Noelia Cerdeño, Cáncer de tiroides, Toledo, España.

Según los doctores, no debo preocuparme demasiado, puede que esto se alargue en el tiempo así que voy acostumbrándome a convivir con el cáncer.

Cuando me creía sana y tenía por delante un montón de planes y proyectos, todo se truncó.

Los síntomas que venía notando tiempo atrás empezaban a cobrar sentido y los cabos iban atándose por sí solos.

En casa la noticia fue como un tsunami que nos arrastró a todos. Era un 28 de diciembre ¡menuda inocentada!

Me costó un tiempo asimilarlo y mientras tanto fui recabando la información necesaria hasta entender qué me estaba ocurriendo y cómo afectaría esto a mi cuerpo y mente.

En algunas páginas de internet se hablaba de él como un “cáncer bueno” y me preguntaba si debía sentirme afortunada entonces. No entendía como podían pronunciarse si quiera esas dos palabras seguidas.

Los doctores me dieron la información justa y necesaria y un mes después llegó la intervención.

8 horas y media dormida plácidamente en un quirófano mientras me sacaban al monstruo. Aquel día fue tan efímero como devastador.

Poco después comencé a sufrir las secuelas postquirurgicas con las que todavía convivo a día de hoy.

Recibí el radioyodo tres meses después de la cirugía.

Me apoyé en familiares y amigos y esto me sirvió también para ser consciente de lo afortunada que soy a pesar de todo.

Encontrar por casualidad la asociación Española de cáncer de tiroides (AECAT) fue para mí el mejor regalo. Leer y compartir opiniones con otros pacientes me hizo sentirme comprendida y un poquitín menos sola.

Utilicé la escritura como vía de escape; todavía no sé muy bien si para escapar yo o para que no se me escapara nada de todo lo que aprendía cada día.

Asumo que también tengo días malos y que esto va a ratos, y así voy yo, a ratos, pero eso también es humano.

Sigo aprendiendo muchísimo de esta experiencia y quiero quedarme con eso; con la lección aprendida y con todas las personas que han llegado a mi vida para hacérmelo un poquito más fácil.