Limitaciones, en sí, no tengo,  considero que he superado la discapacidad bastante bien porque puedo hacer todo lo que hacía antes e incluso hago más.  Creo que la discapacidad está en la mente de cada uno y que según lo que te propongas puedes paliarla o incluso superarla.

Cuando me ocurrió el accidente tenía 25 años, debido a la anestesia, al principio en el hospital no soy muy consciente de lo que me ocurre, después de un par de días es cuando me doy cuenta. El primer shock es brutal, sientes mucha tristeza, ansiedad, piensas que el mundo se acaba y pasas un tiempo largo de duelo, en mi caso duró aproximadamente seis meses en los que estas como en una montaña rusa, con sus momentos mejores y peores. Este periodo lo llevé mejor gracias a los médicos, enfermeras, familia y al tratamiento psicológico. Sin un buen psicólogo es muy difícil que una persona sola pueda aceptar y afrontar la nueva situación. Gracias a ello, en vez de fijarme en lo malo, pude fijarme en lo bueno, que era que tenía una segunda oportunidad.

Continué con apoyo psicológico hasta que al año aproximadamente ya estaba dada de alta. A día de hoy siempre que lo necesito recurro al psicólogo porque es algo que está ahí, ya no solo por las prótesis,  sino para afrontar cualquier problema personal que te puedes encontrar en la vida, igual que vamos al médico cuando tenemos una gripe o gastroenteritis , porqué no cuando se trata de la salud mental, por ejemplo con una depresión, ansiedad o  tristeza. Yo lo considero tan importante o más. Te da confianza, te sientes arropada y te das cuenta que cada vez lo necesitas menos, esto es muy importante.

Al principio se vuelcan contigo tus amigos, familiares y entorno pero luego cada uno tiene que volver a su vida, cada uno vuelve a ser como era, piensas que vas a estar cuidada toda la vida y no es así, pero viene bien porque en el fondo es una realidad engañosa, no vas a ser todo el tiempo el protagonista de la historia de todo el mundo. Viene bien darse cuenta de que la vida sigue, que todo el mundo continua con su vida y que tú también tienes que subirte a tu propio tren de vida y seguir tu camino. En mi caso hubo un tiempo en que todo eran ayudas, sobre todo en la transición de la silla a las prótesis, pero hubo otro periodo de separación de independencia, también provocado por mi parte.

La adaptación a la prótesis es un proceso un poco lento. Tienes que cambiar la mecánica de andar, es diferente, supone cambiar tus patrones de movimiento para poder caminar adecuadamente. Al principio el fisioterapeuta te enseña cosas básicas, pero luego es un trabajo individual y constante y proponiéndote a ti mismo cosas nuevas. Hay gente que tiene miedo y no se expone a cosas que sean complicadas como subir unas escaleras o bajar una rampa, es muy importante hacerlo. En esto me ayudó mucho mi forma de ser, un poco loca y aventurera, me iba al monte a probar las prótesis, estar en un entorno complicado me ayudó a probarlas y ver su reacción para poder adaptarme y superar los obstáculos. Al principio solo aguantas unos minutos con ellas puestas, pero poco a poco se van alargando los tiempos y en tres o cuatro meses ya no usaba muletas.

Volví a mi vida anterior, a trabajar como profe  y cuando vi que era capaz de aguantar siete u ocho horas con las prótesis puestas, me nacieron las ganas de volver a sentir el deporte, yo era una persona deportista, aunque nunca había competido, pero en ese momento me apetecía sentirme cansada, agotada. Empecé a correr que es la forma más fácil de hacer deporte y me enganchó el atletismo.