Murielle Mestre
Murielle Mestre
A raíz de un infarto agudo del miocardio, sufrí seis paradas cardiacas (PCR) en menos de tres horas. Cada uno de esos episodios de desfibrilación fue seguido de una recuperación total de consciencia. Aquellas tres horas que pasamos a luchar para sacarme de las garras de la muerte, cambiaron mi modo de ver la vida para siempre. El renacer tras varios intentos fallidos y agotadores da a la vida un valor y un sentido únicos. cada día es un profundo agradecimiento hacia quienes nos aman y amamos. Cada día mas que ser esclavas de nuestra imagen,nos enseñaremos a cuidar nuestro latir y él de quienes nos aman.
Esa primera quincena de junio de 2016, nada parecía presagiar que la muerte me acechaba.
Estaba sumergida en los quehaceres diarios y el deseo de dar la talla en las circunstancias familiares complicadas por las que pasaba. Cuidaba de mi padre enfermo, que fallecería un año más tarde. había cuidado de mis padres en numerosas enfermedades que se suelen considerar como graves. cáncer de piel, cáncer de pecho, aneurisma con operación a corazón abierto, etc. las enfermedades y la muerte me eran tan familiares como la planta baja del hospital donde recibían su tratamiento.
No tenía muchos amigos, debido a las reincidencias de mis padres , los cuidados y el tiempo que exigía su delicado estado de salud. Creo que al principio me encontré sola frente a mi ignorancia y frente a pasillos desconocidos que me asustaban. Sola recorriéndolos. Al principio esta soledad me costó asumirla...pero poco a poco, descubrí que no era yo un caso aislado, más bien una triste realidad. Frente al sinfín de pretextos para legitimar la ausencia de los supuestos amigos , me hice tremendamente presente. Yo seguía en plena salud, cogiendo a mi padre en mis brazos desde su silla de ruedas y subiéndole al coche.sabía de sobra que la muerte era una loteria,pero yo me sentía invencible...Aunque, sentía un dolor persistente en la mandíbula y en la garganta.
Metida de lleno en mi papel de cuidadora, descuide los síntomas, OLVIDÉ cuidarme. Comía a deshoras, mucha bollería para compensar la sensación de cansancio.Sentía un gran cansancio que achacaba a la soledad y al esfuerzo físico o emocional de ser cuidadora hasta aquella mañana de junio 2016...
La noche anterior no había dormido casi nada, sentía opresión en el tórax, no sabía si ir a urgencias o intentar tranquilizarme. Creo que deseaba que esta sensación de opresión solo fuese transitoria, benigna, de tipo emocional. Por la mañana tenía que llevar a mis padres al campo. Me dirigí a pie hasta su casa, con ganas de llorar no por el dolor, sino porqué presentía que mi vida colgaba de un hilo. Al llegar a su casa , empecé a sentir un dolor en el brazo. aunque había oído decir que el infarto dolía, iba tan acostumbrada al dolor que no asume hasta aquel sintoma preciso que estaba sufriendo un infarto del miocardio.
Me acuerdo haberme sentado en el suelo del pasillo con sudores fríos. Pensaba en mi misma: yo no.no..no..y organizar desde mi soledad mi posible salvación. decidí friamente ir a pie acompañada de mi madre al ambulatorio.
A 50 metros del ambulatorio, me paré, el dolor se hacía más fuerte, más difícil de respirar, mi corazón no latía de forma muy razonable-mi madre se quedó blanca al verme la cara, me cogió del brazo. Le aparte el brazo que me tendía y le dije: mami ,yo sola…, sino me fallará el corazón antes de tiempo. En este momento, no tenía tiempo de sobra para mentirme o mentir a quienes me rodeaban. Tampoco tenía ganas de ceder al miedo o al dolor. El aire no llegaba y tenía la impresión de caminar con suela de plomo, lenta, difícilmente, casi en apnea.recorrí con dolores intensos así dos kilómetros sola con mi madre de 76 años.sin ayuda de los pasantes..hasta el ambulatorio; me caí al suelo mientras me dejaron sola con mi madre en busca de refuerzo frente a mi inminente PCR. Me acuerdo de la fibrilación ventricular; este caos de mi corazón -un caos traumático- y este momento en que todo se vuelve silencio, silencio interno y exterior; al pararse mi corazón, se paró la conciencia. Caí muerta de corazón. Había intentado hasta el final permitir el milagro, llegar ante quienes les importaba mi vida y dotados de un desfibrilador. En esas tres horas de PCR y desfibrilaciones, en las cuales se relevaron cada vez equipos distintos y competentes, la vida cobró todo su sentido. Mi vida no era la soledad en la cual me dejaron con pretextos personas sin fondo, sino humanidad.
Recuperé conciencia en el momento que sentía gente echarme entre todos encima la camilla de metal de urgencias. La cabeza rebotó contra el metal -"me despertó"-. Iba con un mareo tremendo, un dolor insoportable..., la primera inspiración a pleno pulmón quemaba, dolía como nunca. Un umbral de dolor límite para mi cuerpo. mi mente seguía aquí..., abrí los ojos…, agarré la camilla metálica con toda mi fuerza con las manos y me alcé medio cuerpo. Ante mí miraban sorprendidos unas seis o siete personas; mi medico estaba de espaldas, le miré y dije: Nando...; se giró y le pregunté: dime, la palmé o me desmayé? y me respondió: la palmaste. Seguí mirándole y le dije: allí va otra…
Fueron seis paradas cardiacas con desfibrilación debido a un infarto agudo del miocardio por ateroesclerosis con una tasa de colesterol superior a la normal y posible trombofilia genética con dos arterias coronarias obstruidas a 90 y 70%
No bebía alcohol, fumaba un paquete al día, comía mucha bollería y poca carne u otras grasas saturadas.
En la UCI, di las gracias a todo el personal de urgencias que me trató , me cuido, me salvó
Tras sufrir seis episodios de paradas cardiacas y reanimación con recuperación de plena conciencia cada vez, queda un trauma más fuerte que el haber sufrido solo un infarto. Ahora tengo el sueño más profundo pero más entrecortado. La medicación es imprescindible para mi supervivencia. Estoy bajo betabloqueantes, inhibidores de ECA, estatinas y antiagregantes pero la experiencia de resucitar por el empeño de quienes me salvaron y por la fuerza y la ilusión que tengo de la vida, es lo más maravilloso que se pueda tener. Cerca de esta muerte, se descubre que la soledad solo se da en entornos hostiles y que saneando nuestro entorno podemos confiar en personas más humanas.
Esas tres horas en las que luché contra la muerte y para la vida..., no las pasé sola. Por primera vez en mi vida las pasé con gente humana, cercana y cuerda. Quienes me reanimaron me dieron la oportunidad de valorar de forma diferente la vida. Hoy en día, no soy la misma que antes. Nunca me siento sola, ni lloro por no tener a mi lado una persona que me cuide como la cuido. Hoy en día me rodeo de lo que considero lo mejor en lo humano porque considero que también forman parte de una calidad de vida optima. Mi corazón ya no sufre de soledad, sino de la plenitud de tener a la gente que le aman y que ama a su lado. Los demás le son superfluos. Volvió a la vida para ellos y por ellos, por nadie más que ellos. El corazón es no solo un musculo, sino que vibra al son de quienes le rodean. Si valoramos la vida, mimamos nuestro cardio con el amor de quienes nos valore.
Evito las personas que suelen definirse por problemas que no lo son, y cuando alguien me pide un consejo frente a un problema suelo preguntarle siempre lo mismo: antes de describirme tu problema, ¿podrías tratar de encontrar sinónimos a la palabra "problema?contratiempo o obstáculo pueden ser unos?Si esos sinónimos te permiten entender mejor y con nuancia la importancia que tiene realmente tu problema,estarás entonces más cerca de encontrarle una solución.
:)
La vida se merece más que un sinfín de pretextos o de falsos problemas. sé lo mejor de ti mismo. sé humano y justo en cada pagina de tu vida y corrige la copia de tu final si es necesario. :)