Dolors Avalos
Dolors Avalos
Me llamo Dolors, tengo 50 años, me siento bien, aunque tengo siete operaciones en una pierna y ocho en la otra, en la espalda tengo dos fracturas en las vértebras (la siete y la ocho), y una fisura en la lumbar 4, y tres operaciones en una mano, y que ahora por un golpecito que tuve se han roto dos metacarpos. Ayer me dijeron que tenía que hacer rehabilitación entre dos y tres meses para que los huesos se pongan en su sitio. Con un leve golpe que tenga se me rompen los huesos, soy la caja de Pandora, pero, nada yo tiro para adelante. Sigo mi vida normal, cotidiana. Puedo, esto no me va a vencer, yo puedo.
Yo hacía gimnasia artística y a los 16 años me empezaron a fallar las rodillas, también hacía ballet clásico y tuve que dejarlo todo, porque no ya no podía. Me dolían mucho las rodillas, era subir tres escalones y me quemaban, me tenía que parar y doblarme porque no podía, me quemaban las rodillas. Mi padre buscó un médico en Barcelona y me hicieron pruebas y me dijeron que tenía una artritis. Vieron que tenía descalcificación de huesos en la rodilla. Cuando me lo dijeron pensé que se había acabado todo, en relación al deporte, ya que lo practicaba de manera muy intensa. Par mi fue un… ¡guau! ¿Qué ha pasado? Me lo tomé bien, no había otra, era dejarlo o mi salud, entonces elegí mi salud. Fue cuando empezaron a hacerme las operaciones. En la derecha tengo siete operaciones y en la derecha ocho. A partir de ahí me empecé a encontrar más cansada y con mucha medicación. Luego también me diagnosticaron artrosis y llevo así más de 20 años y con 18 pastillas para los dolores, para la depresión… porque aunque no estás deprimida la medicación te puede una sensación de que no puedes con las cosas del día a día, pero no es real, tú puedes. Los síntomas sobre todo son el cansancio y el ardor del cuerpo y las articulaciones. También tienes que ir con mucho cuidado para no darte un golpe, no sea que se rompa algún hueso. Ahora me pasó en la mano, que al cerrar una ventana me di un pequeño golpe que me ha roto dos metacarpos y tengo que estar dos o tres meses en rehabilitación. Pues que vas a hacer, te resignas y ya está.
En general lo llevo bien, aunque a veces me cuesta levantarme, tengo que tener mucho cuidado pero lo voy llevando, poco a poco. A veces me duele el todo el cuerpo y no me puedo ni mover pero bueno, tengo que ser positiva y tirar para adelante.
La evolución desde el diagnóstico no es buena ya que he ido a peor, mis piernas no aguantan mi cuerpo, mi espalda me limita (estuve 18 meses con un corsé), pero una lo intenta y soy muy positiva aunque tenga todas estas cosas, sobre todo los dolores, que hay días que son horribles, muchas veces no puedo moverme y me tiro en el sofá y hasta en el sofá te molesta y parece que no puedo más, pero sí que podemos, claro que podemos, esto es lo que nos ha pasado a muchas personas, pero tenemos que tener la conciencia muy positiva.
Mi padre siempre estuvo pendiente de mí, con sus advertencias para que no me hiciera daño y yo pensaba que tampoco era para tanto pero a la larga te das cuenta que todo evoluciona más rápido, que has parado a una edad de hacer cosas y ves que no puedes ir a correr, caminar mucho o subir escaleras porque las piernas me arden. Hay días que no me puedo poner ni las zapatillas de casa, tengo que empujarlas contra la pared porque si no, no me las puedo poner. Pero hay que ser positivos porque si no, nos sumimos en una depresión y es lo que no quiero.
Las operaciones consistieron en abrir la rodilla y limpiar la rótula porque tenía unos quistes que se originan por la falta de meniscos que me quitaron y que producían un roce que daba lugar a la aparición de quistes. Cada dos por tres hay que operar para quitar esos quistes. Me dijeron que era demasiado joven para ponerme prótesis, yo me quedé pensando en que las necesitaba pero me dijeron que no. Me tendría que operar cada tres años, pero no me veo, estoy cansada de quirófanos y de rehabilitaciones. En esta última lesión en la mano el médico me ofreció operarme pero le dije que no, que tuve tres operaciones en la mano y en la última la mano me quedó muy mal porque me quitaron un tendón de un dedo para poner en la muñeca y pasé muchos nervios y meses de rehabilitación. Es además en la mano derecha, que me impide cocinar o pelar una patata, pelar una patata es morirme. Con el problema de las manos empecé hace cuatro años y me han operado tres veces.
La lesión en la columna fue por una caída tonta hace tres años, a la que no le di mucha importancia pero al día siguiente estaba completamente doblada y fue cuando fui al hospital y estuve ingresada 15 días en el hospital sin moverme.
A veces lloras por el dolor, es un dolor punzante y muy intenso y no puedes hacer nada y te doblas y… ¡hay! , pero nada ahora lo que me preocupa es la mano, que estoy con una muñeca ortopédica que me ocupa hasta la mitad del brazo y con eso voy tirando.
El dolor lo sobrellevo a base de mediación, lo gestiono mal porque me duele, pero bien poque no tengo más remedio, lo llevo lo mejor que puedo. Si me duele pienso que al día siguiente me dolerá menos o en cómo me voy a levantar.
Hace 14 años que no trabajo, no he podido trabajar, hasta este año no he conseguido la paga de invalidez y fue por la lesión de la espalda. Me costó mucho conseguir la invalidez, en los tribunales médicos me decían que lo intentara, pero no podía. Intenté hace dos años trabajar en la hostelería pero aguanté dos días debido a los dolores, no podía. Fue muy difícil.
En casa evito hacer muchas cosas, pero no me puedo tirar para atrás, busco la manera de poder hacer algo, si no es con la derecha, con la izquierda, si no me doblo más, me doblo menos, pero algo. También tener iniciativa, hacer gimnasia pasiva también va genial, pero hasta donde tú llegues, sin obligarte, no más, seguro que notarás una mejora. Los dolores son muy malos y a veces te dices no puedo, pero ¿Cómo no vas a poder? ¡Claro que puedes! Si no acabas a las doce de limpiar, acabas a la una, no tienes prisa, tenemos todo el tiempo del mundo y hay que aprovecharlo. No se trata de forzar la máquina al cien por cien, porque luego es peor. Hay que ser positivo y creer en uno mismo. Creer en uno mismo hace mucho,… mucho.
Mi día a día es... ¡Búa! Tengo un hijo que tiene autismo. Ya me levanto agotada, parece que me hayan pegado una paliza por la noche, me pego una duchita, me arreglo como puedo y luego voy a atender a mi hijo (tiene 14 años y mide 1,92 metros) y a prepararle para la clase diaria que tiene en casa con una profesora.
Hace doce años que no voy de vacaciones, sobre todo por mi hijo, porque no tiene agarofobia y afofobia.
Últimamente no hago comida por lo de la mano y toca comida hecha, pero todos los días me levanto a las seis de la mañana porque me gusta tener la casa limpia cuando llega la profesora. Pongo el rumba, y me viene genial, imaginaros, con tres gatos y una perra en casa.
No soy de las que me acobardo, si no es así, con todo lo que tengo podría coger una depresión, pero no quiero, quiero ser positiva y luchar. Primero por mí y luego por mi hijo y por mi marido. Si yo estoy bien, ellos van a estar bien.
A veces mi marido, cuando yo no puedo más, me levanta, me coloca la espalda y me dice… ¡Venga. A tu lio! Siempre está pendiente de que no me mueva demasiado, pero yo no quiero, no puedo estarme quieta, porque me amuermaré, me tiraré en el sofá y no sé lo que me podría pasar.
En casa evito hacer muchas cosas, no puedo subirme a una silla ni a unas escaleras para limpiar el altillo de los armarios porque las piernas no me aguantan y prefiero evitarlo.
Se puede. Aunque nos duela hay que mirar para otro lado y pensar que tú puedes. Si te hundes y piensas que no puedes vas a coger una depresión y no vas a salir adelante, es entonces cuando no vas a poder. Aunque sea solo un poquito positiva, si no puedes hacer esto, lo hago de otra manera, si no puedo barrer de una manera lo hago e otra, y se puede.
No me puedo tirar para atrás, busco la manera de poder hacer algo. También tener iniciativa, hacer gimnasia pasiva también va genial, pero hasta donde tú llegues, sin obligarte, no más, seguro que notarás una mejora. Hasta donde puedas, porque puedes, los dolores son muy malos y a veces te dices no puedo, pero ¿Cómo no vas a poder? ¡Claro que puedes! Creer en uno mismo hace mucho,… mucho.
Mi día a día es... ¡Búa! Tengo un hijo que tiene autismo. Ya me levanto agotada, parece que me hayan pegado una paliza por la noche, me pego una duchita, me arreglo como puedo y luego voy a atender a mi hijo (tiene 14 años y mide 1,92 metros) y a prepararle para la clase diaria que tiene en casa con una profesora. Salgo de casa los martes y jueves por la mañana, que es cuando la profesora no viene, me voy a comprar con el carrito y del súper. A veces mi marido me anima a salir a caminar pero le contesto que si salgo, solo saldré a caminar tres pasos. Tenemos una perra grande y no puedo sacarla a pasear porque me tira y me duele la espalda, un día me arrastró y la policía tuvo que traernos a casa. Pensé... ¡Madre mía! Me pasó por tozuda porque mi marido me había dicho que no la sacara, pero quería ver si yo podía.
Hace doce años que no voy de vacaciones, sobre todo por mi hijo, porque no tiene agarofobia y afofobia.
Últimamente no hago comida por lo de la mano y toca comida hecha, pero todos los días me levanto a las seis de la mañana porque me gusta tener la casa limpia cuando llega la profesora. Pongo el rumba, y me viene genial, imaginaros, con tres gatos y una perra en casa.
Ya no saco a la perra porque me da miedo, y cuando salimos a pasearla con mi marido, ya les digo que me recojan a la vuelta porque no puedo. Poco a poco, si hoy no puedo dar tres pasos, a lo mejor mañana puedo dar cuatro. Si hago dos tengo que intentar hacer tres, si hago tres tengo que intentar hacer cuatro, y si no puedo vuelvo marcha atrás, pero no soy de las que me acobardo.
Si no es así, con todo lo que tengo podría coger una depresión, pero no quiero, quiero ser positiva y luchar. Primero por mí y luego por mi hijo y por mi marido. Si yo estoy bien, ellos van a estar bien.
A veces mi marido, cuando yo no puedo más, me levanta, me coloca la espalda y me dice… ¡Venga. A tu lio! Siempre está pendiente de que no me mueva demasiado, pero yo no quiero, no puedo estarme quieta, porque me amuermaré, me tiraré en el sofá y no sé lo que me pudiera pasar.
Hay que ser muy positivo, si hoy damos un pasito, para adelante y mañana dos para atrás no pasa nada, hay que ser positivo, se tarde lo que se tarde. Aunque duela, aunque los dolores puedan llegar a ser horribles, tan intensos que llega un momento en que te dices que no puedes, pero si que puedes.
Y así vamos.