Mi incontinencia surge a partir del parto de mi hijo mayor, donde le episiotomía llegó hasta la musculatura anal, ello provocó una incontinencia que en principio nadie lo sabía, porque todo el mundo decía que eran hemorroides u otras cosas, los doctores que me vieron, me dijeron que tenía fisuras, pero en realidad, no estaban preparados. El último médico que me vio me dijo que la solución era un cremita que me dio y que tenía que tener paciencia.

Gracias a Dios, me mandaron a especialistas y di con el equipo de la doctora Arancha Muñoz y el doctor Navarro y surgió el milagro. Pudieron encontrar como solucionarlo, tuvieron la varita mágica.

Te sientes incomprendida, nadie sabe lo que te está pasando, nadie te da soluciones ni te entiende, además te da vergüenza decir que te haces la caca encima, es más violento que el pipi, porque huele y encima estás criando a tu hijo y toda la maternidad se estropeó porque no podía ni estar sentada dándole el pecho, porque se me escapaba. Fue muy duro.

Lo bueno de esta historia fue encontrar un equipo súper bueno, me quedo con las palabras de mi doctora que me dijo “no te vamos a dejar hasta que encontremos una solución”, y así ha sido, no me han dejado en ningún momento, porque tuve la gran suerte de tenerlos incluso cuando por las ganas de volver a ser madre he conseguido tener otro hijo. A parte del riesgo que podía tener, con cesárea eso sí, he estado siempre acompañada y siempre me he sentido arropada por este equipo genial.