Mijail Tordoya
Mijail Tordoya
Los éxitos y los fracasos son de cada quien, la vida no es fácil, pero a veces es tan injusta que duele.
Comenzaba un verano intenso, todo iba perfecto, era un hermoso y fantástico 2017; de repente sentí un pequeño fastidio en el lado izquierdo cuando acabé de entrenar en el gimnasio. Pensé que pasaría, y no le di mucha importancia hasta el mes de junio, donde una noche tuve un dolor insoportable en la parte izquierda que no me dejó dormir provocándome un miedo terrible en mí y muchas dudas sobre que podría ser -¿por qué ahora?, ¿por qué a mí?, ¿será muy grave?- decidí ir con el doctor y someterme a unos análisis. Tardaron un mes, un mes donde no pude dormir pensando lo peor, un mes donde no quería ni separarme de la cama, porque me sentía súper mal.
Después de un mes y medio recibí mi resultado. Realmente escuchar que tenía una colitis no ulcerosa y que no había cura y de que los riesgos de contraer cáncer o entrar a sala de operaciones eran de un 50 %, yo sentía que a mis 22años la vida se me iba. En mi desesperación, probé con diferentes gastroenterólogos con la esperanza de que al menos uno me dijera que si existía una cura y de que todo iba pasar, pero no fue así, los meses pasaban ya no podía entrenar bien, comencé a bajar de peso y estaba súper deprimido, creo que hasta ahora a veces me suele suceder, comencé a tomar la famosa mezalasina, a investigar más y finalmente a contárselo a mis padres.
No veía resultados y decidí abandonar el tratamiento, los meses siguieron pasando y sin darme cuenta ya era julio del 2018, el tiempo estaba jugando en mi contra y yo me quedé estancado, perdido, sin saber qué hacer y con una desesperación grande por no hallar respuestas exactas, ni mucho menos la ansiosa cura que rogaba porque apareciera, porque me sentía super mal, ya no podía ni siquiera trabajar, un día comencé a sangrar; ahí supe y me dije a mi mismo -esto está peor de lo que imaginaste-
Decidí ir esta vez con el oncólogo; me volvieron hacer unos exámenes, y con mucha pena el médico me dijo que tenía una colitis ulcerosa, o sea el mal estaba avanzando. Me detuve un momento, respiré y me dije e mí mismo -tal vez no hay cura, pero esto es una guerra, te están atacando y no puedes quedarte sin responder, tienes que atacar con todo-.
Comencé a tomar los medicamentos al pie de la letra y sumado a ellos, productos naturales como la sabila y la spirulina (una comida balanceada) y a llevar una vida tranquila. Sentía que mi esfuerzo estaba dando resultados, empecé el año 2019 sabiendo que la colitis ulcerosa es una enfermedad que no tiene cura hasta el momento, quizás en un par de años lleguen a dar con la cura pero mientras tanto, hay que seguir luchándola, y poniendo de nuestra parte.
Empecé a entrenar, los fastidios habían disminuido y empecé a creer más en mí y a quererme sobre todo, (muchas veces, por no decir todas, el mal entra por la boca). He estado llevando una vida saludable y a la espera de volverme a hacer otros exámenes este 2020 para ver como estoy por dentro. Con todo el tema del covid todo se ha postergado.
Cuando todo pase podré ver cuánto he avanzado y en todos esos años aprendí que Dios no abandona a sus hijos y que de las experiencias malas, siempre hay algo positivo que rescatar .
Ahora en la actualidad me siento mucho mejor a como estaba al principio. Sé que no puedo descuidarme, pero también sé que al ser una enfermedad crónica y autoimnune es un poco cara de tratarla y en muchos países el Estado no te otorga esos medicamentos.
Las personas con enfermedades intestinales saben lo complicado que a veces es batallar contra una enfermedad que te hace la vida de cuadritos, pero también deben de saber que a mal tiempo, buena cara.
Todo lo malo pasará.