Mª Begoña Suárez, Alzhéimer, Asturias, España.

Alzhéimer

"Carpe Diem"

Mª Begoña Suárez

(Persona que cuida)

Mª Begoña Suárez

Imagen de perfil de Mª Begoña Suárez, Alzhéimer, Madrid, España

Por fin me he decidido a contar mi historia como cuidadora de madre con Alzheimer. Confío en no aburriros. Es la primera vez que escribo "mis emociones y sentimientos" desde entonces y considero que será una buena terapia, gane o no el concurso. Os prometo que este relato está hecho con el corazón, más allá de la riqueza y corrección lingüística.

Cuando a mi madre le diagnosticaron demencia tipo E.A. en 2007 no tenía ni la más remota idea de a qué se refería. Indagué por Internet y mientras, aprendí a poner un "pañal", me informé sobre ayudas, recursos y servicios (todo un mundo como sabéis). Fuimos casi de las primeras solicitantes de la ayuda a la dependencia (a propósito, aprovecho para dar las gracias a todas las trabajadoras sociales con quienes tratamos, un amor de personas).

La enfermedad seguía su curso. Apoyándome en algún familiar y vecinas, fui mirando centros de día y residencias, pero mi nivel de exigencia era tan alto como mi amor de hija: que, si prefería una pequeña tipo chalé con jardín, nada de residencias enormes, que tuviera actividades, cerca de mi casa para ir a verla todos los días, con cocina propia (nada de catering) ... en fin, todo era poco para mi madre porque creo que me sentía culpable. ¿De qué diréis? Pues de no cuidarla las 24 horas, atendiendo a sus ruegos y, por qué no decirlo, chantajes. ¿Por qué no coges la pensión y me cuidas tú? ¿Por qué no puedo estar contigo?. Se me partía el alma y como única respuesta le contestaba que debía trabajar y cotizar para cobrar la jubilación el día de mañana.

Mi familia para aliviar ese sentimiento de culpabilidad, me expresaban que hice todo por mi madre, que pocas personas hubieran peleado tanto, que podría estar muy orgullosa.

Para acallar mi conciencia y tras alguna mentira piadosa, solicité centro de día y después residencia tras empeorar en su enfermedad. Y yo iba, eso sí, todos los días a verla: le compraba la ropa más guapa (nada de colores oscuros), le llevaba fruta, zumo, algún caprichín como decía ella. En santos y cumpleaños íbamos de restaurante lo cual le encantaba, hasta que ya no se pudo, previa peluquería para estar guapa claro. Todo me parecía poco para ella, porque mi vida giraba a su alrededor, aunque no la tuviera conmigo.

Para las cuidadoras de la residencia era su Pilarina, la querían de veras y ella les correspondía pues me decía "aquí me tratan muy bien". Mi más sincero agradecimiento desde aquí a todas.

Tuve la gran suerte que siempre me reconoció (a veces por la voz debido a las cataratas que padecía) y nunca se encamó, pero su conversación pasó a ser casi nula. Por eso empezamos a cantar canciones de las de antes. También le recordaba los nombres de los nietos, el mío.... Y la mejor terapia: comérmela a besos, morderle el "papu" como llamamos en Asturias a la mejilla, además de poner mi cabeza en su regazo para que me dijera, mientras me acariciaba el pelo, que tenía ya muchas canas.

" Todo me parecía poco para ella, porque mi vida giraba a su alrededor, aunque no la tuviera conmigo."

Foto de la historia de salud de Mª Begoña Suárez, Alzhéimer, Madrid, España

Ay, como recuerdo esos momentos, el resto lo olvido. Olvido los delirios, algunas malas tardes cuando volvía a casa con el alma rota, y pensaba dónde estaba la mujer que me dio la vida, en qué etapa del camino se quedó.

Debo agradecer a mi madre que, debido a su enfermedad, me entró el gusanillo por la sanidad y me convertí en lo que soy, auxiliar de enfermería. En el hospital donde trabajo cuando veo a familias visitar a un/a paciente mayor con demencia, les aconsejo en todo lo que puedo, pues yo pasé por lo mismo y, por qué no decirlo, siento adoración por las personas mayores.

Hace casi 8 años que se me fue. Me dijeron en el hospital que no sufrió, pero no estaba allí cuando sucedió.

La frase tan manida de que el tiempo todo lo cura será verdad, pero yo los primeros días estaba vacía, no tenía a quien cuidar, miraba el reloj alrededor de la hora en que iba a visitarla, estaba inquieta... Hace años ya no me ocurre, pero, aun así, la pienso a diario y la sueño a veces. Todos los días le doy las buenas noches y sé que todo lo bueno que me pasa en la vida es por ella que me protege desde las estrellas y antes de dormir le suelto un TE QUIERO MADRE.

Premios Relatos Supercuidadores 2022.

Este testimonio ha sido cedido por http://cuidadores.unir.net, con autorización del autor; en colaboración para dar visibilidad a las personas que viven ante la adversidad en la salud.

https://cuidadores.unir.net/premios-supercuidadores/relatos-viii-edicion-2022/3664-carpe-diem

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