Mªdolores Román
(Persona que cuida)
Mªdolores Román
¿Cómo he llegado hasta aquí?. Posiblemente por vocación.
Después de pasar toda mi vida laboral trabajando en administración de empresas, con 52 años decidí que mi vida necesitaba un cambio. Que el ayudar en algo a los demás era lo que me apetecía. Y me puse manos a la obra.
Siempre he tenido suerte, pero recalar en el CD Carmen Conde fue el premio gordo de la lotería. El centro es una maravilla de funcionamiento y compañerismo. Pero, además, me permitió descubrir el Alzheimer.
A partir de ahí, pasé de trabajar parar vivir, a vivir para trabajar. Es un tópico muy usado, pero en mi caso, es la realidad.
Cuando empecé a tratar con estas personas fue duro. Cuando te enteras de cómo había sido su vida anterior, y comparas con lo que son ahora, la tristeza se apodera de ti. Pero llega un momento que vences esa tristeza, que aprendes a tratarlos como si la enfermedad no existiera, y notas que aquí vuelven a ser personas.
Llega un momento en el que consigues que, personas incapaces de expresarse, se expresen con la sonrisa, con caricias, con esa alegría que reina en las salas. Notas que confían en ti, que contigo vencen ese pudor que no pierden a pesar de la enfermedad.
Consigues, a veces, cosas inverosímiles.
Encuentras los puntos que les hacen recordar cómo fueron sus vidas, aunque sea un poquito. Recuerdo un usuario que no hablaba absolutamente nada, con una tragedia en su vida tremenda. Pero cuando cantabas el himno del Atlético de Madrid, este hombre cantaba, se le iluminaban los ojos, te sonreía…
En definitiva, para mi este trabajo no tiene precio. Es una satisfacción diaria. En mi vida personal, este trabajo me está salvando. Es verdad que lo mío es vocación, pero cuidar de ellos es cuidar de mí misma. Es sentirme feliz con lo que hago. Es que mi vida tenga sentido.
Llegas a quererlos como a tu propia familia. También es verdad que sufres sus pérdidas como si fueran algo tuyo. Pero cuando esas pérdidas se producen, siempre todos recordamos los buenos momentos vividos con ellos, nos reímos con sus anécdotas y nos referimos a ellos con alegría y cariño.
Esta terrible pandemia nos ha dejado unas cuantas pérdidas. Ha sido triste y duro pensar que personas, han muerto solas.
Los que han regresado, la mayoría han avanzado en su deterioro. Pero para nosotros ha sido como reencontrarnos con nuestros seres queridos después de largo tiempo sin verlos. Algunos de nuestros usuarios no se han reincorporado y siguen en sus casas y todos estamos de acuerdo en que nos gustaría que volvieran.
En la actualidad mi propia madre padece Alzheimer. Está en una fase inicial. Para todos mis hermanos es terrible. Para mí, no. Yo ahora veo a mi madre con otros ojos. He pasado de depender de ella en muchos aspectos de mi vida, a que ella dependa de mí. Y el único objetivo es que sea feliz. Sé, tengo la constancia, que estas personas pueden ser felices. Con el trato adecuado, llenándoles de cariño, consiguiendo que se sientan tratados como cualquier otra persona sin deterioro.
En definitiva, mi objetivo es que mis usuarios se sientan felices, cuidados, considerados… creo que lo consigo.
Eso, es la recompensa más grande que puedo obtener en mi vida. Una sonrisa de estas personas, es un tesoro.
Premios Relatos Supercuidadores 2021.
Este testimonio ha sido cedido por http://cuidadores.unir.net, con autorización del autor; en colaboración para dar visibilidad a las personas que viven ante la adversidad en la salud.
https://cuidadores.unir.net/premios-supercuidadores/relatos-vii-edicion-2021/3301-no-imaginaba-tanto