Recuerdo perfectamente los primeros síntomas fuertes. Hasta entonces ya sabía que mis pulmones tenían que estar  mal después de 30 años fumando, pero últimamente las mañanas eran un calvario de tos, arcadas y ahogos.

Ahí fue cuando me di cuenta de que algo estaba pasando en mi cuerpo que iba más allá de unos pulmones deteriorados.

Pasé así un mes, pensando a veces que quizá se me pasaría, pero en vistas que cada día la cosa empeoraba no me quedó más remedio que acudir al médico.

Cáncer. Si, tenía cáncer, pero no de los pulmones como yo pensaba, sino que estaba localizado en mi garganta.

Paradójicamente mis pulmones estaban bastante bien, pero claro había el riesgo de la metástasis.

Según me dijeron los doctores, era un riesgo bastante alto. Tenían que mirarme a fondo y tomar medidas.

A partir de ahí mi vida cambió. Todo se convirtió en un ir y venir a los médicos.

Prueba, análisis e ingresos cada poco.

Al final, lo de cualquier enfermo de cáncer. Una pequeña tortura de tratamientos agresivos, que llevé muy mal al principio, pero que ahora casi es rutina para mí.

Fueron unos meses terribles. Hoy no estoy curado como tal, pero al menos mi situación, es más o menos estable. Sé que las cosas no pueden ir a mucho mejor, pero me conformo con tener una vida tranquila como la llevo ahora.

Durante todo este tiempo he tenido a mi familia al lado Mi mujer y mis 3 hijos.

Sin ellos no hubiera podido salir adelante, eso seguro.

Muchas veces la cabeza me traicionaba y me hundía y era entonces cuando ellos me apoyaban.