Saray Rodríguez
Saray Rodríguez
Me llamo Santi Félix Mejías, tengo 40 años, soy padre de tres hijos, estoy casado, poltoxicómano y llevo en abstinencia seis años. Soy un hombre afortunado al dejar el alcohol y las drogas. Conservo mi trabajo y soy autónomo de la construcción.
Con veinte años ya sabía que tenía un problema con el alcohol y las drogas, intentas cambiar, de una manera y de otra, pero no puedes, tenía muchos problemas y creía que encontrando una mujer y teniendo hijos lo solucionaría, pero siempre perdía. Conseguí tener una novia que es mi mujer a día de hoy, intenté cambiar un poco pero no pude.
Muy pronto, a los quince años, empecé a consumir alcohol y a los diecisiete empecé con la cocaína. Empecé a trabajar muy pronto, con trece años y esto conllevaba que también manejaba bastante dinero. Al principio cuando consumes parece todo alegría, todo te parece bien, pero cuando ya vas madurando un poco, te vas dando cuenta de las cosas, me transformaba en otra persona y el consumo de alcohol me llevaba a consumir cocaína de una manera que no podía controlar. Mi vida era un caos, trabajo y el fin de semana consumir alcohol y drogas.
Consumía cocaína sin querer consumir, por ejemplo un sábado a las once de la mañana, ya estaba consumiendo. Mis padres se preocuparon, ya que no podía parar, la adicción me controlaba. Pensaba que con el tiempo cambiaría porque no entendía lo que era una adicción, no entendía que podría llegar a ser otra persona.
Intenté dejarlo por mi cuenta, con veintidós años, salía por ahí y pensaba que mi problema era solo la cocaína, pero mi problema era el alcohol que me llevaba a la droga. Si no consumía alcohol, no consumía cocaína, el alcohol me gustaba más. A lo mejor estaba veinte días o un mes sin consumir mucho, intentando controlarlo, pero era imposible. Estuve así hasta los treintaitrés años, con un montón de problemas, con la novia intentaba controlarme pero cuando salía solo volvía a consumir mucho. No quería ser la persona que era pero siempre volvía a ser esa persona.
Mi padre era mayor pero no entendía mi problema, no entendía lo que era la cocaína. Como el dinero lo ganaba yo, no sabían si gastaba mucho o no.
Cuando tenía veintisiete años falleció un hermano mío, se suicidó, entró más mayor que yo en las drogas y cuando eres más mayor la adicción es más fuerte, la coges mucho más rápido. No pudo salir de ese mundo. Ese mismo año me casé y al año siguiente le dije a mi mujer que tenía que dejar esa vida, que no podía seguir así. Yo quería salir por mí mismo, no quería que me internaran en ningún sitio, estuve con médicos y psicólogos y me diagnosticaron epilepsia. Estuve tres o cuatro años intentando salir por mi mismo pero era imposible.
Estuve ingresado tres veces con ataques de epilepsia y el neurólogo me dijo que de cada diez que llegaban así, seis se iban para el otro barrio. Me dijo..., "tú has tenido suerte, no una vez sino tres". Estuve en otro centro pero como era autónomo y tenía que pagarlo, no podía dejar mi vida para ingresar allí, hasta que fui a la asociación.
Tenía un amigo que trabajaba conmigo y tenía los mismos problemas que yo, al verlo a él, que a los seis o siete meses estaba bien, fue lo que me animó. Además la última que lié fue muy grande, mi mujer me dijo que se iba y eso fue definitivo, ya no tenía más escapatoria, ya no con ella, sino conmigo mismo, esa vida ya no la podía llevar.
No se me olvidará nunca lo primero que me dijeron cuando llegué a la asociación... "aquí te ayudamos solo si tu quieres". Yo era un poco rebelde conmigo mismo y al oír aquellas palabras, de buena manera, y que puedes rehacer tu vida, me llenó. Me acogieron con los brazos abiertos. Era muy egoísta y me creía el mejor del mundo porque tenía dinero. En la asociación me di cuenta que tenía que renunciar a algunas cosas pero sin que me lo exigieran. Al principio muchos de los que llegamos somos egoístas pero todo esto cambia, hasta el punto que ahora me considero una persona normal que no consume alcohol ni drogas, puedo ir a tomar un café a cualquier sitio, un refresco, disfrutar de la vida.
En la asociación me ayudó muchísimo ver a gente de mi mismo pueblo y amigos con casos parecidos al mío e incluso pude ayudar a amigos a superarlo.
Si quieres, puedes. No se trata de milagros ni nada de eso, se trata de seguir los consejos de los compañeros. Al principio siempre tienes ganas de consumir, pero si te quieres quitar, dejas las adicciones rápidamente, mejor, peor, más lento, más rápido, pero si quieres puedes.
A día de hoy sigo sin consumir. Soy una persona normal, llevo seis años sin consumir, No me considero un privilegiado por salir del alcohol y de las drogas, y tengo una vida social como una persona normal. Conservo algunos muy buenos amigos, puedo ir con ellos donde quiera, comidas, discotecas y no paso ninguna envidia. Incluso mejor porque ya no cogemos taxi, yo los llevo a todos los sitios. Ellos se alegran y yo también.
Hay que luchar por ser una persona normal, y que te aprecies tú mismo, no hay nada más bonito que te aprecies a tí mismo, y no ser egoísta como era yo, con dinero, todo me iba bien y todo lo demás no me importaba. No hay que ser egoísta en la vida.
Ahora soy muchísimo mejor persona, entiendo más a la gente porque me han abierto los ojos aunque me hubiera gustado poder haber ayudado más a mi hermano.
Pasé de que la gente no confiara en mí, a ser la persona en que más confían, sobre todo cuando salimos por motivos de trabajo o con amigos.