José María López
José María López
Mi nombre es José María y soy enfermo adicto en rehabilitación, consumía alcohol y cocaína y llevo 9 meses en abstinencia. Me considero una persona sociable, con gran sentido del humor, emprendedora y con muchas, muchas ganas de vivir.
Tuve una buena juventud rodeada de los amigos del colegio y como cualquier joven comencé a coquetear con el alcohol en mis primeras salidas en torno a los 16 años, era un consumo moderando de fines de semana que iba creciendo con el paso de los años.
Fue con 20 años cuando probé la cocaína por primera vez, había negado alguna que vez que otra el ofrecimiento de ''los amigos'' anteriormente, pero recuerdo perfectamente ese primer día, tenía un gran respeto y miedo a dicha sustancia que con el paso del tiempo fui perdiendo.
En los siguientes años fui compaginando el consumo de cocaína con el consumo de alcohol cuando salía de fiesta, y el consumo iba creciendo hasta el punto que dentro de mi grupo de verdaderos amigos, era el único que consumía cocaína y me empecé a dar cuenta que cuando salíamos era yo el que más alcohol consumía de todos, empezaron a saltar las alarmas, algo no iba bien.
Poco después comenzaron las mentiras, empecé a crear una vida paralela, estaba matriculado en ingeniería mecánica, y digo matriculado porque no aprobaba ninguna, mi vida se estaba convirtiendo en un túnel, en el que solo había mentiras y problemas en casa con mi familia, que sabían que algo pasaba pero no se imaginaban que estaba metido en algo tan grave como la adicción.
Fue entonces cuando, al sentirme acorralado por las consecuencias que ocasionaba mi adicción, tuve que reconocer mi problemática. Todo lo que estaba pasando años atrás era a consecuencia del consumo de cocaína, había trabajado desde los 18 años y me había gastado todo en lo mismo, y los estudios estaban estancados. Al reconocerlo a mis padres y hermano, les pedí ayuda, y fue así como entramos en la asociación.
Los primeros meses no fueron fáciles, me importaba mucho el qué dirán, y además no estaba del todo convencido que ese era el sitio donde yo quería estar. Conocí gente con la misma problemática, pero no llegue a separarme de la gente que consumía. Tras unos pocos meses sin consumir, empecé a verme bien y entre que no estaba convencido y que me rodeaba aún de gente que consumía, empecé a probarme, primero con el alcohol, para acabar consumiendo alcohol y cocaína en cantidades mucho mayores que antes, además ya tenía que esconderme, no podía ser visto porque ya estaba en una asociación y mi consumo se disparó, solo y dentro de casa.
Si anteriormente las consecuencias que había desencadeno la adicción perjudicaron en la economía de la casa y mía y en problemas graves en casa, esta vez era peor, me estaba ocasionando graves problemas en mí, no me sentía útil, con 30 años mi vida ya no tenía sentido y lo que era peor, ya no consumía por placer. Todo lo veía oscuro, no tenía salida pues mi cobardía no me dejaba pedir ayuda de nuevo.
Fue entonces, cuando mi ángel de la guarda, mi madre, supo ayudarme con la ayuda de mi padre y mi hermano. Ella no había dejado la asociación, seguía sentada en su silla sin mí, cogiendo herramientas e informándose de la enfermedad. Ella estaba informada y preparada, sabía que yo estaba enfermo y yo me vi tan mal que entonces si entendí que era una enfermedad y que de mí dependía estar bien.
Mi recaída me hizo de ver la verdadera gravedad de la adicción y mi familia me entendía y me daba otra oportunidad, ahora sí! Empecé mi rehabilitación esta vez con ganas, a los pocos meses recuperé la ilusión, tenía ganas de hacer cosas, compaginaba trabajo con los estudios, que los retomé. Esta vez aparté de verdad la gente tóxica y me rodee de verdaderos amigos, sanos y que entendían la enfermedad, mención especial a esa amiga que estuvo a mi lado y que hoy en día es mi pareja.
Hoy no solo he recuperado la ilusión de vivir, sino que afronto la vida con una positividad y unas ganas que no recuerdo haberlo hecho antes. Es por eso que, aunque no me alegre de todo lo vivido, valoro que el pasar por todo ello me está convirtiendo en una persona en la que quizás sin eso, nunca me hubiera convertido. Ahora estoy donde quiero estar, con quien quiero estar y vuelvo a coger las riendas de mi vida.
Gracias a todas las personas que conocí y voy conociendo gracias a mi rehabilitación, a los técnicos y compañeros de mi asociación en especial (PROYECTO CAMINO ILUSIÓN), y a la de la confederación nacional (CAARFE), con los que disfruto al compartir momentos, intercambiar vivencias y seguir aprendiendo. Gracias a mis amigos que nunca me dejaron, a mi pareja que es la mejor compañía que podría tener a mi lado, y gracias a mi familia, sobre todo mis padres y mi hermano, que fueron los que sufrieron conmigo las consecuencias de la adicción y que sin ellos no sería capaz de hacer frente. Y gracias a Kurere por darme la oportunidad de abrirme y seguir sacando de mí.
Mi vida vuelve a retomar sentido tras la adicción, vuelvo a madrugar con ganas, a aprovechar cada segundo de mis días, a intentar crecer como persona y ser feliz, junto a los míos.
Intento aprender de las situaciones negativas, siempre le saco por poco que sea algo positivo que me ayude a avanzar, y esa se está convirtiendo en mi filosofía de vida.
Todo depende de la actitud con la que afrontes la vida, somos un simple reflejo de lo que proyectamos. Mi consejo es valora las pequeñas cosas, rodéate de todo aquello que te aporte bienestar, sé positivo, márcate objetivos reales y vive el día a día.