Esta enfermedad hace que tenga una mancha central, con lucecitas, que impide que vea por el centro, pero sí algo por los lados: visión bilateral. Cuando ya tuve los dos ojos afectados  pude afiliarme a la O.N.C.E, organización que me ayudó mucho, tanto  en ayudas técnicas, como psicológica.  Costó asimilar el cambio, tener que ir con bastón, pasar de la lectura a los audiolibros, y tener que pedir más ayuda. Sin embargo, no es nada malo pedir ayuda, a veces  ofrecemos más ayuda y nos cuesta más demandarla.  
Seguí con mi carrera, estudiando de otro modo, hice un ERASMUS y seguí con mi vida. Seguí con lo que estaba estudiando, filología hispánica, si la escogí porque me gustaba no tenía por qué cambiar mis gustos.

Empecé a viajar, porque siempre me ha gustado. El hecho de ver menos  no me impidió que siguiera haciendo lo que más me gustaba, de otra manera, más lenta o con otro método, pero he llegado a la conclusión que se puede hacer todo lo que te propongas.

No voy a dejar de hacer todo lo que quiera porque tenga una limitación visual, tenemos más sentidos, y un sentido se puede se puede suplir con otros.
Haciendo este programa de televisión, Con mis ojos, me he dado cuenta que hay muchas actividades que, a pesar de lo que muchos puedan pensar, la vista pasa a un segundo término. He aprendido mucho con esta experiencia, pero lo mejor, creo, es que hemos hecho que mucha gente también aprenda, que la vista no es tan importante, aunque la utilicemos todos los días, que  hay que normalizar la situación, si tú normalizas tu situación, la gente  también lo verá como algo normal.