Beatriz Benítez
Beatriz Benítez
En 2003, con 10 años comienzo con crisis epilépticas que se hacen constantes en el tiempo y duraderas durante muchos años. No se encuentra el motivo y empiezo a acudir a diferentes neurólogos.
Con 18 años recibí la mala noticia de que tenía un tumor cerebral y rechacé la operación ya que me encontraba bien.
A los 25 años decido operarme del tumor cerebral benigno que llevaba conmigo durante muchos años. Fueron 8 horas de intervención en la cual perdí sensibilidad en el brazo izquierdo.
Tras meses de espera, en la biopsia me diagnostican glioblastoma epitelioide grado IV, es decir maligno, el tumor cerebral más agresivo que existe. El oncólogo me comenta que es un tumor que suele reproducirse con bastante rapidez. En esos momentos pensaba lo peor.
Recibí tratamiento de radioterapia y quimioterapia que me han dejado como efectos secundarios, fallos en memoria a corto plazo, despistes y crisis parciales en brazo izquierdo, no sé si algún día llegaran a desaparecer.
Al comienzo del diagnóstico no me lo podía creer puesto que estaba conviviendo con ese tumor durante muchos años atrás. En el momento que me lo dijeron me vine abajo y mi actitud era muy negativa, no queria seguir estudiando y empecé a temerle a la muerte pero, tras varios días, decidí cambiar mi actitud y luchar para matar al bicho. Para mi supuso un antes y después en mi vida, sabía que ya nada iba a ser como antes. En mi familia cayó como un jarro de agua fria, nadie se esperaba ese diagnóstico.
Algunos de mis amigos decidieron huir y otros siguieron conmigo animándome y dándome fuerzas.
investigué sobre este tumor y descubrí un grupo de personas que también lo padecen y me sirvió como terapia. Ahora entre todos estamos intentando crear una asociación y poder ayudar a todas las personas que lo padecen o que, por desgracia, pasen por esto en el futuro.
Actualmente me encuentro bien aunque no estoy libre de enfermedad ya que el resto tumoral sigue ahí. Tengo revisiones con su correspondiente resonancia cada tres meses.
Mi día a día es un poco monótono ya que no tengo permitido trabajar, conducir, hacer deporte... a pesar de haber finalizado el tratamiento.
Tengo días buenos y también malos, el cáncer es una constante montaña rusa de emociones y sentimientos pero siempre intento levantarme con una sonrisa.