Luis Miguel Jiménez
Luis Miguel Jiménez
Mi nombre es Luis Miguel y tengo 60 años; el 31 de octubre de 1999, teniendo 43 años, en plenitud de mi carrera personal y profesional sufrí una hemorragia cerebral con desplazamiento homolateral de la zona ventricular derecha.
Debido a este acontecimiento, estuve tres días en coma, un mes en neurocirugía y seis meses en rehabilitación de hemipléjicos; el veredicto es que a los seis meses me dan el alta de hospitalización y que me olvide de todo tal como lo entendía anteriormente; que se acabó la vida prácticamente.
Adelgacé treinta y tres kilos; era solo piel y huesos. Salí en silla de ruedas y me dijeron que sería para siempre, que ahí me quedaba.
Cuando llegué a casa me doy cuenta de lo que me había pasado; en el hospital estaba, dentro de lo que cabe, en la comodidad...equipo de enfermería, médico, etc.; todo a mi entera disposición.
En casa te das cuenta de todos los problemas que tienes respecto a movilidad, recursos, ayudas, barreras arquitectónicas que conlleva ir en silla de ruedas; Yo vivía en una casa de dos plantas con escaleras, lógicamente.
Mi pensamiento es que la vida se me había acabado a mis cuarenta y tres años, de que no tienes otra opción, que si quieres seguir viviendo, tienes que tirar para adelante y plantearte como salir de la actual situación de forma victoriosa.
Empecé a pensar que si lo que hacía en la vida cotidiana, podrá servirme para mejorar y salir de dicha situación; soy una persona proactiva, positiva, que siempre quiere ver la botella medio llena.
Empecé a ponerme objetivos pequeños, ilusionantes y alcanzables; Tenía un bote con garbanzos y los iba cogiendo uno a uno, haciendo la pinza con los dedos; otro reto es que estaba instalado en un sótano y quería subir las escaleras. Eran un total de dieciséis escalones y tardé tres meses en "conquistarlos"; las subí de rodillas y cuando llegué arriba estaba agotado y eufórico. Surgió un problema con el que no contaba...¿ cómo bajaba? aquello era un precipicio...pues lo fui bajando de culo; "soy discapacitado no inútil"; solicité ayuda externa y con un fisioterapeuta fui mejorando día a día.
Me di cuenta que con esfuerzo y trabajo se podía hacer cosas.
Precisé ayuda profesional para mi estado anímico; caí en una depresión grande que no me ayudó en nada, todo lo contrario; pero poco a poco fui mejorando trabajando mucho mi estado físico; cuanto mejor estaba físicamente mejor esta mentalmente.
Actualmente he vuelto a conducir un vehículo con cambio manual, he bajado en piragua...he rehecho mi vida.
Había que intentarlo y nunca rendirse; siempre se puede hacer algo.
Las habilidades y conocimientos suman pero las actitudes positivas multiplican.
No tiremos la toalla, porque para nosotros, un poco es mucho.
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