Pablo López
Pablo López
Tengo 53 años, siempre me ha gustado cuidarme; deporte, amigos, etc... salvo pequeños detalles como un alto estrés laboral, dos cajetillas de tabaco diarias, dieta desequilibrada; en fin, detallitos sin importancia. Así que cuando el cuerpo dijo basta no entendía por qué a mí. Tras el infarto he tenido que renunciar a muchas cosas; personas tóxicas, trabajo estresante, tabaquismo, descuidar el colesterol malo. Lo que no entiendo es cómo es posible que ante tantas renuncias mi vida es ahora tan positiva, sana y en paz. ¿Curioso verdad?
El infarto me sobrevino el 14 de agosto de 2015 a las 17 horas. En Maspalomas, Gran Canaria. Descansado tras un año realmente duro en varios aspectos. Me desperté de una siesta en la habitación del hotel y al sentir un gran dolor en el pecho pensé que era alguna indigestión, bolsa de aire etc.; en modo alguno pensé que era un infarto. Así que aguanté durante varias horas, hasta que los amigos alarmados por mi ausencia fueron a buscarme y llamaron al médico. Se puso todo el mecanismo en marcha, hasta acabar en la UCI del hospital insular.
Destaco de ese día la incredulidad de recibir el diagnóstico, no era el momento ni la edad. En la ambulancia, no puedo decir que hiciera un repaso de mi vida. Por contra pude repasar con claridad qué había sido importante y valioso en mi vida y qué superfluo.
Aunque pueda parecer un tópico todo aquello referido al logro económico o material quedó en un nivel casi ridículo y absurdo. Cobraron pleno valor las personas queridas, el amor propio y aquellas pequeñas cosas (como nos decía Serrat).
Realizar la Rehabilitación Cardíaca hospitalaria, seguir también los consejos médicos en cuanto a nuevos hábitos alimenticios, no fumar, deporte, tratamiento farmacológico etc., hace que mi día a día no tenga prácticamente limitación alguna. Al contrario; mi estado físico es excelente, y mi estado psíquico es altamente positivo.
El cambio de valores y compresión de la vida y su valor ojalá lo hubiera encontrado antes.
Con el debido respeto tengo mucho que agradecer a mi corazón por darme este toque de atención.
Siguiendo con lo explicado anterior. Mi estado de salud física y psíquica es excelente. Seguir una dieta mediterránea, deporte, no fumar etc., me aporta un tono vital excelente.
Por otro lado una cena con mis amigos y su compañía, un baño en la playa, una ruta en bici, tienen un valor que ahora entiendo y valoro.
Profesionalmente me dedico a aquello que de forma general me hace disfrutar, no acepto estrés innecesario ni la persecución de grandes logros económicos, sino una vida digna en este aspecto.
Me comprometí conmigo mismo y arriesgué hacia una actividad laboral enriquecedora.
Se acabó querer agradar a todo el mundo, esperar de los demás lo que no pueden darme, y así dejar que los demás sean como son y aceptarlo, y aceptarme como soy con todo lo bueno y lo malo, es decir, una vida psíquica sana.