Emilio Belmar
Emilio Belmar
Mi nombre es Emilio Belmar, tengo 59 años, llevo veinte años sin consumir alcohol y el cambio en mi vida, ha sido indescriptible.
Empecé a beber relativamente tarde en comparación con lo que normalmente se suele ver en nuestra sociedad actual. Estaba estudiando, haciendo la carrera en la universidad y mi problema con el alcohol empezó cuando fui al servicio militar, entonces era obligatorio, y fue donde empezaron mis primeros contactos con el alcohol y prácticamente, cuando acabé el servicio militar, después de un año y medio mi adicción ya se había hecho realidad.
El consumo fue aumentando, los problemas fueron creciendo, problemas familiares, laborales, físicos, llegó un momento, cuando tenía treintaiocho años, ya casado, con dos hijos de doce y cuatro años, mi esposa me planteó que había que poner solución. Ella llevaba mucho tiempo diciéndome que estaba enfermo, que tenía una enfermedad que era la adicción al alcohol y que eso había que superarlo, tenía que desaparecer.
Yo, como prácticamente todos los alcohólicos, hacía caso omiso a sus palabras y aquí en mi pueblo en Daimiel, llegó un momento en el que fundaron una asociación de alcohólicos rehabilitados, mi mujer insistía y mi actitud era “si te ví, no me acuerdo”. Llegó un momento en que la situación fue insostenible y me planteó: “o dejas el alcohol, o nuestra vida en común se ha terminado”. Tomamos la decisión, llamamos a la persona que en aquel momento estaba a cargo de la asociación y acudimos un viernes 16 de abril a la entrevista de acogida, ese mismo viernes ya me quedé en el grupo de autoayuda y desde entonces, no he vuelto a probar el alcohol.
Yo en mi interior sabía que tenía un problema, en el mundo de la adición tiene que llegar el momento en que uno reconoce que tiene un problema y que necesita salir, si no es muy difícil intentar salir de ese mundo. Cuando fui al grupo de autoayuda, vi gente que conocía de toda la vida y con problemas mucho más graves que los míos; ver a aquellas personas que lo estaban consiguiendo me hizo pensar “porqué yo no voy a salir”.
Tengo tres cumpleaños, el uno de septiembre, el dieciséis de abril y el nueve de diciembre del año siguiente que dejé de fumar.
Ahora mismo soy el presidente de la asociación a la que acudí aquel día. De aquellas llevaba muy poco tiempo y tenía muy poca gente, ahora hay mucha más gente que viene con todo tipo de problemas, con policonsumos o con problemas de juego.
Tomar la decisión de salir donde se está metido, con ganas de querer dejar ese mundo, y con la ayuda de mucha gente dispuesta a dar ayuda, si se quiere, se puede conseguir. Querer es poder y si se quiere se puede. No hay duda.
Tengo claro que la mejor decisión que he tomado en mi vida fue la de dejar el alcohol y lo he conseguido porque mi vida era un desastre en todos los sentidos, no había proyectos, no había nada, porque mi cabeza siempre estaba con una botella metida en el cerebro, el dejar aquello ha supuesto vivir, vivir la vida de otra manera. Es difícil ver el cambio cuando uno sale de ese submundo que te arrolla todo, si no lo has vivido.
Las adicciones son como un elefante en una cacharrería, que lo destruye todo, relaciones personales, todo tipo de relaciones y cuando uno lo deja se convierte, ayude o no a otras personas en la rehabilitación, en una persona mejor, incluso, de lo que era entes de la adicción.