Pedro Mari Martín
Pedro Mari Martín
¿A qué edad comenzaron los síntomas y cuándo te diagnosticaron? ¿Qué médico especialista lo hizo?
Tengo un vago recuerdo haciendo tics a la edad de 6 años ante el reflejo de mi mismo sobre uno de los cristales de la casa (de ahí que calcule la edad aproximada, consciente, no obstante, de cuanto nos puede engañar el cerebro en ese sentido).
Con el paso del tiempo todo fue en aumento. Después de unas cuantas pruebas desesperantes por parte de un buen puñado de médicos y psicólogos debido a mi falta de concentración, irritabilidad brusca y todo tipo de tics, por fin me diagnosticaron correctamente el Síndrome de Tourette + Trastornos Asociados a la edad de 18 años.
El responsable de dicho diagnóstico fue un Médico-Psiquiatra (a quien le estoy profundamente agradecido)
¿Cómo viviste tu infancia escolar y familiar?
Mis vivencias infantiles y juveniles fueron dolorosas en ambos ámbitos. En el entorno escolar sufrí todo tipo de burlas, persecuciones y golpes por parte de ciertos alumnos (incluyendo también a dos maestros de la plantilla). En el seno familiar la comprensión brillaba por su ausencia, dentro de un ambiente castrador y violento. Esta realidad me generó mayor ansiedad, más tics, complejidades en el toc (trastorno obsesivo compulsivo), depresiones más profundas, autolesiones, agresividad, etc...
¿Hoy día a qué te dedicas y cómo es tu día a día? ¿Practicas algún deporte?
Respondiendo a la primera pregunta del modo que entiendo está dirigida, debo decir que actualmente soy pensionista (incapacidad laboral). Desde los 16 años hasta hace un tiempo desempeñé muchos trabajos: fabricación de ladrillos, pretensados de hormigón, vigilante, músico multiinstrumentista, personal de mantenimiento en un Palacio de Deportes, carretillero y otros...
Desde hace muchísimos años también me dedico a hacer música (mi gran tabla de salvación), a la fotografía, la escritura, a la observación de todo lo que me rodea (comportamientos animales y humanos, entornos naturales o urbanos) y al análisis de ello y de mí mismo.
Por otra parte, además de difundir en persona o a través de internet todo lo que encuentro interesante sobre cultura, arte, música, neurociencia o el propio Síndrome de Tourette, de vez en cuando intento ayudar a otras personas con ST y a sus familias, contando con el apoyo de mi mujer, manteniendo la máxima cautela y seriedad posibles (existen muchos “chamanes” por el mundo aprovechándose de la desesperación de personas y familias enteras, así como especialistas médicos que apenas aportan algo óptimo en este campo y que dejan mucho que desear).
En cuanto al deporte, debo decir que no, no practico ningún deporte de forma habitual.
¿Qué destacarías como positivo y negativo del Síndrome de Tourette?
Como positivo del ST podría enumerar muchas cosas, como por ejemplo y de alguna manera el vínculo que mantengo en el modo de afrontar ciertos problemas, la creatividad desmesurada que bulle de mi cerebro y el modo de canalizarla, haberme aliado a él en la creación artística de multitud de propuestas y proyectos que han visto la luz en teatros, galerías y escenarios de distintas partes del país, además de la forma de mirar la vida y el mundo e incluso la costumbre que ejerzo psicoanalizándome cotidianamente utilizando herramientas que he ido adquiriendo con el paso del tiempo, buscando una mayor felicidad y equilibrio mentales.
En cuanto a la parte negativa, debo manifestar la erosión y desgaste físico y mental, siendo producto de años de tics complejos y violentos, así como otros episodios poco gratos con los que he tenido que lidiar de vez en cuando, a pesar de seguir tratamiento farmacológico.
¿Qué pedirías a nivel médico y de investigación?
Mayor empatía, vocación, curiosidad e inversiones. Que los “profesionales” fueran capaces de respetar y llevar a la práctica lo que el neurólogo Oliver Sacks (1933-2015) citaba como “la regla de oro”: escuchar siempre al paciente. Algo tan sencillo y al mismo tiempo tan ausente entre muchos que se dicen profesionales de la salud (o se dedican a ello sin pena ni gloria para ellos, aunque no tanto para quienes acudimos a sus consultas).
También hago una petición que siempre reivindico: que los neurólogos y los psiquiatras se dejen de competiciones y rivalidades absurdas entre sí y vuelvan a concebir la salud mental como lo hicieran algunos de aquellos pioneros del siglo XIX, uniendo disciplinas. El trabajo conjunto creo que nos ayudaría muchísimo (y también a ellos en amplitud de miras y horizontes). No debemos olvidar los factores neurológicos del ST y cómo, en la mayoría de los casos, solo suelen tratarse sus síntomas de un modo psiquiátrico, mientras que la neurología nos deja a un lado después del diagnóstico inicial (aunque existan, como en todo, gratas excepciones).
¿Qué le dirías a la sociedad en general?
Me gustaría invitarla a una tremenda reflexión sobre eso que llamamos “normalidad”, ya que de un modo ancestral la “norma” siempre ha sido una herramienta utilizada por los “poderosos”, para luego ser respaldada por una “mayoría” social diversa, ya sea por convicción, miedo a la diferencia, falta de reflexión e inercia. La “norma” se convierte en algo peligroso cuando la sociedad “normaliza” algunas realidades totalmente negativas: hostilidad, abuso, incomprensión, violencia o exclusión. Observando lo que sucede ante nosotros e incluso sobre nosotros mismos día a día, pido se me permita invertir los términos, y clasificar de “anormales” muchos de los comportamientos que se manifiestan como “normales”, pues el mensaje ético y moral que nos han inculcado como tal se encuentra en las antípodas de dicha realidad.
Espero haberme explicado bien, pues esta reflexión personal (totalmente discutible) guarda una estrecha relación con cada uno de nosotros, independientemente, y en conjunto, como colectivo afectado junto a otros tantos..
Un mensaje que quieras destacar:
Exclamo un rotundo ¡basta ya! de discriminaciones hacia quienes sufrimos todo tipo de enfermedades, trastornos o síndromes poco frecuentes. Del mismo modo que existen las inteligencias múltiples, todos tenemos capacidades múltiples y diversas que no hacen más que enriquecernos. No quiero ni compasión ni victimismo en ningún ámbito de la vida. Abogo por un trato igualitario, afable y comprensivo, donde siempre se hable “por su nombre” y sin estigmas de eso que nos ocurre.
Quisiera mayor presión sobre las empresas farmacéuticas y laboratorios para que invirtieran sus millones en la tan esperada investigación, ya que, como sabemos, tienen medios y dinero para ello.
Deseo una mayor profesionalidad y empatía por parte de todos los trabajadores de los campos de la salud y la docencia (médicos, enfermeros, orientadores, maestros, profesores, etc) para que la mejora del sistema se convierta en una realidad.
También me dirijo a todos los “tourétticos” animándoles a que sigan luchando por la inclusión social y su bienestar personal, para que no se rindan, así como tampoco se amparen en el ST como justificación de ciertas actitudes dañinas hacia ellos o los demás. Por último, lanzo un pequeño “toque de atención” a familiares y padres de personas con ST, pues atento a foros virtuales y grupos de apoyo, observo cómo “normalizan” algo tan peligroso como es el “intercambio” de recetas médicas y otras soluciones en pro de las personas que quieren, sin tener en cuenta lo que pueden llegar a perjudicar esas acciones a las personas que aman y otras muchas (olvidando que cada persona, con ST o sin él, es distinta).
¡¡Muchas gracias a todos, Amor, Salud y Creatividad!!
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