la enfermedad o la muerte forman parte de la propia vida y a menudo debemos reflexionar sobre ello; debemos estar preparados.
Tenemos fármacos para controlar el dolor o para la depresión, pero lo más importante es nuestra actitud frente a la enfermedad. En nuestro cerebro somos capaces de segregar sustancias de efecto similar a la morfina (las endorfinas), es decir, tenemos en parte la capacidad de autocuración. Las técnicas de relajación milenarias como el yoga, el chikung y el taichí, la realización de actividades lúdicas como el teatro, el cine, el baile, la música, encuentros con amigos o simplemente el hecho de caminar (mejor en la naturaleza con los llamados baños de bosque) ayudan a controlar el dolor y el estrés.
En mi experiencia personal también he tenido que afrontar situaciones dolorosas, las enfermedades, envejecimiento y muerte de seres queridos. Ser médico puede parecer a simple vista una ventaja pero en muchas ocasiones se convierte en mayor sufrimiento. Nos exigen más, a veces casi milagros, a menudo nos tachan de fríos y debemos soportar nuestro sufrimiento y el de los pacientes. A pesar de ello, todo esto nos hace tener más comprensión y a día de hoy sigue apasionándome la medicina y el cuidado de las personas.
Sigo muy implicada en los beneficios del ejercicio, sobre todo en las técnicas orientales, las terapias alternativas como la acupuntura, la neuromodulación no invasiva, sin olvidar la medicina tradicional, en resumen la medicina holística o integrativa.