Ana Laura Garza González
Ana Laura Garza González
Cuando tenía 9 años me detectaron escoliosis idiopática, mi columna en vez de estar derecha era una "s". Tenía casi 70º de curvatura.
Era muy pequeña para entender que me pasaba. Mis amigos me preguntaban pero yo no veía nada de malo. Hasta que me dieron el diagnóstico que cambiaria totalmente mi vida para siempre, cambio mi forma de ver todo, me sentía mal, era consciente de que mi problema tiene sus consecuencias y que era a futuro podía perjudicarme seriamente.
No me importaba que cosas pudiesen decirme, hasta que me hacian sentir mal o llorar.
Visité muchos doctores y me realizaron muchas radiografías.
Como era muy pequeña, la única opción era usar un aparato ortopédico que sirve para detener la desviación y no llegar a una operación o problemas a futuro en la columna.
Hay personas que con solo ejercicio pueden llevar una vida sin dificultades ni dolores, pero a mí me tocó sufrir con el aparato ortopédico.
El primer día que lo use, lloré, no podía ni hablar, debido a que es un aparato que va desde la barbilla hasta más abajo del ombligo.
Recuerdo que el doctor me dijo que cuanto más tiempo lo usara, más probabilidad de que mi columna se pueda corregir; así que lo intentaba usarlo hasta para dormir; solo me lo quitaba para bañarme; cuando hacía calor me dejaba muchas heridas y ronchas en el cuerpo debido al sudor y a la presión ya que es un aparato que debe estar apretado.
Ir al colegio era muy triste para mí porque todos me miraban y hablaban de mí, me hacían sentir muy mal, aunque pase por bullying, mis compañeros se acostumbraron a verme con el aparato.
Llevé el corsé 3 años en primaria y el cuarto año fue en secundaria. Esa etapa era más difícil, las miradas y palabras con las que se referían a mí eran muy feas, y me ponían apodos. No lo aguantaba e iba a quitárme el corsé al baño o lo tapaba con un suéter para que nadie lo viese.
Después de cuatro años usándolo 24 horas al día, no había mejoría, decidí operarme. La primera cirugía fue a los 13 años. Fueron 2 cirugías seguidas, una fue desinflamarme el pulmón derecho y la siguiente, la corrección de columna poniendo dos varillas de titanio.
Ocho años después, al hacer ejercicio me faltaba el aire debido a que la curvatura seguía avanzando y tenía que operarme por segunda vez porque la desviación estaba avanzando.
Con 21 años me volvieron a operar, me quitaron las varillas que tenía y me pusieron otras 2, esta vez con tornillos unidos a las vértebras para que ya no siga avanzando la curvatura. Duró casi 13 horas, ya llevaba dos varillas de titanio y 16 tornillos.
Me dijeron que no podría hacer ejercicios como cargar pesas o cosas que sean pesadas. me dijeron que no lo aguantaría mi espalda.
Después de un año de rehabilitación y terapia quise fortalecer mi cuerpo y mi espalda y me apunté a crossfit. Gracias a una buena técnica con un buen entrenador logré estar 5 años en crossfit cargando peso que mi cuerpo puede aguantar sin salir con alguna lesión en mi espalda u otra parte de mi cuerpo.
Veía como personas que no tenían nada en la columna, salían lastimadas por tratar de cargar más de lo que su cuerpo puede aguantar y yo con varillas, tornillos, un buen entrenador y buena técnica jamás me paso nada parecido a una lesión; es mejor calidad a cantidad y entendí que el límite lo ponemos nosotros mismos, que, en vez de hacer el ejercicio rápido para hacer más, prefiero hacer buena técnica para no lastimarme, prefiero encontrar un lugar donde el entrenador sea realmente capacitado y le dé importancia a mi situación.
He practicado deportes como crossfit, gym, natación, kickboxing, hiking, rapel, me he tirado de parapente, he esquiado en nieve y actualmente hago crosstraining. Él ejercicio no es un limitante, al contrario, fortalecezco mi cuerpo y mi columna porque sé que si dejo de hacerlo, me empieza a doler la espalda... mi columna puede sufrir consecuencias y también mis músculos y articulaciones. Hago ejercicio porque me gusta y tengo que fortalecer mi cuerpo y columna.
Hace 7 años de mi última operación ha sido difícil, gracias a Dios estoy bien de salud. Físicamente se me sigue notando, estoy aprendiendo a valorarme a mí misma y aceptarme tal y como soy.
Aceptar que la escoliosis es parte de mí y de mi vida diaria, como una mochila que cargaré toda la vida conmigo.
Estoy aprendiendo a aceptar comentarios de otras personas, así como también ignorar los malos.
No hay que rendirse, que hay seguir adelante, echarle ganas a todo y ser fuerte para lo que venga.
Disfrutar la vida porque no sabemos cuándo dejaremos de ser parte de esta.
Debemos quejarnos menos y hacer más, siempre hay altas y bajas y hay que ser agradecidos y que todo pasa por alguna razón.
Dios manda las pruebas más difíciles a sus mejores guerreros y ahora entiendo que Dios me mandó esto porque sabe que puedo usarlo para poder ayudar a otras personas y sepan que no están solas.
Hay que ser amables porque la mayoría de las batallas que nos enfrentamos no se pueden ver.
Todos podemos estar pasando cualquier situación ya sea física o mental, y que no puedas verlo no significa que no sea así.
También aprendí, que lo que yo tengo no es un "problemita" si no una enseñanza de vida.
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