Rubén Moraleda
Rubén Moraleda
La tartamudez para mí ha sido en ocasiones una putada y en otra una simple compañera. Depende en gran parte de uno mismo, del filtro que uses para ver el mundo. Si quieres, le puedes sacar hasta cosas positivas; a mí me ha dado mucho.
Me ha dado momentos de silencios, tanto entre frases, palabras y silabas, como silencios incómodos por no querer hablar y quedar “marcado” como tartamudo; pero también una forma característica de hablar que puede despertar en los demás emociones y sentimientos inesperados y una personalidad sensible y reflexiva que me ha ayudado a exprimir mejor cada situación y experiencia en mi vida.
Me ha dado malos tragos en la escuela, instituto, universidad y en el mundo laboral, al quedarte encasquillado en un sonido o perdido en un bucle infinito; pero también el coraje para demostrar a los demás que no soy menos que nadie y que puedo conseguir lo que me proponga.
Me ha dado un lastre a la hora de relacionarme con los demás, dificultándome el ser todo lo sociable que quisiera ser y teniendo quizá menos “contactos” que el resto; pero también la ventaja de tener a mi lado gente auténtica que me quiere como soy (no puedo sentirme más afortunado por la gente cercana que tengo, de verdad).
Me ha dado auténticas batallas en situaciones que para los demás son mera rutina como comprar el pan, pedir cita con el peluquero por teléfono o decir un simple “hasta luego” a un grupo numeroso de gente; pero también oportunidades para enfrentarte a mis miedos, para hacerme más fuerte y, porque no, para vivir la vida con más “adrenalina” :)
Vivir con la tartamudez no es fácil, es todo un reto; pero como cualquier reto, puedes achantarte y hundirte… o crecerte e ir a por él. Si tomas el segundo camino, aunque sea duro, solo puedes ganar.