Pero un día, no me pude levantar de la cama, el dolor se apoderó de mí desde el dedo gordo del pie hasta las cejas. Huesos que no sabía que existían se inflamaron y ya nada volvió a ser como antes.

Era demasiado joven para aceptar, como me dijeron los médicos, que tenía que prejubilarme y que acabaría en silla de ruedas. Me negué y busqué alternativas. Tuve suerte, mi jefa supo ser comprensiva. Cambié de ciudad porque varios estudios aconsejaban el clima mediterráneo para aliviar mi enfermedad, y trabajé a distancia cuando solo había Skype; ni Whatsapp, ni Instagram, ni Twitter.

Mejoré los resultados en la empresa y mejoré a nivel de salud, siempre con medicamentos, terapias y especialistas.

Hice nuevos amigos, me adapté a Barcelona y quise dar un paso más: crear mi propia empresa. Así nació Teterum, https://www.teterum.es/ , una empresa de venta de tés online que colabora con personas que tienen síndrome de Down, autismo o esclerosis múltiple, y que nosotros llamamos “Artesanos con cariño”. La misma semana que firmé la fundación de Teterum, me quedé embarazada, algo que era considerado muy difícil y de alto riesgo.

Tuve a mi hijo, Ashton, que ha cambiado todo mi mundo. Si la maternidad es algo que, además de precioso, te quita el sueño y convierte a tu hij@ en tu prioridad, cuando trabajas, eres emprendedora, extranjera y tienes una enfermedad crónica que precisa de mucho descanso, desde luego tienes muchas cosas que aprender.

En todo este tiempo he aprendido que no se puede volver a tu vida de entonces porque tu vida es la de ahora, que puedes probar mil y una recetas mágicas pero que lo que te alivia es la cortisona, que es complicado hacer planes porque tu cuerpo no es tan fuerte como te gustaría; pero sobre todo, he aprendido que las personas, con o sin enfermedades crónicas, tenemos muchas capacidades.

Yo he podido hacer muchas cosas. Sigo haciendo muchas cosas. Tengo mi empresa, que fundé por la convicción de que es posible tener un proyecto viable económicamente y con valores sociales que hagan copartícipes a personas más vulnerables.

Cambié de ciudad, de país y hasta de familia. Fui fiel a mis principios y a mis valores. He aportado mi granito de arena a la sociedad con la creencia de que es posible hacer del mundo un lugar un poco más justo. Y hasta he escrito un libro basado en mi experiencia.