Angel Jimenez
Angel Jimenez
Me llamo Ángel Jiménez, tengo 53 años, estoy casado, tengo dos hijas, de 35 y 26 años, y dos nietos. Desde hace 15 años estoy en abstinencia del alcohol. El alcohol me creó una dependencia y puso patas arriba mi vida y me la destrozó. A día de hoy, después de estos 15 años de abstinencia he vuelto a recuperar lo que el alcohol me quitó.
Mi experiencia con el alcohol empezó cuando era muy joven. Empecé a consumir con 13 años, no es que fuera diario, pero si los fines de semana, luego en las fiestas de los pueblos. El alcohol ya estaba dentro de mi vida. A los 18 años ya era padre y empecé una vida con la que, hoy, es mi mujer, seguimos estando juntos. Empecé pronto a trabajar, siempre he sido una persona un poquito adelantada a lo que era mi edad. Al ser padre joven tuve que empezar pronto a trabajar, siempre he tenido suerte, nunca me ha faltado el trabajo.
Desde que empecé a trabajar ya empecé a hacer uso del alcohol m´ss habitualmente, no es que fuera día a día, a lo mejor algún fin de semana bebía algo más. Poco a poco la vida se me fue dando bien, fui consiguiendo ascensos en mi trabajo y nació mi otra hija.
Fui haciéndome bebedor asiduo a diario. Con 26, 27 años ya sí, bebía bastante, a abusar, nunca me ha dado por otras substancias, solo el alcohol. Empecé a notar que tenía problemas porqué si íbamos a algún sitio, tenía que beber antes de ir, para no dar la nota discordante. En el trabajo seguían las cosas bien, poco a poco iba escalando, me presenté todas las oposiciones que había de ascenso y me iba bien. A partir de los 32 años, ya era abuso, bebía a diario, alguna veces me daba cuenta que ya me pasaba y los fines de semana también, para ir al fútbol..., el caso era estar en el entorno donde había consumo. Yo era una persona muy familiar, estaba mucho con mi mujer y mis hijas pero empecé a abandonar lo que era la parte familiar. Era la parte de los amiguetes, el bar y el ocio. De los 35 a los 38 fue donde empecé a desembocar en una espiral grande de abuso del alcohol. En el trabajo se empezaron a dar cuenta, procuraba no beber mucho, pero cuando salía, a mediodía empezaba otra vez a consumir.
Me empecé a dar cuenta de mi problema, hacía pausas de un par de meses al año, lo intentaba, pero luego volvía a consumir, llegó un momento que ya no podía. Empecé a perder peso, no comía y lo necesitaba. Salía tempranísimo para llegar al primer bar que abría a las seis de la mañana, para tomarme un chupito, que tenía que coger con las dos manos, debido a los temblores, pero me valía para toda la mañana. Me negaba a pedir ayuda, decía que no iba a volver, las mañanas eran terribles, había veces que tenía malos pensamientos, me dominaba el alcohol. Siempre fui una persona muy luchadora, me gustaba ir a más, nuevos retos, había conseguido todo lo que había soñado, casa, familia, mi mujer, mis hijas, todo el valor que tenían esas cosas para mi habían desaparecido.
Tuve suerte porque me dio una pancreatitis alcohólica aguda y me ingresaron en Toledo y me hicieron una desintoxicación, estuve once días con suero, al salir me dije que no iba a consumir más, la de digestivo me dijo que tenía 38 años y tu verás lo que haces con tu vida, si dejas de consumir tienes una posibilidad de vivir con el páncreas en ese estado, pero si consumes no tienes ninguna posibilidad. Ahí me di cuenta de la fuerza que tenía el alcohol porque a los 10 días me tomé un cubata. Como no pasó nada, al siguiente ya fueron dos, y en una semana tuve que pedir ayuda, fui al médico de cabecera.
A partir de ahí fue el punto de inflexión, habían abierto una asociación en Illescas de alcohólicos rehabilitados AARIF, fui allí sin mucha idea porque en ese momento mi vida era un caos, pero quería seguir adelante. Los primeros días vi a personas conocidas del pueblo y de otros pueblos alrededor, me dí una oportunidad a mí mismo. Hubo un cambio porque más que nada, fueron las primeras personas que me dijeron que no tenía que dejar de beber, no como las personas que me apreciaban de fuera de la asociación, que me decían que tenía que dejarlo pero no me decían cómo. En la asociación me dijeron la manera, el cómo dejarlo. Es muy fácil decir, no bebas, pero para una persona que tiene dependencia al alcohol, esa palabra rebota, porqe los primeros que lo sabemos somos nosotros.
Los pensamientos, sueños, impotencia, rabia, todo lo que yo sentía, ellos, las personas de la asociación, ya lo habían sentido o lo estaban sintiendo. Ahí fueron mis comienzos con 38 años, hace 15 años ya que llevo en rehabilitación. Los primeros meses fueron muy duros pero como se dice en la asociación: "querer es poder", no hay varitas mágicas, te previenen del síndrome de abstinencia que vas a tener y te preparas para ello. Los picores, sudores, ansiedad, nervios, no te cogen de sorpresa, pensar en valores, en la familia, en tí, en tu trabajo, en uno mismo, sobre todo me enseñaron que si yo no era para mí, no era para nadie. Es algo muy importante, me marcó. Si quieres ser un buen padre, no puedes rehacer porque volverás a ser el de antes.
No se puede recuperar en cuatro días lo que has ido machacando durante mucho tiempo, no he sido maltratador, pero psicológicamente he hecho mucho daño a todo el entorno, a todas las personas cercanas a mí, sacamos la ironía, los malos modos, la adicción te hace ser una persona que no eres. Está claro que culpables no somos, pero responsables sí.
He tenido mucha suerte, tanto en los malos años de consumo, como en mis primeros años de abstinencia mi familia estaba a mi lado, he tenido mucho apoyo, fui el padrino de boda de mi hija, ya con tres años de abstinencia, fue para mí un orgullo, poder ser el padrino y estar ahí y disfrutar, volver a ser yo, recuperar mi identidad, la que el alcohol me había quitado. Ver a mis nietos, poder disfrutar otra vez de estar ahí, es algo que te da mucha fuerza para continuar con la abstinencia y seguir para así toda la vida.
Mirar dentro de tí, siempre queda un hueco, hay que pedir ayuda, lo principal es pedir ayuda, por nuestra autoestima nos negamos a reconocer nuestra dependencia y puede llegar un punto en el que no haya marcha atrás en nuestra rehabilitación. Hay que darse una oportunidad, en esos momentos en los que estamos solos con nosotros mismos y sabemos que tenemos que dejar de consumir hay que pedir ayuda. Lo principal es pedir ayuda.
Mi vida ha evolucionado a nivel emocional, con mi mujer he vuelto a coger una dinámica de pareja que creo que es por lo que uno lucha, llevamos ya 36 años juntos y estamos en un momento bonito, con mis hijas, genial, una ya tiene dos hijos y la otra ya está haciendo vida independiente con su pareja. A nivel laboral ahí estamos, han vuelto las cosas a su cauce, con un buen nivel laboral.
Respecto a mi abstinencia, estoy ahí, ahora soy presidente de mi asociación AARIF y de la Federación de Alcohólicos, Adictos en Rehabilitación y Familiares de Castilla La Mancha FAARFACAM, y también de la Confederación de Alcohólicos, Adictos en Rehabilitación y Familiares de España CAARFE. Ahí estamos luchando, ya somos más de 120 asociaciones, sigue creciendo y es una manera de ayuda mutua que funciona y que está ahí.
Son 15 años los que llevo en rehabilitación, sabemos que esto es para toda la vida, que hay una vida plena sin el alcohol.