Pedro Ortega
Pedro Ortega
Mi nombre es Pedro Ortega y tartamudeo desde… por lo que me decía mi madre desde los 4 o 5 años, no soy capaz de recordarlo. Nací en un pueblo de la Provincia de Granada: Alfacar con todos los inconvenientes que la época y el lugar tenían para una persona con tartamudez.
Mi experiencia con la tartamudez, tiene varias etapas (creo que como la mayoría de personas que nos alejamos del patrón estándar).
Mi etapa escolar la recuerdo muy bien, no por lo que la mayoría de los niños puedan recordarla, sino por los sufrimientos constantes y el ahogo, que en más de una ocasión parecía querer asfixiarme. La continua risa grotesca, tanto de los demás niños, como también de los dos maestros, caló tanto en mi personalidad que me costó años, sufrimientos y pesadillas llegar a superar todos esos miedos.
Y con esta mochila repleta de miedos, fue pasando el tiempo, y debido a dificultades económicas de la época, me vi obligado de abandonar la escuela con 10 años. Fue entonces cuando empecé a trabajar en la construcción, y con ella, las burlas. Éstas ya no venían de los demás niños o maestros, como en la escuela, ahora tenía que soportar como personas adultas y brutas se burlaban de mi forma diferente de hablar y hacían de la risa la diversión de sus tristes vidas. Recuerdo un día que cogí un libro y mi sorpresa fue cuando quise “leer”, y no podía. Conocía las vocales y algunas consonantes, pero no sabía la forma de unirlas para formar palabras. Siento como si fuera hoy como las lágrimas me salían a borbotones, pero la perseverancia me llevó a aprender a leer en soledad y más importante, comprender lo que leía. Esto produjo que las risas continuaran, pero ahora acompañada de frases como: “¡Estás loco!, de que te va hacer servir tanto leer”, “¡Tú lo que tienes que hacer es trabajar, porque siendo “tartamudo” no podrás ser nada más en la vida!”. Pero con constancia y sacrificio lo conseguí, y además continué hasta obtener el certificado de estudios primarios.
Llegaron los 18 y tuve la gran suerte de encontrar un capataz de la Constructora Ferrovial que se fijó en mi forma de trabajar, ofreciéndome un contrato de tres años, que acabo convirtiéndose en más de 30 años, lo que me dio la oportunidad de dar vueltas por media España.
Pero pronto me vi envuelto en pleno Servicio Militar, otro gran salto que me devolvió de nuevo zozobra e inquietud. En el campamento militar, otra vez las risas mezcladas con insultos de todo tipo, esta vez provenientes de personas que se creían poseedoras de todas las verdades y cualidades humanas por el insignificante hecho de llevar uniforme militar. Y otra vez el milagro, y pude alistarme como voluntario en las compañías de Operaciones Especiales, con la fortuna que el capitán hizo un gran trabajo para alejar mis miedos.
Terminada la época militar, me reintegré de nuevo al trabajo, y nuevamente las burlas; pero a diferencia de épocas anteriores, mi capacidad de resiliencia era mayor y apenas si calaban en mi personalidad. De nuevo retomé mis ganas de aprender, comprender y discernir todo lo que veía a mí alrededor.
Conocí a la que es ahora mi mujer, empecé una etapa muy dulce. Pero ni con el nacimiento de mi hijo aparté la tartamudez de mi vida. ¿Y si él tartamudea también?, Me preguntaba cada día… Desde muy pequeño tuvimos consciencia de la importancia de la detección precoz y la atención temprana y hoy, es un exitoso ingeniero que afortunadamente no tiene ninguna barrera en su comunicación.
Cumplidos ya los cuarenta, un accidente laboral me llevó a coger obligatoriamente una baja definitiva del mundo laboral y tras el cual empecé a prepararme al acceso a la Universidad para mayores de 25 años. Lo aprobé y ahora soy licenciado en Historia Antigua e Historia de las Religiones Antiguas, mi gran pasión.
Quiero terminar este pequeño resumen de mis experiencias como persona con tartamudez diciendo a todas aquellas personas que también lo son, que afortunadamente somos distintos únicamente por nuestra diferente forma de expresarnos, pero tan capaces, o más que el resto de los ciudadanos. Tenemos a nuestro favor la constancia y la perseverancia, utilicémosla como arma para enfrentarnos a todos los retos que se nos presentan.
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