Mayte Palomares, Adicción y toxicomanía, Toledo, España.

Adicción y toxicomanía

"Nuestra vida ha dado un vuelco"

Mayte Palomares

(Persona que cuida)

Mayte Palomares

Imagen de perfil de Mayte Palomares, Adicción y toxicomanía, Toledo, España

Soy Mayte, cuando conocí a mi marido, tenía 16 años, estuvimos cinco de novios. Él ya bebía cuando lo conocí, cuando a mí me dejaba en casa, se iba con los amigos a beber, yo lo sabía pero lo quería y seguí con él. Cuando nos casamos pensaba que iba a poder cambiarle y acabar con esa enfermedad que es el alcoholismo, pero es engañarse a uno mismo pensar que se puede, la realidad es que no puedes.

Al principio, piensas que es una adicción, que lo hace porque quiere, que puede dejarlo cuando quiera, pero luego, cuando te pones en contacto con otras personas, te das cuenta que es una enfermedad y de que realmente él no puede dejarlo. Cuando otras personas beben llegan a un límite que dicen -hasta aquí y lo dejo- pero ellos no pueden, no tienen un límite porque están enfermos. Me di cuenta de que era una enfermedad cuando fui a la asociación AARIF.

Me había dicho muchas veces que lo iba a dejar, y no lo dejaba, fue a alcohólicos anónimos, estuvo dos meses, no fue más y me tuvo engañado al menos tres años. Delante de mí no bebía, salíamos con los amigos y no bebía, salíamos de vacaciones y tomaba cerveza sin alcohol, yo no sabía que con el poquito de alcohol que tiene la cerveza sin alcohol él podía mantenerse y podía quitarse la adicción el tiempo de vacaciones. Me tenía engañada, hasta que un día le dije a mi hijo que no iba a ir a verle jugar en un entrenamiento de fútbol, pero fui y le pillé bebiendo. Le dije que no podía ser, que no aguantaba más y que iba a hablar con nuestros hijos. Me dijo que no lo iba a hacer más, y que no hablara con ellos, que había sido un error. Yo le creí y no les dije nada, pero fue mentira, el siguió bebiendo.

Nunca me ha dado malos tratos ni a mis hijos tampoco, ni ha discutido, ni venía “haciendo eses por la calle”, pero se lo notaba en el habla y en los ojos. Llegaba a casa se tumbaba y nunca discutíamos, se dormía y ya está, por eso sus hijos no se lo notaban.   

En un ingreso mío en el hospital, mi suegra vino a casa a cuidar de mi hijo y ella ya se había dado cuenta de que bebía también en casa, no me dijo nada porque yo estaba pasando por un mal momento, ya que coincidió con el fallecimiento de mi madre. Mi hijo con 18 años se dio cuenta y me dijo que no hablara con él que iban a hablar los dos. Le dijo – mira papá tienes dos opciones, o ir a Illescas a la asociación AARIF o coger la maleta y marchar de casa. Entonces decidió ir a la asociación y fueron a la asociación. Allí nos comentaron que nunca habían visto a un hijo llevar a su padre, que el caso contrario si y varias veces, pero ese caso nunca.

Me llamó para ir a hacer una entrevista con los directivos, estuvimos hablando con ellos y decidió que seguía adelante con ello. Para él ese día fue como un alivio, llegó un momento para él, que necesitaba que lo supiéramos porque ya no aguantaba más, que el solo no podía superarlo pero no se atrevía a decirlo.

Empezamos en la asociación y lo llevó bastante bien, estuvo un año sin salir de casa, solo iba al trabajo y volvía a casa, no podía llevar dinero, ni tarjetas ni nada. Superó ese año que fue duro, pero si se supera es buena señal. Él ahora está supercontento, va a hacer 5 años, está muy concienciado, que es algo que nunca se cura, en cuanto pruebe cualquier tipo de alcohol va a volver otra vez. Sabe que no puede probar nada, ni siquiera una cerveza sin alcohol.

"Se puede salir del alcohol"

Foto de la historia de salud de Mayte Palomares, Adicción y toxicomanía, Toledo, España

Me siento muy orgullosa de él porque de momento lo está consiguiendo, no quiere oír hablar del alcohol. Mi hija se iba a casar este mes de abril, pero no lo pudo hacer por el coronavirus y él lo tenía muy claro, mi hija habló con el restaurante, iban a ponerle la comida sin alcohol, incluso estaba nervioso para que todo saliera bien, que no se pudieran equivocar y darle algo con alcohol. Ahora mismo odia el alcohol a muerte.

Espero que siga así, estoy muy contenta porque está muy concienciado. 

La fotografía que acompaña a la historia me parece un testimonio gráfico de lo que hemos conseguido juntos, esa imagen no hubiera sido posible si no hubieramos inciado este camino.   

La asociación AARIF es como una familia, te acogen muy bien, al familiar le apoyan muchísimo, como saben lo que ha pasado le apoyan mucho; también al adicto, al que solamente le dan una pastilla para el tratamiento que no te quita las ganas pero, el efecto que tiene, es que si bebes te pones malo. Son muy duros con el enfermo, pero tiene que ser así porque tienen que hacerles ver que no pueden beber y que tiene que ser a base de fuerza de voluntad, no hay una varita mágica. Esto no quiere decir que a la hora de la verdad, cuando tiene un problema o se encuentran mal, débiles no puedan llamar a un compañero a cualquier hora del día o de la noche y hablar con ellos para buscar apoyo.

A mí me ayudó el ver que tu caso no es único y que hay muchas personas que están pasando por lo mismo y que pueden con ello, ya que hay personas que llevan hasta 21 años. El que lleva un año o dos años y se va posiblemente vuelva a caer, el compromiso es quedarse tanto para ayudarte tú a ti mismo como para ayudar a los que vienen nuevos de la forma como a ti te han ayudado. Yo como familiar también encuentro ayuda en otros familiares y nos ayudamos y nos animamos cuando lo necesitamos. También vamos a congresos y nos vemos con otras asociaciones y realizamos distintas actividades, sesiones, charlas y juegos.

Mi relación con mi marido cambió completamente, antes bebía casi todos los días y era discusión continua, sobre todo por mi parte porque él no discutía, yo le llamaba de todo. Ahora nuestra vida ha dado un vuelco, ahora ya le ves venir bien, que se encuentra bien, que puedes hablar de temas que antes no podías hablar. A mí me ha cambiado mucho la vida pero a mi marido más, ahora se preocupa de cosas que antes ni le importaba. Si antes enfermaba le daba igual, ahora si se preocupa y no discutimos como antes. Ahora en mi casa solo hay agua y Coca Cola.

Una forma de ayudar a personas que están pasando por una situación parecida a la que pasamos puede ser poner al enfermo en una situación entre la espada y la pared, ponerle las cosas claras y decirle, como en nuestro caso - o lo superamos o nos separamos -. Hay unos que pueden dejarlo y otros que no, pero la mayoría eligen dejar el alcohol.

Puede haber recaídas pero se puede volver a empezar de cero, no pasa nada, aunque en mi caso, si hubiera una recaída no sé si lo volvería a superar. Espero no verme en la situación, no sé lo que haría.

No se puede bajar la guardia, siempre hay que estar ahí reforzándote y estar ahí para que te vean que se puede. Se puede salir del alcohol. 

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